La vida “en abundancia” en referencia a la cual Jesús define su misión es la vida que en el Antiguo Testamento se define en términos de shalom, vocablo hebreo cuyo sentido es tan rico que en la antigua traducción griega del Antiguo Testamento (denominada Septuaginta o Versión de los Setenta) se usan más de veinticinco palabras griegas para traducirlo. Shalom es prosperidad, salud integral, bienestar material y espiritual, armonía con Dios, con el prójimo y con la creación. Shalom es plenitud de vida.
Desde este punto de vista, no se justifica la concepción de la vida plena en términos exclusivamente espirituales. La teología según la cual la vida que Cristo ofrece es una vida ultramundana, más allá de la historia, está emparentada con el pensamiento griego con su énfasis en la dicotomía entre la eternidad y el tiempo, el alma y el cuerpo, lo espiritual y lo material. Necesita ser corregida por la visión bíblica, para la cual la esperanza escatológica incluye una nueva creación—”un cielo nuevo y una nueva tierra” (Is 65:17)—y la resurrección del cuerpo.
La vida “en abundancia” o “eterna” es la vida del Reino de Dios que ha irrumpido en la historia en la persona y obra de Jesucristo y que culminará en la segunda venida de Cristo, la Parusía. Es la vida en que, aquí y ahora, todas las cosas son hechas nuevas por el poder de Dios (cf. 2Co 5:17); es vida que deriva su calidad de la relación con Dios y se manifiesta en todas las esferas de la sociedad, en el trabajo, en la familia y en la iglesia.
Los que, en conformidad con la misión de Jesucristo, promueven la plenitud de vida no pueden menos que tomar a pecho las difíciles cuestiones que plantea el sistema económico actual, un sistema que define la vida en términos de tener en lugar en términos de ser. La vida “en abundancia” no es vida en que abundan los bines materiales. La vida “en abundancia” es la vida en que se cumple cabalmente el propósito para el cual Dios la creó y la sustenta; es la concreción del amor y la justicia del Reino de Dios. Se la fomenta en la medida en que se vive conforme al propósito de Dios, se anuncia el mensaje de la vida en Cristo, se denuncia toda necrofilia, y se actúa en servicio de la vida en todas sus dimensiones.
Sobre el autor:
C. René Padilla es ecuatoriano, doctorado (PhD) en Nuevo Testamento por la Universidad de Manchester, fue Secretario General para América Latina de la Comunidad Internacional de Estudiantes Evangélicos y, posteriormente, de la Fraternidad Teológica Latinoamericana (FTL). Ha dado conferencias y enseñado en seminarios y universidades en diferentes países de América Latina y alrededor del mundo. Actualmente es Presidente Honorario de la Fundación Kairós, en Buenos Aires, y coordinador de Ediciones Kairós.
COMENTARIOS:
No hay comentarios.:
Publicar un comentario