Por Harold Segura, Colombia y Costa Rica
Inmediatamente después del asesinato de Juan el Bautista por Herodes Antipas, el gobernante de Galilea (Mt.14:1), Jesús tomó una barca y se alejó (Mt.14:13), pero las multitudes, encariñadas con su mensaje, lo buscaron hasta encontrarlo. Él, siempre atento a las necesidades de la gente, abandonó su plan de retirarse por un momento y sanó a los enfermos y alimentó a la multitud. Allí fue el milagro de la multiplicación de los panes y los peces.
Después retomó el plan de alejarse y les pidió a los discípulos que regresaran a la barca y cruzaran solos al otro lado del lago de Galilea. Entonces, estando sin ellos, despidió a la gente (es seguro que no se querían ir) y subió a las colinas para orar a solas. Después de la multitud, la soledad. Después del milagro, la intimidad. Luego de las palabras, el silencio.
Pero allá, a lo lejos, los discípulos, en medio del lago enfurecido, estaban sufriendo una tormenta. A las tres de la madrugada Jesús fue hacia ellos. Cuando lo vieron se llenaron de miedo. Al parecer, los asustó más su presencia misteriosa que la furia de las olas. Exclamaron: ¡Es un fantasma!
Jesús, a veces, espanta; su mensaje, intranquiliza (Mr.10:22); su celo por la justicia, ofende (Lc.11:45). Aparece en medio de la noche, en la oscuridad de la tormenta, y asusta más que la misma tempestad. Es una presencia misteriosa que, aunque se acerca para acogernos con ternura, nuestros propios temores nos ahuyentan. Allí donde aparece su amor, advertimos fantasmas.
“Inmediatamente después, Jesús insistió en que los discípulos regresaran a la barca y cruzaran al otro lado del lago mientras él enviaba a la gente a casa. Después de despedir a la gente, subió a las colinas para orar a solas. Mientras estaba allí solo, cayó la noche.
MATEO 14:22-33 (Biblia La Palabra)
Mientras tanto, los discípulos se encontraban en problemas lejos de tierra firme, ya que se había levantado un fuerte viento y luchaban contra grandes olas. A eso de las tres de la madrugada, Jesús se acercó a ellos caminando sobre el agua. Cuando los discípulos lo vieron caminar sobre el agua, quedaron aterrados. Llenos de miedo, clamaron: «¡Es un fantasma!».
Pero Jesús les habló de inmediato:
—No tengan miedo —dijo—. ¡Tengan ánimo! ¡Yo estoy aquí!...”.
Sobre el autor:
El
pastor y teólogo Harold Segura es colombiano, radicado en Costa Rica.
Director de Fe y Desarrollo de World Vision en América Latina y El
Caribe y autor de varios libros. Anteriormente fue Rector del Seminario
Teológico Bautista Internacional de Colombia.
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