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En sus pasos… hasta Palestina: ¿Qué haría Jesús frente al genocidio? | Por Bernabé


“¿Qué haría Jesús?” La pregunta no es nueva. Se popularizó hace más de un siglo en el libro En sus pasos, donde el pastor Charles Sheldon invitaba a imaginar qué implicaría seguir de verdad al Cristo del Evangelio. No como un acto simbólico, ni como una frase en una pulsera, sino como una ética vivida, encarnada, arriesgada. Hoy, esa pregunta resuena con urgencia entre los escombros de Gaza, donde hospitales son bombardeados, niños mueren de hambre y familias enteras desaparecen bajo los escombros. Jesús nació, caminó y predicó en esa tierra. ¿Y si siguiéramos sus pasos hasta Palestina? ¿Qué haría Jesús hoy frente al genocidio?


Palestina, la tierra de Jesús hoy herida


Belén, Nazaret, Galilea, Jerusalén. Nombres que evocan paz, luz y esperanza para los cristianos. Pero también son hoy nombres marcados por la guerra, la ocupación, el sufrimiento. Jesús no nació en una tierra idealizada ni abstracta: nació bajo ocupación romana, en una zona geopolíticamente compleja, entre el poder imperial, la pobreza del pueblo y la resistencia espiritual. Su infancia, su vida pública, su muerte… todo ocurrió en ese trozo de tierra que hoy llamamos Palestina e Israel.


La paradoja es dolorosa: la tierra que vio nacer al Príncipe de Paz es hoy uno de los territorios más castigados del planeta. Y no podemos, como cristianos, mirar hacia otro lado. Lo que ocurre en Gaza no es solo un “conflicto”. Es un genocidio en curso, con miles de civiles asesinados, un bloqueo inhumano, hambre usada como arma de guerra, y una comunidad internacional que en muchos casos calla o justifica.


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¿Qué haría Jesús frente al genocidio?


En En sus pasos, los personajes del libro se comprometen durante un año a no tomar ninguna decisión sin antes preguntarse: “¿Qué haría Jesús?”. Esa pregunta les transforma. Cambia sus prioridades, su economía, su manera de mirar a los pobres, su modo de entender el poder. Hoy, esa pregunta vuelve a nosotros con el rostro de Gaza. ¿Qué haría Jesús ante el genocidio del pueblo palestino?


1. Jesús lloraría con los que lloran

“Y cuando llegó cerca de la ciudad, al verla, lloró sobre ella” (Lucas 19:41)


Jesús no fue indiferente ante el dolor de su pueblo. Lloró por Jerusalén, lloró ante la tumba de Lázaro, lloró por el sufrimiento humano. Su compasión era real, visceral, encarnada. No se protegía emocionalmente. Hoy, frente a las imágenes de niños mutilados, padres desesperados, hospitales destruidos… Jesús lloraría. Conmovido, como siempre lo fue por la vulnerabilidad humana. ¿Lloramos con Él?


2. Jesús alzaría la voz contra los poderes que matan


“¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que se te envían! ¡Cuántas veces quise reunir a tus hijos, como reúne la gallina a sus pollitos debajo de sus alas, pero no quisiste!” (Mateo 23:37)


“¡Ay de ustedes, maestros de la Ley y fariseos, hipócritas!” (Mateo 23:13)


Jesús no fue neutral frente a la injusticia. Desenmascaró la hipocresía religiosa y confrontó a las estructuras de poder que oprimían. No guardó silencio frente al dolor del pueblo. Si hoy viera a un pueblo sitiado, a madres cavando con las manos entre escombros para rescatar a sus hijos, a líderes justificando la violencia con retórica religiosa o geopolítica, Jesús hablaría. Denunciaría. Se pondría del lado del oprimido, del herido, del que ya no tiene voz.


3. Jesús actuaría con compasión radical


“Les aseguro que todo lo que hicieron por uno de mis hermanos, aun por el más pequeño, lo hicieron por mí”.” (Mateo 25:40)


“Jesús lloró.” (Juan 11:35)


Jesús no solo predicaba: actuaba. Sanaba, alimentaba, tocaba a los intocables, devolvía dignidad. No delegaba la compasión, la encarnaba. En Gaza, donde la comida escasea, donde el agua potable es un lujo, donde la infancia muere… Jesús no miraría desde la distancia. Se haría presente. Se dejaría afectar. Y nos preguntaría: “¿Qué han hecho con mis hermanos más pequeños?”


La pregunta que incomoda… y transforma


Sheldon no escribió
En sus pasos para que fuera una lectura cómoda. Lo escribió como una provocación espiritual. ¿Qué pasaría si de verdad tomáramos en serio esa pregunta en nuestras decisiones políticas, éticas, cotidianas?


¿Qué pasaría si las iglesias dejaran de mirar el genocidio en Palestina como un “tema delicado” y lo asumieran como una urgencia moral?


¿Qué pasaría si los cristianos y cristianas de todo el mundo alzaran la voz como lo hizo Jesús en su tiempo? ¿Si denunciaran el crimen, si exigieran un alto al fuego, si se solidarizaran activamente con los que sufren?


¿Qué pasaría si dejáramos de proteger nuestro privilegio y nos atreviéramos a caminar en sus pasos?


En sus pasos… hasta Gaza

“Cuando levantan sus manos,
yo aparto de ustedes mis ojos;
aunque multipliquen sus oraciones,
no las escucharé.

» ¡Tienen las manos llenas de sangre!” (Isaías 1:15)


La fe sin justicia es ruido vacío. Orar por la paz sin denunciar el genocidio es un acto de traición al Evangelio. Seguir a Jesús implica mirar a Palestina no solo como una tierra santa del pasado, sino como una herida abierta del presente. Y preguntarnos, con honestidad, con dolor, con esperanza:


¿Qué haría Jesús?

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Sobre el autor: 


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