FRANCISCUS es una serie de crónicas sobre la visita de un grupo de pastores y teólogos evangélicos (del Movimiento de La Viña) al Vaticano y su reunión con el Papa Francisco. Una serie que poco a poco irá desgranando, en formato literario, una experiencia con muchas enseñanzas y que reafirma la urgencia, el clamor, por un mundo menos dividido.
Primera parte: Franciscus, Via della Conciliazione | Por José Chacón
¡Gálatas estúpidos! Lo dijo en italiano y utilizó la palabra stupido libremente y sin contemplaciones mientras agitaba sus manos, como buen argentino que es. El texto de Gálatas 3:1 en una versión italiana habla de los Gálatas tontos o insensatos stolti Gàlati, que habían permitido que se les sedujera con otras verdades. Francisco sonrió y se aseguró de que hubiéramos comprendido el golpe de su palabra:
Simplemente estúpidos, así debemos traducirlo – explicó frunciendo el ceño- No se llega a la unidad porque nos ponemos de acuerdo entre nosotros, sino porque caminamos siguiendo a Jesús. Y caminando, por obra de Aquel a quien seguimos, podemos descubrir que estamos unidos.
La reunión había evolucionado notablemente hasta convertirse en una encerrona íntima y llena de confianza. El ambiente era informal e invitaba a la risa teológica.
Yo sabía que hacía tiempo que habíamos sobrepasado los 40 minutos concedidos para la audiencia. No me atreví a mirar el reloj, y ninguna de las paredes poseía uno. Era como si estuviéramos dentro de un lugar sin tiempo, desconectado de la premura desquiciada del mundo de allá afuera. Por supuesto, todo en aquel lugar evocaba centurias, incluso milenios. Pero al mismo tiempo había una especie de aire tumultuoso de actualidad, el jadeante hoy desfallecía con toda su crudeza y actualidad. Para los tiempos pretéritos bastaba recordar que algunas de las estancias de aquel Palacio habían escuchado las estresantes discusiones íntimas de Giovanni di Lorenzo de Medici, Papa León X, cuando no sabía bien qué hacer con el teólogo loco llamado Lutero. ¡Un borracho fue el que escribió esas tesis! -había sentenciado en un arrebato de ira-. Algunas de esas paredes habían escuchado las genialidades de Galileo Galilei, que durante más de un mes permaneció exponiendo sus descubrimientos dentro de la Santa Sede. El gran científico jesuita Clavius lo había escuchado todo con mucha atención y confirmó que las observaciones de Galileo eran exactas. Sin embargo, y a pesar de la protección del Papa Urbano VIII, el 21 de junio de 1633 Galileo sería condenado por el Santo Oficio por “introducir ideas heréticas”.
Para el hoy jadeante, bastaba pensar en el papel protagónico del Vaticano en el descongelamiento de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos, o en aquel almuerzo al que acudieron los 21 refugiados musulmanes rescatados en la isla de Lesbos y que el mismo Papa Francisco había traído a vivir a Roma.
También se podía sentir una especie de tensión interna, una agitación íntima en el seno de la Iglesia. Un estupor silencioso que parecía estar a punto de explotar. Digo esto pensando en el hombre del paraguas, un cardenal amable e inteligente, gentil y paciente, pero que encerraba un halo de misterio indiscutible. Veamos, sonreía afablemente si, pero a la vez parecía ocultar algo. No sabría explicar muy bien qué era, pero no terminaba de convencerme, me preocupaba. Sabíamos que algunos “hombres fuertes” de la curia trabajaban intensamente en contra de las constantes avanzadas de Francisco. Su Exhortación Apostólica Amoris laetitia (La alegría del amor), había ido demasiado lejos para ellos. Parecía que un Papa hereje se les había colado en el Vaticano. Un Papa que hablaba con benevolencia de los divorciados, de la familia diversa, de los homosexuales, y que se refería a las otras religiones de una forma tan conciliadora que amenazaba el statu quo. ¿Quiénes estaban con él y quiénes estaban en su contra? ¿Lo sabrá Francisco con certeza?
Poco tiempo después de nuestra estadía en Roma sabríamos algunos de los nombres de sus más asiduos detractores: Se trataba de los alemanes Walter Brandmüller y Joachim Meisner, del italiano Carlo Caffarra y el estadounidense Raymond Leo Burke, el único en funciones aunque degradado en 2014 de un alto cargo en la Signatura apostólica. Ellos eran los firmantes de una carta abierta publicada en contra de Francisco. Pero todos ellos estaban fuera del circulo íntimo del Pontífice. La pregunta importante era ¿Quiénes de los que se confesaban fieles y cercanos eran realmente contrincantes ocultos? ¿Se refería el Papa a esos “contrincantes” cuando hablaba de los stolti Gàlati? ¿No eran también stolti Gàlati todos esos evangélicos que estarían en mi contra cuando supieran de mi reunión con Francisco? Esos stolti Gàlati que habían sido seducidos por el otro evangelio, el evangelio del odio, el evangelio sin reconciliación (2 Corintios 5:18-19) ¿No es una contradicción una iglesia sin perdón? ¿No constituye una falacia una catolicidad fragmentada o una fe evangélica que promueva la desunión?
Sobre el autor:
José Chacón nació en San José de Costa Rica en 1978. Ha realizado estudios en Comunicación Colectiva, Biblia y Teología y Estudios del Mediterráneo Antiguo.
Es escritor, y conferencista. Ha sido profesor en varias universidades. Es autor de los libros «El Decálogo” , «Spiro», «Paradoxa”, «Libre, tener fe y no morir en el intento”, “Mysterium Salutis” y “Cambio de Planes”. Miembro del Foro de Diálogo Interreligioso de Costa Rica y egresado del Programa Internacional (IVLP) del Departamento de Estado (USA) en el tema de Diálogo Interreligioso. Ha estado involucrado en temas migratorios como embajador de ACNUR Centroamérica, es fundador de la Editorial Abyad, la agencia literaria Lectopatía, el Museo de la Empatía de Costa Rica y Letras de Costa Rica en Madrid. Actualmente vive en Costa Rica junto a su esposa Laura y sus dos hijos, Santiago y Paula.