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domingo, 2 de junio de 2024

¿Por qué el domingo? La historia del culto dominical y el Día del Señor | Por Bernabé

VOCES DE FE: Magazine dominical 

La elección del domingo como día de adoración en la tradición cristiana es un tema fascinante que nos lleva a explorar las raíces históricas y teológicas de la Iglesia. ¿Por qué los cristianos se reúnen en domingo y no en sábado, como en la tradición judía? Acompáñanos en este recorrido para entender cómo y por qué el domingo se convirtió en el día del Señor.

El sábado: Un día de reposo judío


El concepto del día de reposo tiene sus orígenes en la tradición judía. Según la Biblia, Dios descansó el séptimo día después de la creación (Génesis 2:2-3) y este día de descanso, conocido como el sábado (Shabat), fue incorporado en los Diez Mandamientos (Éxodo 20:8-11; Deuteronomio 5:12-15). El sábado, que comienza al atardecer del viernes y termina al atardecer del sábado, es un día sagrado dedicado al descanso y la adoración de Dios.

El primer día de la semana: La resurrección de Jesús 

La transición del sábado al domingo como día de adoración comenzó con un evento central en la fe cristiana: la resurrección de Jesús. Según los evangelios, Jesús resucitó de entre los muertos el primer día de la semana (Mateo 28:1; Marcos 16:2; Lucas 24:1; Juan 20:1). Este hecho fundamental llevó a los primeros cristianos, muchos de los cuales eran judíos, a reunirse el domingo para celebrar la resurrección de Cristo, llamándolo el "Día del Señor".

Evidencias en el Nuevo Testamento 

El Nuevo Testamento nos proporciona indicios de que los cristianos ya se reunían en domingo poco después de la resurrección de Jesús. En Hechos 20:7, se menciona que los discípulos se reunieron para partir el pan el primer día de la semana. Asimismo, en 1 Corintios 16:2, Pablo instruye a los creyentes a apartar una ofrenda el primer día de la semana. Estas prácticas reflejan cómo el domingo se estaba estableciendo como un día especial para la comunidad cristiana.

El decreto de Constantino

El domingo como día de descanso recibió un impulso significativo con el emperador Constantino el Grande. El 7 de marzo de 321 d.C., Constantino emitió un edicto declarando que el domingo sería un día de descanso: "En el venerable día del Sol, los magistrados y las personas que residen en las ciudades deben descansar, y todos los comercios deben estar cerrados" (Codex Justinianus lib. 3, tit. 12, 3). Este decreto oficializó lo que ya era una práctica común entre los cristianos.

Aunque Constantino promovió el cristianismo y fue el primer emperador romano en profesar esta fe, también estaba asociado con el culto del Sol Invicto, un dios popular en el Imperio Romano. La elección del domingo, "día del Sol", como día de descanso, reflejaba un equilibrio entre las nuevas tradiciones cristianas y las prácticas paganas prevalentes.

Un nuevo término: El día del Señor

El cambio de celebración del sábado al domingo también trajo consigo un nuevo término: "El día del Señor" o Dies Dominicus, de ahí la palabra "domingo". Este término enfatizaba la centralidad de la resurrección de Jesús y la nueva creación que simbolizaba. El domingo no solo se convirtió en un día de descanso sino en un día de adoración y celebración de la victoria de Cristo sobre la muerte.

La persistencia de la semana de siete días

La semana de siete días tiene una historia mucho más antigua que el cristianismo. Se cree que fue concebida hace unos 4.000 años por los mesopotamios, quienes la ligaron a la rotación de la Luna alrededor de la Tierra, redondeando el mes lunar a 28 días y dividiéndolo en cuatro períodos de siete días. Esta estructura fue adoptada por la cultura babilónica y, posteriormente, por otras civilizaciones, incluyendo la romana.

Los romanos, por su parte, nombraron los días de la semana en honor a sus dioses y a los planetas clásicos, creando un sistema que ha perdurado hasta nuestros días. En idiomas basados en el latín, los nombres de los días aún revelan esta conexión: lunes (día de la Luna), martes (día de Marte), miércoles (día de Mercurio), jueves (día de Júpiter), viernes (día de Venus), sábado (día de Saturno) y domingo (día del Sol).

Un día de nueva creación

La elección del domingo como día de adoración refleja una evolución tanto teológica como cultural dentro del cristianismo primitivo. Mientras que el sábado simboliza la culminación de la creación y el descanso de Dios, el domingo celebra la nueva creación y la victoria de Cristo sobre la muerte. Esta práctica, consolidada por el decreto de Constantino, ha perdurado a través de los siglos, estableciendo el domingo como el día del Señor en la tradición cristiana.

Así, el domingo se ha convertido en un día no solo de descanso sino de celebración, un recordatorio semanal de la resurrección de Jesús y de la esperanza de la nueva vida en Él.

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