Entrevista publicada en 2004 en el libro “Conversaciones desde la fe” por el Consejo Latinoamericano de Iglesias (CLAI)
¿Nos puede contar algo de su vida?
Nací en un hogar evangélico, en Quito, en una familia pobre, por razones de trabajo mi padre se trasladó a Colombia, entiendo que estuvo un tiempo viviendo solo hasta lograr cierta estabilidad y luego toda la familia viajó a Colombia, cuando yo tenía dos años y medio. Tenía tres hermanos y tres hermanas, éramos siete en total, yo estaba justamente en la mitad de la familia. Hice mi primaria en Colombia, fui expulsado de la escuela cuando estaba haciendo el tercer grado por no asistir a una procesión lo cual muestra un poquito la situación que vivían los evangélicos en Colombia en esos años. En la década de los 30 y aún muy posteriormente, en parte por la persecución religiosa y en parte en el Ecuador en ese momento por lo menos había mayores facilidades para la educación, mi familia volvió al Ecuador. Hice la secundaria en Quito. Al graduarme fui a Estados Unidos a estudiar al Wheaton College, estudié filosofía y luego Teología y en cuanto terminé me vinculé con la Comunidad Internacional de Estudiantes Evangélicos que me nombró Secretario Viajero para cubrir Venezuela, Colombia, Ecuador y Perú. Esto fue en el año 1959.
En 1963 ya casado y con dos hijas viajé a Inglaterra para hacer un Doctorado en Ciencias Bíblicas bajo la dirección del Profesor F.F. Bruce, estuvimos en Inglaterra por dos años, cuando volvimos a América Latina establecimos nuestro hogar ya con tres hijas en Lima, Perú. Fui nombrado Secretario General de la Comunidad Internacional de Estudiantes Evangélicos. Vivimos en Perú un poco más de un año y al final nos trasladamos a la Argentina. Mi trabajo con la Comunidad Internacional comenzó en el 59 y terminó en el 82 en la Argentina. Seguí ejerciendo la tarea de Secretario Regional, pero también se me nombró Director de Publicaciones. Estuve al frente de la revista “Certeza” por varios años. Al salir de la Comunidad Internacional seguí sirviendo en el campo de la Literatura. Estuve trabajando con editorial “Caribe” y posteriormente se me invitó para que trabajara como Secretario Ejecutivo de la Fraternidad Teológica Latinoamericana de la cual yo había sido miembro fundador. Actualmente soy Secretario de Publicaciones de la Fraternidad Teológica y Presidente de la Fundación Kairós, en Argentina. Además he ejercido el pastorado por varios años. Actualmente soy pastor miembro de un equipo pastoral, para ser exacto, en una iglesia pequeña del barrio de San Fernando, en Buenos Aires.
¿Qué factores contribuyeron a su formación teológica?
Un factor decisivo fue la formación que recibí en mi propio hogar. Mi padre fue un hombre auto-didacta leía mucho a pesar de su poca educación formal le gustaba mucho la teología y de él recibí inspiración para leer comencé a leer teología y otras cosas desde pequeño, cuando estuve en la secundaria sentí la necesidad de tomar algunos de los cursos por correspondencia que se ofrecían y se sembraron en mí varias inquietudes teológicas. En Wheaton estudié además de Filosofía, Griego y materias Bíblicas y bueno, poco a poco fui entusiasmándome con todo lo que es la reflexión teológica y con el tiempo empecé a escribir sobre el tema.
¿Cuáles han sido sus mayores satisfacciones como Teólogo?
Muy difícil decirlo, porque el teólogo no existe aparte del pastor, ni el pastor aparte de congregaciones locales, donde hay toda suerte y oportunidades de compartir la visión de lo que es la Iglesia y lo que es la misión de la Iglesia. Quizás unas de las mayores satisfacciones ha sido ver que la reflexión ha hecho un impacto en la vida de la gente. Pero, no creo que sea la Teología sola, es lo que uno por la gracia de Dios logra integrar en su propia vida en términos de reflexión y de práctica cristiana.
¿Cuáles son los hitos en su peregrinaje espiritual?
Bueno, lo primero mi conversión consciente, ya mencioné que me crié en un hogar evangélico, pero, cuando tenía más o menos quince años hice de mi compromiso con Jesucristo un compromiso personal. Todavía recuerdo mis caminatas por los largos corredores del Colegio Mejía de Quito, leyendo el Nuevo Testamento porque quería interiorizarme más personalmente de lo que significaba la enseñanza bíblica. Cuando tenía más o menos diecisiete años, se me nombró Presidente de la Sociedad Juvenil, para mí ese fue un tremendo desafío y creo que me ayudó a crecer en mi experiencia en lo que significa servir a Jesucristo. Comencé a predicar a los diecisiete años en el Penal García Moreno y también al poco tiempo por la radio, la radio HCJB.
Algunos de los recuerdos más vívidos que yo tengo de lo que Dios quiso hacer en mi vida se dio en mi contexto de momentos difíciles, por ejemplo cuando en la Universidad de Wheaton no disponía de los medios necesarios para mi propio sostenimiento porque yo tenía que pagarlo todo, yo no tuve ningún tipo de ayuda de ninguna institución. Recibí una beca de la propia universidad y eso fue todo, pero eso para mí fue una disciplina que me ayudó mucho a crecer y a confiar en el Señor y a saber que él era capaz de proveer para mis necesidades y a lo largo de experiencia ha sido así.
Cuando nos casamos no teníamos nada, absolutamente nada y cuando decidimos ir a Inglaterra a estudiar, mi señora y yo, tampoco teníamos nada, y sin embargo dimos un paso confiando en el Señor y esto nos ayudó a crecer, a crecer como personas. Me ha ayudado mucho el hecho de estar vinculado a una iglesia y tener que responsabilizarme por el liderazgo dentro de una situación en que no era necesariamente ideal pero donde había que confiar en el Señor para que el lograra y cambiar las cosas y para mi fue una gran alegría ver como la iglesia fue tomando forma de acuerdo con lo que yo soñaba que debía ser una iglesia no porque fuera perfecta, pero, porque si se dieron cosas que para mi eran esenciales para la vida de la iglesia; como es la comunión cristiana a nivel más profundo, la responsabilidad hacia el prójimo especialmente a los más necesitados, la predicación de la Palabra como algo central en la vida de la Iglesia, la lectura regular de buenas obras por parte de muchos miembros de la Iglesia, el surgimiento de un liderazgo local, la formación de jóvenes, en fin, éstas han sido cosas que han representado para mi oportunidades de crecimiento a la vez que de servicio.
¿Qué es para usted la Teología?
La Teología es el esfuerzo humano por entender y articular el propósito de Dios para la vida Humana, para la vida de la Iglesia y para la vida de la sociedad. Cumple una función crítica, especialmente en relación con la Iglesia y a la vez una función constructiva apuntando la dirección en la cual debe moverse la Iglesia, bajo la dirección del Espíritu Santo según la instrucción de la Palabra de Dios. Tiene mucho que ver con un diálogo entre la Palabra de Dios, la revelación en Cristo Jesús, la revelación escrita y la situación del mundo, los problemas que nos rodean, el contexto en que vivimos; sin ese diálogo no hay teología. La Teología es un esfuerzo humano, la palabra última la tiene el Señor y su revelación, pero, nosotros tenemos la responsabilidad de entender lo que esa revelación en Jesucristo significa para nuestra propia vida.
¿Cuáles serían entonces las tareas de la Teología en la América Latina?
Básicamente las que he mencionado, hay una tarea crítica y hay una tarea constructiva de apuntar la dirección en la cual la Iglesia debe moverse en obediencia al evangelio. En este momento hace falta un diálogo inter-disciplinario en que tratemos de entender la relación que hay entre el evangelio y situaciones tales como las que plantea la economía moderna, la destrucción del medio ambiente, la vida humana en una sociedad violenta, el problema de la corrupción que existe en nuestros países que son legado del pasado y que sigue siendo una gran carga para estos países. La Teología tiene la responsabilidad de buscar Palabra de Dios en relación con estas situaciones.
¿Qué piensa en cuanto al panorama teológico en América Latina hoy?
En el panorama teológico de América Latina, ha habido un crecimiento en círculos evangélicos en cuanto a la preocupación por la reflexión teológica. Todavía, pienso yo, estamos lejos de alcanzar lo que es necesario, en muchos sectores se teme a la teología o se la relega a una posición de ninguna importancia, se cree que la Iglesia puede funcionar perfectamente con fórmulas que recibió de afuera. No hay una reflexión teológica en muchos círculos y yo creo que eso es asunto de preocupación pero a la vez, las cosas han cambiado en ciertas situaciones. Uno ve que la juventud tiene preocupaciones teológicas y está aprendiendo a pensar teológicamente. Y esto es algo que anima.
¿Qué piensas del futuro de la Teología en América Latina?
La nueva generación es la que tiene que responsabilizarse por la tarea teológica como por la tarea de la Iglesia en general hace falta más gente que vea la importancia de la reflexión teológica que no es una ocupación ociosa para los que tienen demasiado tiempo y no tienen nada que hacer. Algunos contraponen por ejemplo la evangelización con la reflexión teológica, yo no creo en eso. Yo creo que no hay reflexión que no obtenga incidencia en la vida práctica, si es que es una reflexión que se desprende de un compromiso cristiano y a la vez sin reflexión la tarea en que estamos empeñados se torna en mero activismo, yo no creo ni en el activismo ni en el intelectualismo, creo en una teología que ilumina la acción de la iglesia y que critica lo que debe ser criticado desde una perspectiva bíblica.
¿Cuáles son las áreas débiles de los evangélicos en la América Latina?
No sé, se puede hablar en términos muy generales depende mucho de la situación. Hay situaciones en que no se está estudiando la Palabra como se debe, la predicación está vacía de Palabra, hay mucho énfasis en la emoción, no se reflexiona, hay mucha pereza intelectual todavía hay mucha dependencia de lo que piensan fuera del contexto Latinoamericano, entonces se reciben directivas de otros lados y eso no ayuda, no hay preocupación por un liderazgo local enraizado en la Palabra a la vez en la situación de nuestros pueblos. Hace falta aún un trabajo serio de contextualización no solo del evangelio sino de la Iglesia.
¿Usted tuvo una destacada participación en Lausana 74, tomando esa fecha cuáles han sido los mayores cambios de la obra evangélica en América Latina?
Un cambio marcado, me parece a mí, ha sido el despertar de la conciencia social. Cuando algunos de nosotros en el Congreso Mundial de Evangelización propusimos que no se puede separar la evangelización de la responsabilidad social, fuimos mal vistos, se nos criticó duramente. Algunos nos tildaron de marxistas, yo creo que hoy es mucho más fácil decir estas cosas sin temor, abiertamente, y en efecto en la nueva generación hay mucho deseo en general de practicar un Evangelio Integral; vivir de manera que no solamente se hable del amor de Dios sino que se demuestre ese amor en la vida práctica y especialmente hacia los más necesitados.
¿Cómo definiría que debe ser la misión de la Iglesia Hoy en América Latina?
La única misión que hace honor al nombre de Jesucristo, es la misión en que se muestra una compasión real por el hombre integral, como persona y como miembro de una sociedad, en su aspecto personal y en su aspecto comunitario. Yo creo que en América Latina por mucho tiempo hemos trabajado como si la gente no tuviera cuerpo, solo tuviera alma. Hoy día las cosas están cambiando somos seres psicosomáticos y espirituales y por lo tanto la atención tiene que ser al hombre integral en la sociedad y en la comunidad.
Creo que es conveniente volver a leer a Sartre hoy cuando se ve en el horizonte las amenazas de integrismos y fundamentalismos que vienen del neonazismo, neo stalinismo, islamismo, cristianismo, cientificismo, la tecnología y el neoliberalismo. Nos puede ayudar mucho volver a las páginas de este filósofo para aprender a ser más tolerantes, respetuosos y humildes.
Sobre el autor:
Víctor Rey es chileno, radicado en Ecuador. Egresado del Seminario Teológico Bautista de Santiago de Chile, posteriormente se recibió de Profesor de Filosofía en la Universidad de Concepción. En 1989 obtuvo la Licenciatura en Ciencias Sociales en la Universidad Alberto Hurtado (ILADES), Chile, y en 1993 el Master en Comunicación Social en la Universidad Católica de Lovaina, Bélgica.
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