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lunes, 8 de abril de 2024

Desde el Dios del A.T al Dios del N.T…¿Quién cambió en el camino? | Por Hemir Ochoa

Varias veces me han preguntado por las incoherencias que suelen verse, o quieren verse, o esperan verse en la Biblia, en relación al Dios del Antiguo Testamento (A.T) en comparación con el Dios del Nuevo Testamento (N.T.). Y aunque sé, que la teología a veces hace o intenta hacer “magia” para intentar responder las discrepancias que parecen existir en el texto bíblico, en este y otros puntos, me gustaría esbozar una respuesta que espero pueda servir a algunos. Es más, como siempre, una apreciación personal del asunto, una especie de intentar responder-me antes que pontificar ciertos postulados.

Lo que veo es que en realidad el hombre de la Biblia, va “descubriendo a Dios”. Va a tientas intentando definir al indefinible, y suele poner en boca de Dios, suposiciones de hombres, lo que no es un engaño, de hecho nosotros lo hacemos todo el tiempo cuando solemos mirar nuestro pasado tendemos a decir “Dios permitió esto o aquello”, lo involucramos en nuestro camino, en nuestras decisiones, sobre todo en nuestros éxitos, los que siempre han ocurrido por “voluntad de Dios”. Lo mismo pasaba con los escritores del A.T, no es precisamente que Dios “mandaba a matar pueblos completos, animales incluidos”, era simplemente la cultura de aquel tiempo que intentaba comprender como su Dios estaba involucrado en sus propios procesos.

También tiene que ver con nuestra propia forma de crecer y madurar. Es como nos pasa a nosotros hoy en día, así pasó con el A.T. No se trata de decidir o creer qué Dios dijo o no en la Biblia, sino, en cómo sentimos nosotros que él está ahí, y como lo sintieron los escritores bíblicos. Por ejemplo, cuando sabemos de Dios desde jóvenes o pequeños (Escuela Dominical incluida), Dios esta súper definido, claro, pragmático, sin dudas, directo, avasallador, lleno de respuestas, sin titubeos en una Biblia con similares características. De niños aprendemos de un Dios que nos puede guiar porque sabe donde quiere ir.

Pero en la medida que vamos creciendo, madurando, y cuando comenzamos a hacer preguntas más complejas, Dios también se comienza a complejizar, como nosotros, y ya no tiene posiciones tan definidas, ni es tan claro, comienzan la duda, las preguntas interesantes, de las cuales posiblemente no tendremos respuestas, aceptamos algunas cosas otras no, o nos alineamos con lo “rebelde” de ciertos aspectos de Dios. Nos encontramos contradiciendo algunas propuestas de la Biblia, nos tensionamos con ella, comenzamos a utilizar la palabra “interpretación”, y así como con nuestros padres o profesores, nuestra relación e imagen de Dios o de la autoridad comienza a tomar una profundidad diferente, una tensión inesperada, y no siempre querida.

Lo mismo pasa con la Biblia, al inicio Dios hasta habla a cada rato, dice lo que quiere, lo que exige y lo que espera, sale al encuentro de sus hijos de manera literal, ordena, manda, descansa, su voz se escucha, camina por el jardín, Moisés le ve la espalda, y los escritores bíblicos comienzan a antropomorfizarlo. Pero en la medida que pasan los libros y los años, Dios comienza a ser otro, por ejemplo el Dios del Eclesiastés es más místico, más poético, con más lagunas pragmáticas, más filosófico y el hombre comienza a tener con él, una relación mas existencialista, 2+2 ya no son 4. El Dios de los profetas es más socialista, el de los salmistas es a veces un guerrero, otras veces un pintor, un vengador otras, y otras veces uno que busca que le alaben, y otras muchas veces es un Dios que simplemente está y que nos deja hablar.

Y luego llegamos a una comprensión de Dios en el N.T con más matices aún, Dios casi ni habla, hay que interpretarlo todo, Jesús nos aclara la película en muchos sentidos, no nos dice quien es Dios, sino más bien, qué quiere Dios. Todo eso comprende y es parte de nuestra propia evolución como seres humanos, no es que Dios cambie, nuestra percepción de él va mutando, y es obvio, porque lo vamos descubriendo de a poco!

Y seguramente cuando lleguemos a viejos, por lo menos para algunos, Dios seguirá transformándose en nuestra forma de entenderlo. Algunos quienes partieron teniendo una imagen de Dios machista, guerrero, con un ego a veces demasiado humano, de pronto comienza a ver a Dios más allá de sus fronteras teológicas, Dios se hace más interesante, un Dios que no está tan interesado en hacer proselitismo religioso, un Dios que a veces, más de las que quisiéramos camina en silencio a nuestro lado.
Y seguramente cuando lleguemos a viejos, por lo menos para algunos, Dios seguirá transformándose en nuestra forma de entenderlo.
Como sea, no es tanto que el Dios de la Biblia cambie mucho, sino más bien es nuestro reflejo en ella, como en un espejo (Ya lo dijo Pablo), el que comienza a cambiar en la medida que pasan los años y nos llenamos de experiencia, y así como pasa con nuestros padres o abuelos, en la medida que crecemos, dejan de ser nuestros héroes para transformarse en amigos y compañeros del camino.

Sobre el autor:

Hemir Ochoa, oriundo de Chile y esposo de Ana María Sandoval, es padre de tres hijos: Arel, Ignacia y Gabriel. Se desempeña como escritor, teólogo, músico y meditador, ejerciendo también como Ministro en la Federación Luterana Mundial. Formado en teología por la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso y la Comunidad Teológica de Santiago, ha ampliado su educación en el Seminario Teológico Bautista, el Seminario Unido de Teología de España y el Centro de Estudios Teológicos. Además, posee formación en Cábala Hebrea, lenguas clásicas como el Hebreo y Arameo, y prácticas de Meditación y Mindfulness, entre otras disciplinas.

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