¿Por qué estudiar los Apócrifos del Nuevo Testamento? | Juan José Barreda - El Blog de Bernabé

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jueves, 14 de diciembre de 2023

¿Por qué estudiar los Apócrifos del Nuevo Testamento? | Juan José Barreda

¿Por qué no?

La literatura "apócrifa" ha sido objeto de sospechas durante casi toda su historia. Sin embargo, gracias a ella es que hemos podido conocer muchas de las creencias, de la historia y de la organización de las iglesias cristianas en sus comienzos. Se la ha acusado de ser herética y transgresora, pero apenas se la conoce, y se ignora mucho del contexto y de las posibles circunstancias en la que surgió cada escrito. Por ejemplo, ¿sabíamos que en los primeros decenios, y quizás siglos, de la fe cristiana las enseñanzas se transmitieron fundamentalmente de forma oral? No habían libros, y cuando los hubo, fue muy difícil copiarlos y difundirlos. Muchos crecieron en su fe por la enseñanza de otros sin la mediación de un escrito normativo. Hubo una fuerte comunicación oral, pero la fe cristiana era muy joven aún como para darle una forma determinada y difundirla. En este sentido, el ejercicio de interpretación de la vida, obra y enseñanzas de Jesús, así como también, de la de sus discípulos fue bastante versátil y creativa. El compartir y vivir las buenas nuevas llevó a muchos a tener que desarrollar enseñanzas basadas en lo heredado, pero también, afrontando los desafíos de la contextualización, de no tener ninguna enseñanza recibida al respecto y estar expuestos a diferencias, errores históricos y teológicos.

Mirar los apócrifos bajo los lentes históricos y contextuales nos abre un mundo que nos ayudará a comprender de forma mucho más madura la fe cristiana. En los programas de historia de la iglesia o de teología del Nuevo Testamento se habla de estos escritos, pero lamentablemente, en la mayoría de los casos se hace de forma muy resumida (¿una o dos clases?). Es más, casi nunca se tiene contacto con el mismo escrito apócrifo, sino que se leen síntesis de sus creencias. En lo personal, creo que existe una especie de censura hacia el logro de un pensamiento analítico, uno que cuente con las suficientes herramientas para discernir y argumentar con causa de conocimiento sobre los orígenes de nuestra fe. Algunos domestican esta censura en la forma "paternalista". Es esa actitud de cariñosa protección que no permite a los "menores" acceder a herramientas "peligrosas". Pero esta práctica tiene como problema que genera dependencia hacia estos "padres" y "madres", posiciona a estos últimos en un lugar de control sobre los demás, anula el ejercicio del discernimiento en el que conozcamos por la confrontación de nuestras creencias, la argumentación fundamentada, y el aprendizaje dialogante con quienes discrepamos sin caer en la violencia. Cuando se cortan nuestros derechos y libertades a conocer, nos prohíben el acceso a la verdad que nos hace libres (cf. Jn 8,32).

Los libros apócrifos ayudan a conocer mejor nuestros orígenes

El término "apócrifo" refiere a un texto cuya procedencia se desconoce o bien cuyo contenido es cuestionable. Que más tarde no entraran en el Canon del Nuevo Testamento no significa que todos sus contenidos y los datos que aportan fueran desechados. Como sucede hoy, existieron quienes tuvieron miradas extremistas que quisieron hasta destruirlos. Otros, observaron que transmitían algunas enseñanzas dignas de compartirse y sugirieron leerlos a manera de edificación personal discerniendo sus posibles errores. Los orígenes del cristianismo fueron muy diversos, y lo que se dice "ortodoxia" no era tan así como hay veces se imagina.

Por los apócrifos se sabe que desde los orígenes el cristianismo fue diverso, que tuvo como base fuertes enseñanzas fundamentales, pero que hubo también importantes diferencias. En muchos casos, los cristianos siguieron las prácticas de los judaísmos que les dieron origen, pero también bebieron de la cultura grecorromana de la época en la que coexistían diferentes creencias y religiosas sin que una fuera hostil a las otras. Cuando se piensa en un cristianismo único y uniforme que más tarde se dividió no puede sino violentarse los datos que tenemos de la época. Al parecer, lo que sucedió en realidad fue que desde sus orígenes existió en muchos casos una sana convivencia que, más tarde, fue quebrada con la intención de crear un cristianismo uniforme y servil al imperio.

Gracias a los apócrifos del Nuevo Testamento conocemos datos de la historia que son sumamente significativos. Muchas de las creencias en torno a la familia e infancia de Jesús provienen de los evangelios apócrifos. Y si estos datos no fueran del todo ciertos, sí nos ayudan a comprender cómo las comunidades cristianas imaginaron la infancia de Jesús en base a sus propias perspectivas de infancia, de familia, de divinidad, etc. Lo mismo podemos ver respecto a las enseñanzas de Jesús respecto a la mujer. La ruptura de las miradas patriarcales que realizó durante su ministerio fue seguida por muchos seguidores. Así, nos encontramos con iglesias y movimientos donde las mujeres expresaron sus libertades en Cristo y contribuyeron al desarrollo de relaciones justas para todos. No tendríamos muchos datos de cómo los cristianos procesaron las primeras persecuciones sin los grandes aportes de los Hechos apócrifos. La hermosa historia de Quo vadis en la que Pedro decide volver a Roma y dar testimonio de su fe por la crucifixión nos sería desconocida. Por estos evangelios, hechos, cartas y otros, tenemos mejor información de cómo entendieron los primeros cristianos la relación de Jesús con apóstoles como con Felipe, Judas, María de Magdala, Tomás, entre otros.

Para conocer el mundo del Nuevo Testamento

Existen muchos aportes al respecto, pero me detendré en un par de ellos. Quizás el más significativo para mí es cómo los apócrifos amplían la visión sobre los datos que aporta el Nuevo Testamento. Muchas enseñanzas del Nuevo Testamento quedaron abiertas a lo que sucedería más tarde, y gracias a la literatura apócrifa podemos conocer cómo siguieron, pero también, volver a ellas para interpretarlas de manera más amplia. En los libros del Nuevo Testamento coexisten enseñanzas y tradiciones tempranas que no prosperaron en algunas comunidades, pero sí lo hicieron en otras. En la labor de recopilación de material para la composición, por ejemplo, de los Evangelios debió de haber diversas fuentes que la enriquecieron (cf. Lc 1,1-4; nótese su carácter no polémico al mencionar diversas fuentes y autores). El trabajo del autor consistió en organizarlas y darles un sentido determinado -guiado por el Espíritu- que recogió varias enseñanzas y perspectivas que aun se pueden percibir. Por ejemplo, en los primeros capítulos del Evangelio de Juan se pueden ver vestigios de un movimiento vinculado a Juan el Bautista, y en las cartas juaninas ciertas tensiones con perspectivas gnósticas o previas al gnosticismo.

Los estudios sobre los apócrifos del Nuevo Testamento están haciendo también un gran aporte con datos contemporáneos a la composición de los Evangelios y Hechos. Así, por ejemplo, el Evangelio Copto de Tomás o Dichos de Jesús es usado actualmente como fuente comparativa para conocer la historia de los dichos de Jesús y la composición de los Sinópticos. Algunos investigadores que datan la redacción final de algunos Evangelios canónicos a los años 80 o 90, encuentran en los evangelios apócrifos algunos vínculos importantes que pueden enriquecer la comprensión de los canónicos y viceversa. Los estudios de los Hechos de los apóstoles nos abren un panorama mucho más extenso de lo que fue la actividad de los primeros apóstoles en el imperio romano, no solamente en occidente. Sus datos nos ayudan a conocer el impacto de sus enseñanzas en otras partes del mundo, y a leer con más elementos las escenas creadas por el autor del libro de Hechos canónico.

Nos ayudan a conocer aún mejor el Canon

El proceso con el que se llegó a un Canon del Nuevo Testamento en occidente no fue ni uniforme ni corto. La mayoría de los apócrifos del Nuevo Testamento fueron escritos antes de que existiera una idea final de canon y que, aún, el proceso fuese completado con los consensos realizados en los Concilios que le dieron forma al Canon que hoy aceptamos en occidente. Digo consenso porque se usaron varios criterios para la aceptación de unos libros sobre los otros, y por otro lado, porque se usó como criterio la coexistencia sana y sanadora entre los escritos de los que se sabía habían ciertas discrepancias. La mirada del Apocalipsis de Juan sobre las autoridades del imperio romano no era la misma que refleja la Carta a los Romanos. Demás está decir las perspectivas que reflejan los llamados "sinópticos" sobre Jesús y sus enseñanzas. En ellas encontramos puntos de gran coincidencia y similitud, pero también, diferencias.

Cuando se habla del proceso del Canon debemos de conocer cuáles y por qué ciertos escritos no fueron incluidos, pero será imposible conocerlo si no los estudiamos. Observaremos que el proceso que fue largo también fue bastante más complejo de lo que imaginamos, que participaron muchas comunidades, tradiciones teológicas y personas. Que el Canon no fue un mero proceso de "cacería de brujas", sino de definición de un grupo de escritos sagrados en un marco teológico que diera continuidad en las enseñanzas de Jesús y sus discípulos. En este sentido también, habrá que discernir entre los distintos libros apócrifos, no caer en "meter todos en la misma bolsa". La creación de un Canon no consistió en la expulsión de otros libros o en la persecución hacia quienes tenían creencias diferentes. Si bien es cierto hubo tensiones, disputas y aún, más tarde, persecuciones, esta última no respondió en sí a la existencia de un Canon. Por otro lado, debe saberse que varios escritos apócrifos fueron valorados por quienes consensuaron el Canon y los sugirieron como libros de edificación. De hecho, algunos de sus contenidos influyen en la teología cristiana hasta hoy (p.e., La Didajé).

Por último, la riqueza del Canon del Nuevo Testamento está también en el advertir sus particularidades y sus grandes diferencias teológicas con los demás escritos contemporáneos. Esto es posible conociendo los demás escritos. Un estudios académico y profundo no podrá realizarse sin conocer los textos apócrifos, sus enseñanzas y perspectivas en contexto. Actualmente estos estudios adquieren gran vigencia en base a la publicación de una serie de apócrifos del Nuevo Testamento que han llamado la atención de la opinión pública. Se han levantado una serie de preguntas sobre el Canon que no se pueden responder adecuadamente sin estudiar dichos libros para observar las razones por las que no fueron incluidos, o bien, aquellas otras que los hicieron normativos para ciertas iglesias. En una actitud respetuosa de diálogo seguramente aprenderemos a ver aún más la riqueza del Canon sin caer en miradas agresivas hacia quienes profesaron una fe con perspectivas diferentes.


Sobre el autor:
Juan José Barreda Toscano es peruano radicado en la Argentina. Es Doctor en Teología con especialidad en Biblia del Instituto Universitario ISEDET y pastor de la Iglesia Evangélica Bautista de Constitución, Buenos Aires, Argentina. Actualmente se desenvuelve como Conector Continental de la Red del Camino. Profesor Invitado de Sagradas Escrituras en la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Católica Argentina. Es Director y Profesor de Bíblica Virtual.

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