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martes, 27 de junio de 2017

El diseño original: Una lectura contextual | Por Julio Córdova

Imagen: Pixabay

El “Diseño Original” se ha convertido en el santo y seña de algunos evangélicos conservadores para condenar la homosexualidad. Desde su lectura descontextualizada, Gén. 1, 27 y 2, 24 son la clara demostración que en el “Diseño Original” de Dios está establecido única y exclusivamente la relación heterosexual para todos los tiempos y en cualquier circunstancia.

La pregunta es: ¿es este tipo de lectura fiel a la totalidad de la enseñanza de la Palabra de Dios? ¿responde al propósito original de los textos bíblicos?. Sólo una lectura contextual de estos pasajes podrá ayudarnos a entender su sentido. En este artículo proponemos un ejercicio de hermenéutica que busca ubicar el contexto histórico y cultural en el cual surgió Génesis 1[1].

El contexto histórico de Génesis 1

La generalidad de los eruditos modernos afirman que el relato de la creación en Génesis 1 fue formulado en el s. VI antes de Cristo por la escuela sacerdotal, durante el cautiverio de Babilonia o inmediatamente después de éste[2]. Hacia el final de la deportación, varios de la élite israelita buscaron asimilarse tanto a la cultura como al estilo de vida de sus captores, olvidando así la esperanza de la liberación y del regreso a la tierra prometida. Los profetas, entre los que sobresale el II Isaías, tuvieron que esforzarse mucho para impedir esta aceptación pasiva de la esclavitud y esta admiración por los valores del imperio. Exhortaron a los cautivos a mantener la fe en la promesa redentora de Yahvé (Is. 41, 14; 51, 14; 58, 20; etc.).

Adelantándose milenios a los teóricos de la revolución del s. XX, tanto los profetas de la cautividad como los integrantes de la escuela sacerdotal, entendían que era necesario crear las condiciones tanto objetivas como subjetivas para el proceso de liberación. Las primeras llegarían con la derrota de los babilonios por la fuerza emergente de los medo-persas. Pero se necesitaba trabajar arduamente para abonar las condiciones subjetivas. Para deslegitimar las pretensiones de divinidad y eternidad del imperio era preciso “deconstruir” sus mitos fundantes, y formular un poderoso discurso alternativo movilizador.

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El discurso dominante opresor

El discurso babilónico dominante expresado en el mito de la creación conocido como “Enuma Elish”, y que era recitado en las fiestas primaverales de Año Nuevo, tenía los siguientes sentidos[3]: 1) Marduk, el dios oficial y supremo del panteón babilónico, obtuvo su poder tras derrotar a dioses antiguos. Partió en dos el cuerpo de la diosa primigenia Tiamat, con una mitad creó el cielo y con la otra mitad la tierra. Así, la violencia y la muerte son el origen de la creación. Y esa violencia sangrienta es la que legitima el dominio del imperio, el cual debe ser visto como sagrado.

2) Marduk es elegido por los demás dioses como rey para que se enfrente a Tiamat y su hijo Kangú. Siendo este dios la representación de Babilonia, el sangriento dominio de este imperio es, por tanto, el designio de los dioses. Oponerse al mismo es oponerse a la voluntad divina.

3) Después de matar a Kangú, Marduk mezcla su sangre con la tierra y crea a los seres humanos comunes y corrientes, para que ellos sean siervos de los dioses, para que hagan los trabajos serviles y así libren de fatiga a la corte de divinidades. Esto implicaba que tanto el emperador como la aristocracia babilónica que descienden directamente de los dioses, deben ser servidos por el resto del pueblo.

Un discurso alternativo y liberador

Frente al discurso dominante del mito “Enuma Elish”, la escuela sacerdotal judía elabora, a partir de su fe en Yahvé, un contra discurso liberador sobre la creación, en forma de “himno didáctico”. 1) La creación no es el resultado de la violencia y el derramamiento de sangre; sino de la voluntad soberana de Dios. Él dijo y fue hecho se repite  al menos ocho veces en este himno[4].

2) Las fuerzas cósmicas que representan a los dioses del imperio son presentadas en Génesis 1 como resultado de la creación del único Dios verdadero. Por tanto, Babilonia, cuyo dios supremo es Marduk, no es una construcción divina. No es eterna. Así como este imperio se formó, también desaparecerá.

3) No hay dos clases de seres humanos: los descendientes de dioses, y los simples mortales. Todos los seres humanos son iguales porque todos fueron creados a imagen y semejanza de Yahvé (Gén. 1, 27). Nade puede ser esclavo de otro. El destino de los seres humanos no es servir a la aristocracia; sino multiplicarse, dominar la tierra y sojuzgarla (Gén. 1, 28)[5].

Este discurso alternativo y emancipador era cantado durante todos los días de reposo en las sinagogas judías que fueron creadas durante la cautividad en Babilonia. Este himno permitió mantener viva la fe en la acción redentora de Dios y en su pronta liberación del yugo babilónico.

Conclusión

El propósito de Gén. 1, 27 no fue proveer un único y excluyente “modelo heterosexual de familia”. Emplearlo de esta manera es tergiversar su sentido y manipular el texto bíblico. Su mensaje apunta, por el contrario, a resaltar la verdad de que todos los seres humanos son creación de Dios y, por tanto, somos también intrínsecamente iguales. Y todos, incluidos la comunidad GLBT, son portadores de derechos inalienables que nunca deben ser conculcados, y menos en nombre de Dios. 



[1]    Para las citas bíblicas en este artículo se emplea la Nueva Versión Internacional.
[2]    Miguel Ángel Tábet, Introducción al Antiguo Testamento. I. Pentateuco y Libros Históricos. Ed. Palabra: Madrid, (2da Edición), 2008.
[3]    Francisco José Gómez, Dioses, Templos y Oráculos. Creencias Cultos y Adivinación en las Grandes Civilizaciones del Pasado. Ed. Newtilos: Madrid, 2007.
[4]    El salmista capta muy bien el sentido del discurso contra hegemónico de Génesis 1. Yahvé es soberano, por su palabra existen todas las cosas: “él dijo, y fue hecho; él mandó, y existió” (Sal. 33, 9). Y es en la creación que se revela el carácter de Dios: “Él ama la justicia y el derecho” (Sal. 33, 5). Frente a la soberanía y justicia de Dios, la opresión de los imperios desaparecerá: “Jehová hace nulo el plan de las naciones y frustra las maquinaciones de los pueblos” (Sal. 33, 10). Este era precisamente el mensaje de Génesis 1.
[5]    La Declaración de Independencia de los EEUU de 1776, capta magistralmente el sentido del mensaje de Génesis 1: Sostenemos como evidentes estas verdades: que los hombres son creados iguales; que son dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables; que entre estos están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad”.

Sobre el autor:

Julio Córdova Villazón es boliviano. Sociólogo,con estudios sobre el movimiento evangélico, cultura, política y derechos sexuales y reproductivos de su país. Miembro del Núcleo de la Fraternidad Teológica Latinoamericana en La Paz - Bolivia.



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