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Tiene tiempo que lo pienso y lo sigo pensando... Supongo que es bueno reflexionar estos temas, porque soy mujer y no podría pensar de otra forma y sí no lo hago, entonces traiciono lo que soy y de alguna manera no puedo abrazar mi identidad.
PUEDE SER DE TU INTERÉS: Mujeres | Por Alejandra Ortiz
Escribo también como seguidora de Jesús, y tal vez no me sentiría digna y capaz si no fuera por él. No lo hago con afanes académicos, sino para reflexionar el caminar. Desde hace algunos meses estoy más reflexiva sobre esto de andar como mujer. No es sencillo, en un mundo como el nuestro, hostil a la vida, no es fácil tampoco ser niña, muchacha y mujer. Tampoco me siento víctima de nadie, sin embargo, asumiendo realidades y escenarios concretos, es este "lado" del reflejo de Dios quien es víctima de muerte, violencia, tortura, desprecio y usada como mercancía, por el sólo hecho de ser creada mujer y tener cuerpo, mente y corazón femenino.
Muchas cosas no las entiendo, me las pregunto y le pregunto a Dios porque duelen. Hay explicaciones sociológicas y psicológicas para tanto odio y para el desprecio heredado hacia la mujer por siglos, sin embargo, las respuestas altamente elaboradas no me satisfacen del todo. Nuestra separación de Dios como humanidad, hace que no me sorprenda ante toda la muerte y el abuso perpetrado unos contra otros, pero me quedo sin comprender el sueño de superioridad de muchos hombres. Tampoco tengo nada contra ellos, padecemos la misma herida ante nuestra separación con Dios y tenemos la misma oportunidad de ser acercados de nuevo a él y poder llamarle Padre y verlo así, como Padre y también Madre. Sus atributos no son exclusivamente masculinos; en las Escrituras encontramos atributos femininos también, y no tenemos que discutir, porque Dios no posee un sexo.
Seguir a Jesús nos reivindica a todas. Admito que al leer el Antiguo Testamento me dejaba algo confundida y si no fuera por Jesús como clave hermeneútica para comprender toda la Biblia, quedaría un poco inconforme. Sin embargo, entiendo mejor ahora que desde el principio hay dignidad, valor e igualdad atribuida a hombres y mujeres en la misma medida. Una y otra vez Dios se encargó de proteger a las mujeres en medio de contextos machistas, pero somos de duro corazón. Y en palabras de Pablo: en Cristo no hay diferencia entre hombres y mujeres...¡estos muros también han sido derribados, por gracia de Dios!
La invitación es a caminar en estas verdades, a reconocerme creada por Dios y ver a todas como tal. ¡Qué lindo es verlo! Es también de ánimo para caminar junto con ellos, dejar que escuchen nuestras voces, ideas, sueños y pensamientos, para que entonces comprendan, para que conozcan mejor quienes somos, que somos diferentes, pensamos diferente, sentimos distinto y eso también está bien. No es mejor, ni peor, ni somos más buenas o más capaces. Es en ambos, hombres y mujeres que vemos Su imagen reflejada.
Doy gracias por los hombres en mi vida que me han permitido ver esto con más claridad: mi papá, mi mejor amigo, otros amigos y colegas...
Sobre la autora:
Alejandra Ortiz es de Tijuana, México y comparte la vida con Abdiel. Es Licenciada en Historia y estudia Teología en Regent College en Canadá. Trabaja como obrera estudiantil a tiempo completo en Compa, México, pero actualmente se encuentra en sabático de estudios.
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