Susana Villarán, Alcaldesa de Lima |
Cuando hablamos del voto evangélico (si es que existe una cosa así) concurrimos a un panorama que no es muy distinto al de la sociedad como un todo, aunque el hecho de decidir por quién votar tiene sus justificantes particulares. Como a todos, cuesta aceptar otras lógicas a la forma de elegir, y también etiquetamos al otro. Sin embargo, existe un argumento más poderoso que, desde el punto de vista del que lo expone, es categórico: el hecho de que mi decisión electoral es avalada por mis principios cristianos y bíblicos. Dicho de una manera menos implícita: el aval lo de alguien más grande: el creador de los cielos y la tierra, el mismo Jahveh.
¿Qué se puede decir ante eso? Muy poco, en realidad. La afirmación implícita de que Dios estuvo detrás de mi decisión electoral es categórica, y el punto de partida para la intolerancia más absurda a pesar del hecho obvio: dos personas con el mismo móvil (principios cristianos y bíblicos) votan distinto. La última elección limeña, por la revocatoria de la alcaldesa Susana Villarán, lo mostró con demasiada claridad. Como ella había participado en algunas marchas de colectivos pro-gays abogando por la no discriminación, el hecho de removerla de su cargo por apoyar algo tan pecaminoso era, hasta cierto punto, necesario para algunos. De esto se aprovechó el pastor Linares, juntándose con Marco Tulio Gutierrez (2), para recolectar las firmas necesarias para iniciar el proceso de revocación. Lo demás fue causa-efecto: votar SI (a la revocación) se hizo, para muchos, votar contra la iniquidad y la degeneración representada por la alcaldesa. En concreto, la causa anti-gay se hizo el móvil por el SI y las otras cosas, como la ineficiencia de la gestión municipal, fueron cuestiones secundarias. No importaba si los promotores de la revocatoria habían estado involucrados en actos de vil corrupción: el asunto gay estaba por encima de cualquier cosa.
El voto, entonces, se hizo santo. Los cristianos que estábamos por el NO (a la revocación) nos convertimos, repentinamente, en defensores de Sodoma y Gomorra, en prácticamente no cristianos ante una masa agresiva de corte fundamentalista. Qué increíble suena eso, pero así fue. Pero ganó el NO, y se hizo una pequeña crisis. Si la Biblia dice que Dios pone y saca reyes, fue entonces su voluntad que la alcaldesa se quede en el cargo. ¿Está tolerando, entonces, a alguien que apoya a los gays? ¿Por qué, entonces, no seguir el ejemplo que el mismo Dios parece dar? ¿No había revelado Dios que el SI ganaría? ¿Es que Dios no reveló? ¿Quién lo hizo? ¿No será que, quizá, Dios deja en nuestra cancha los asuntos electorales, y no interviene? Este último parece reflexionar en el camino adecuado.
Notas:
(1) El Haití y Las Brujas de Cachiche son dos restaurantes que suele frecuentar la clase alta limeña.
(2) Marco Tulio Gutierrez fue el líder de los revocadores de la alcaldesa de Lima. Alguien cercano a él fue el pastor evangélico José Linares Cerón, quien se hizo conocido por su prédica a favor de la familia y en contra de los movimientos pro-gay. Fue muy importante en el proceso de recolección de las firmas necesarias para iniciar el proceso de revocación.
Sobre el autor:
Abel García García, es peruano. Estudió Ingeniería Económica en la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI), Finanzas en ESAN y Misiología en el Centro Evangélico de Misiología Andino-Amazónica (CEMAA). Es editor de la Revista Integralidad del CEMAA.
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