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martes, 21 de septiembre de 2010

Continúa creando hoy | Por Abel García

Stephen Hawking
Stephen Hawking está de moda, tras esas entrevistas donde dice que Dios no tiene nada que ver en el proceso de formación del universo. Medio mundo ha reaccionado con su pensamiento, cosa que me sorprende mucho, porque ya se sabe lo que el físico piensa desde hace bastante tiempo. Otros científicos como Carl Sagan van en el mismo sentido. Eso no es un problema. Si ellos, por la razón que sea (investigaciones, análisis, prejuicios) piensan que Dios no existe, publicando sus disquisiciones, tienen todo el derecho de hacerlo. Total, nosotros podemos tomar sus ideas, podemos rechazarlas o podemos ignorarlas. Que bien que no estamos en tiempos totalitarios. Ellos exponen sus creencias y nosotros hacemos lo mismo con las propias.

Igual es todo un gigantesco escándalo. Hasta de Juan Pablo II se está hablando, lo que me señala que escondidas sensibilidades se han sentido tocadas. A pesar de eso, es necesario comprender que la física contemporánea se dedica a investigar los orígenes del universo, y no debe sorprendernos que en una o dos generaciones tenga respuestas mucho más certeras sobre todo el proceso de creación de todo lo que nos rodea. ¿No estamos en eso desde el renacimiento? Copérnico, Galileo, Newton, Darwin y Einstein están en la misma ruta de Hawking. ¿Hemos descreído con la teoría de la gravitación universal o con la relatividad restringida? Al contrario, nuestro entendimiento de la forma en que Dios ha actuado en el entorno natural se ha hecho menos esotérica y más diáfana. La ciencia trata de descifrar un lenguaje que también es Palabra de Dios: el funcionamiento del universo. Lo que encuentra es, en cierta forma, revelación.

Pero a veces se nos olvida eso. Pensamos en un Génesis repleto de literalidad, serio manual de ciencia exacta cuando no es así. En nuestra mente está la secuencia de siete días, llena de seres forjados ex-nihilo continuamente hasta llegar a la creación principal, el hombre, que acaba cayendo por una fruta, dañando todo el enorme universo. Eso suena bonito, simpático para los cuentos de mi pequeño hijo, pero se enmarca dentro de una concepción mitológica de la cosmología cristiana. Tristemente, es la que se transmite apologéticamente por todas partes y la que muchos científicos tienen en la cabeza al pensar en la palabra creacionismo. Así las cosas no funcionan, ni en la creación material ni en el accionar de Dios con nosotros.

Dios nos enseña que la ruta la sigue con nosotros, andando con extremada paciencia mientras a veces vencemos y las otras ocasiones somos derrotados vergonzosamente. Paso a paso sigue nuestro caminar, se alegra y llora con nosotros, por ahí nos ayuda de vez en cuando ―¿alguien dijo la palabra oración? ―, respetándonos completamente como seres independientes y libres. Nos apoya en el objetivo de ser mejores día a día, hasta el momento de dejar esta vida. De la misma manera, creó el universo siguiendo una secuencia de millones de años, andando con la creación en avance continuo. También forjó su Palabra revelada, la Biblia, en un lento proceso de idas y vueltas donde uno escribió, otro reescribió, otro a veces editó, un desconocido aumentó, otros preservaron, y otros autenticaron, mil años entre los primeros y los últimos. Su relación con su pueblo, desde el patriarca Abraham, sigue un comportamiento parecido. ¿No es este un patrón?

Lo es. Por ello es un total error de enfoque el decir que Dios no estuvo en el big bang, como si sólo hubiera estado allí. Dios, en realidad, ha estado en todo el proceso creativo, desde la creación del tiempo hasta ahora, mientras escribo estas líneas. Él no sólo jaló el gatillo, sino que anduvo revisando el proceso que, al menos en este planeta de este universo, nos ha traído a nosotros, los homo sapiens. Hablar de que sólo estuvo al comienzo es limitar su accionar, es debatir sobre algo incorrecto, es minimizar a la Divinidad.


Sobre el autor:
Abel García García, es peruano. Estudió Ingeniería Económica en la UNI y Misiología en el Centro Evangélico de Misiología Andino-Amazónica.
Es editor de la Revista Integralidad del CEMAA.
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Sitio Web de Abel: Teonomía

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