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jueves, 12 de abril de 2018

La forma del agua

Por Renzo Díaz, Perú

Imagen: Pixabay
Como Iglesia ¿visibilizamos las problemáticas ambientales?, ¿Qué prácticas sostenibles realizamos en relación al cuidado del agua?, ¿Con qué pertinencia, como cristianos(as), estamos respondiendo a los desafíos del cambio climático?, ¿Habla la Biblia sobre el cuidado del agua?

Las recientes investigaciones sobre la problemática del agua son aterradoras al afirmar que Perú está a punto de sufrir las consecuencias de la escasez de agua debido a que uno de los mayores ríos procedentes de los glaciares de los Andes, el Río Santa, recibe ya menos agua (1).

Este contexto, cómo personas de fe, nos confronta a pensar cuánto en nuestros discursos religiosos estamos abordando el problema y ofreciendo una alternativa que aplaque está hecatombe ambiental.

La Biblia contiene tradiciones judías que se pueden considerar protectoras de la madre tierra, como es en el caso del relato cosmogónico del "huerto del Edén" en Génesis capítulos 1, 2 y 3. Tenemos que destacar que esta tradición es propia de los pueblos antiguos y de las culturas pre-industriales, aquellas que en la naturaleza encontraban su sustento diario; tal es así que el noventa por ciento de la antigua población vivía en pueblos o aldeas, y estaba principalmente dedicada a la agricultura (2). Estos pueblos comprendían que gracias a la Gaia (para los griegos) o la Pachamama (para las culturas pre-hispánicas) existían y perduraría su generación.

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Cuando el texto bíblico afirma que "... El Espíritu de Dios se movía ("Rachaph" en hebreo) sobre la faz de las aguas" (Génesis 1:2), asegura que la divinidad habitaba con las aguas, el Espíritu del Creador con la creación y lo inmaterial era inseparable de lo material. Este versículo habla de la tradición mítica de la cosmogonía popular/folclórica que se tenía en aquel entonces sobre el origen del universo y que, finalmente, influenciaron al redactor o redactores finales en la composición de este texto (3). Pienso que algunas culturas entendieron perfectamente ésta interacción de la materia/espíritu, llevando lo natural al espacio de lo mitológico; muestra de ello es como las antiguas civilizaciones de América divinizaron lo creado, otorgándoles el valor de lo sagrado en su cotidianidad sobrepasando la conciencia que hoy tenemos de los seres creados, como fue con el agua al considerarla la Mama Yaku ("Madre agua" para los pueblos indígenas amazónicos) y con la tierra al considerarla Mama Pacha ("Madre tierra" para los pueblos indígenas de los Andes); siendo superorganismos de complejo equilibrio que se han visto amenazados por el asalto depredador de la industria en los últimos años (4). De aquí es que resulta importantísimo el aporte de los pueblos ancestrales e indígenas a la sostenibilidad del agua y a la pertinencia de la palabra/acción del cristianismo en el contexto de cambio climático; será por ello que el teólogo L. Boff ha afirmado que, hoy, echamos de menos en los seres humanos de la modernidad industrialista el espíritu de encantamiento, de veneración y de sacramentalidad de todas las cosas (5).

Desde Vida Abundante que es una ONG conformada por cristianos(as) que defienden la creación de Dios, promovemos prácticas que sean amigables con el agua y coherentes con el mensaje bíblico; quiero recomendarles algunas de ellas, las cuales son posibles vivenciar en cualquier contexto:
  • Reduce el tiempo de duración de tus baños, no jabonándote todos los días.
  • Usa vasos o baldes con agua para riego de las plantas en vez de manguera.
  • Cubre el suelo de tus macetas con paja, para reducir la evaporación del agua.
  • Mide el agua usando baldes cuando te bañes, cuando laves platos, etc.
  • Usa un vaso con agua para lavarte los dientes.
  • Recolecta el agua fría de la ducha en baldes, mientras el agua caliente demora en llegar.
  • Baja la palanca del agua hasta la mitad (no uses el 100% del volumen disponible).
  • Riega las plantas antes de las 9 a.m. o después de las 4 p.m., porque la radiación es menor.
  • Lava el auto con baldes y no con manguera.
  • Coloca un objeto que ocupe la mitad del tanque de agua en el inodoro.
  • Reutiliza el agua del lavado de ropa en el inodoro.
  • No tires de la palanca del inodoro cada vez que lo utilizas.
  • Usa la lavadora en su máxima capacidad de ropa, para así lavar la mayor cantidad y ahorrar agua con una sola pasada.
  • Recicla el agua gris (cocina y caños) en biofiltros caseros (ver vídeo de Vida Abundante), y usa esta agua en el riego de tus plantas.
Referencias bibliográficas:

1- Recuperado el 10 de marzo del 2018 de: http://www.nationalgeographic.es/medio-ambiente/el-retroceso-de-los-glaciares-causa-de-la-escasez-de-agua.

2- B. Malina y R. Rohrbaugh, (1996). Los evangelios sinópticos y la cultura mediterránea del siglo I. España: Verbo divino, p. 328.

3- J. Ruiz de Peña, (1988). Teología de la creación. España: Sal Terrae, p. 33-35.

4- J. Tamayo, (1999). Diez palabras clave sobre Jesús de Nazaret. Navarra: Verbo divino, p. 414.

5- L. Boff, (2002). El cuidado esencial: Ética de lo humano, compasión por la tierra. Madrid: Trotta, p. 107.

Sobre el autor:

Renzo Díaz es peruano. Estudió teología en la Universidad Seminario Bíblico Andino del Perú, profesor de religión en el I.E.P. Abraham Valdelomar de la YMCA-Perú, miembro de la ONG Vida Abundante y miembro de la Iglesia Las Asambleas de Dios del Perú.


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