5 de septiembre de 1914 - 23 de enero de 2017 |
Este martes 23 de enero del 2018 el antipoeta partió a la inmortalidad. Era el último del clan Parra que quedaba con vida. También era el último escritor de su generación que vivía aún. Los últimos años lo pasó entre Las Cruces y Santiago, donde vivía su familia.
Nacido el 5 de septiembre de 1914, el primero en nacer de sus hermanos y el único que seguía con vida, Nicanor, de formación matemático y físico en su alma Mater, la Universidad de Chile, es conocido mundialmente por "Poemas y Antipoemas" (1954),pero también por trabajos como "Cancionero sin nombre", su primer poemario (1937), "La cueca larga" (1958), "Manifiesto" (1963), "Obra Gruesa" (1969 y su primera antología) "Artefactos" (1972) o "Ecopoemas" (1982), entre otros.
Además, una extensa lista de premios, como el Premio Nacional de Literatura (1969),Premio de Literatura Latinoamericana y del Caribe Juan Rulfo (1991), Premio Miguel de Cervantes (2011), Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda (2012), entre muchos otros.
Así definió el oficio del poeta: “El poeta es un hombre como todos / un albañil que construye su muro: / un constructor de puertas y ventanas”, apuntó en Manifiesto, en 1963, donde señalaba que “Los poetas bajaron del Olimpo”. Su obra antipoética, basada en el habla cotidiana, donde asomaba el humor y el absurdo, le valió detractores y también los elogios de quienes vieron oxígeno ante la rigidez de la poesía lírica. Pablo de Rokha fue severo: “Los antipoemas inspiran lástima y asco”. El narrador argentino Ricardo Piglia lo consideraba su “maestro” y “el mayor poeta de la lengua después de Vallejo”.
El poeta y físico matemático, fallecido a los 103 años de edad, que siempre era el mayor entre sus visitantes, era una mente lúcida inigualable, que podía recitar de memoria poemas en varios idiomas, contar chistes callejeros, recordar con detalle sabrosas anécdotas con Neruda, su hermana Violeta, y reflexionar con agudeza, desde la astucia y la experiencia, sobre la vida y la incertidumbre.
En definitiva, el autor que revolucionó la poesía hispanoamericana con su libro Poemas y antipoemas (1954) fue el último sobreviviente de la gran literatura del siglo XX. Al contar sus historias unía el discurso de la academia y de la calle, donde se asomaban frases de su hermano Roberto, Shakespeare, Pezoa Véliz, conceptos de la mecánica cuántica, Nietzsche hasta el Código de Manu.
Nicanor Parra, quien a mediado de los 90 se instaló en el balneario de Las Cruces, luego de 20 años de hacer clases de literatura a los alumnos de ingeniería en la sede de Beauchef de la U. de Chile, volvía de vez en cuando a referirse a su traducción de Hamlet que nadie vio publicada. “Hamlet es la culminación de todo”, decía sobre su desafío y obsesión.
El personaje shakesperiano que tanto lo cautivó convertido en su cuaderno de apuntes, en un huaso chillanejo o un lanzador de frases puntudas. “Soy el fantasma de Hamlet”, diría Parra, el primer gran poeta chileno que no usó seudónimo. Que firmaba sus libros de poemas con el mismo nombre con el que pagaba las cuentas y respondía las dudas al otro lado del teléfono. Distinto a Ricardo Neftalí Reyes (Pablo Neruda), Lucila Godoy Alcayaga (Gabriela Mistral) o Carlos Díaz Loyola (Pablo de Rokha).
Termino con una de sus frases más irónicas: “La izquierda y la derecha unidas, jamás serán vencidas.”
Sobre el autor:
Víctor Rey es chileno, radicado en Ecuador. Coordinador de Relaciones Inter institucionales de la Fundación Nueva Vida en Quito. Egresado del Seminario Teológico Bautista de Santiago de Chile, posteriormente se recibió de Profesor de Filosofía en la Universidad de Concepción. En 1989 obtuvo la Licenciatura en Ciencias Sociales en la Universidad Alberto Hurtado (ILADES), Chile, y en 1993 el Master en Comunicación Social en la Universidad Católica de Lovaina, Bélgica.
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