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lunes, 26 de septiembre de 2011

!Profesor, adiós! En memoria de Néstor Massa Barrios | Por Harold Segura

Era el sabio de nuestra generación; no exagero. Así lo considerábamos quiénes ingresamos al Seminario Teológico Bautista Internacional de Cali —ahora Fundación Bautista Universitaria— en 1978 y nos alistábamos para recibir sus primeras clases.

El profesor Massa nos enseñó los secretos de los textos espurios, descifró las claves de la hermenéutica histórico-gramatical (era lo más audaz por aquellos tiempos), reveló los misterios de la teología sistemática y nos deslumbró con su manejo ilustrado de las variantes lingüísticas del griego bíblico. Asuntos de la lingüística tan intrincados como los de la teología (por lo menos, en mi caso, la gramática de cualquier idioma extranjero siempre me ha resultado más misteriosa que la mismísima Trinidad).

Sus conocimientos, tan eruditos como polifacéticos, siempre iban salpicados de liberadoras chispas de buen humor. Nos contaba con malicia de adolescente las anécdotas de su generación (en especial las vividas con su amigo de siempre, el pastor Ramón Medina Ibañez), las ocurrencias de sus épocas juveniles en su querida Cartagena de Indias, y las peripecias del trabajo pastoral. Entre historia y anécdota, trascurrirán sus clases en las aulas calurosas de Cali al medio día.

De Néstor Massa recibimos más que enseñanzas formales situado él ante una pizarra de profesor. Aprendimos mucho más fuera de clase. En mi caso, y por esas cosas de la gracia del Señor, tuve después el privilegio de ser su colega como profesor y, años más tarde, pastor asociado, en la Iglesia Bautista de Jerusalén donde él servía. Hoy he vuelto a ver la fotografía donde aparece él orando por Juan Miguel, mi hijo, el día de su presentación ante el Señor.

Entre 1995 y el 2000, fui rector del Seminario donde él seguía laborando y, entonces, propuse ante la Junta Directiva de la institución, que le concediéramos un título honoris causa como Doctor en Teología. La propuesta, que contaba con el apoyo de un grupo de amigos profesores, entre ellos Pablo Moreno Palacios, actual rector de la institución, fue acogida y aprobada. Ya podrán imaginar el honor que supuso que un discípulo le entregara a su maestro un título, en el que, a nombre de nuestra generación, le expresábamos admiración y gratitud.

En el Seminario Teológico Bautista Internacional de Cali, Néstor Massa laboró durante treinta y cuatro años; su servicio abnegado dejó imborrable huella en varias generaciones de pastores, pastoras, misioneros, misioneras, educadores, educadoras y otros servidores y servidoras de las iglesias, principalmente de Colombia y de otros países vecinos.

A su lado, aprendimos mucho más que Biblia y Teología. Él fue para nosotros muestra ejemplar de inteligencia puesta al servicio del Reino. Jamás lo vimos apelar a su sapiencia para desconocer la dignidad de otra persona; nunca requirió de sus títulos académicos para ganarse el respeto de sus estudiantes, ni de sus feligreses. En ningún momento lo vimos participando en luchas de poder (de esas que tanto abundan en los círculos eclesiásticos), ni disputando los primeros lugares (esos que tanto gustan a los predicadores de hoy trastornados por las multitudes que los aplauden), ni entrometido en debates insulsos a favor de la exclusividad de la doctrina bautista (de esos debates excluyentes tan comunes en aquellas épocas).

Massa es un sabio, decíamos entonces. Massa es una persona sencilla, dijimos años después. Massa fue un servidor ejemplar, decimos hoy. No necesitó esconder sus imperfecciones humanas para ganarse nuestro respeto. Sabíamos cómo era, con qué sufría, con quienes no se sentía a gusto y qué cosas lo decepcionaban. Creyó en la gracia de Dios y se acogió a ella.

—«Muchachos», nos dijo un día en una clase de la Epístola a los Hebreos,

—«desde cuando descubrí esta carta, descanso en la gracia de Cristo. Ya no confío más en mis propias virtudes, sino en las virtudes de Cristo. Ya no me hago ilusiones con mi propia perfección».

Nos estaba explicando el cuarto capítulo donde se habla del reposo del Pueblo de Dios. Allí donde se dice «Por tanto, queda un reposo para el pueblo de Dios» (Hebreos 4:9).

¡Profesor, adiós! Ahora goza usted de la plenitud del reposo de su Señor.

Sobre el autor:

El pastor y teólogo Harold Segura es colombiano, radicado en Costa Rica. Director de Relaciones Eclesiásticas de World Vision International y autor de varios libros.
Anteriormente fue Rector del Seminario Teológico Bautista Internacional de Colombia.
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