Ciudad del Cabo, Octubre 18 de 2010
El programa del Congreso le asigna a cada día un tema especial; el de hoy fue verdad, seguido por el lema: La defensa de la verdad de Cristo en un mundo pluralista y secularizado. Esos temas fueron seleccionados por los líderes de Lausana, que son doce, y que representan diferentes regiones del mundo. Este grupo trabajó durante casi tres años para identificar los desafíos que enfrentarán las iglesias en las próximas décadas. Identificaron estos temas: verdad, reconciliación, creencias del mundo, prioridades, integridad y asociaciones. Con esos ejes y en ese orden se desarrollará el programa de este Lausana III.
En la primera hora y media de cada día tenemos un estudio bíblico participativo de un capítulo de la carta a los Efesios. Los participantes reunidos en pequeños grupos alrededor de una mesa, observan el texto bíblico y después dialogan acerca de los hallazgos de cada uno. A esta primera experiencia participativa, le sigue una presentación exegética por parte de un expositor invitado. Hoy el expositor fue Ajith Fernando (Sri Lanka) y mañana será una mujer latinoamericana, Ruth Padilla DeBorst (Argentina-Costa Rica), Secretaria General de la Fraternidad Teológica Latinoamericana. Después de la exposición, se dan unos minutos más para que los grupos pequeños hagan unas aplicaciones prácticas siguiendo una guía de preguntas preparadas de antemano por el facilitador general de los estudios. Al final de la media mañana, una oración y después del primer receso.
Después sigue la sesión plenaria con el desarrollo del tema central del día. El de hoy, como dije antes, fue (observen bien la redacción del tema tal cual aparece en el programa oficial en castellano; ya de por sí la redacción encierra un mensaje): La defensa de la verdad de Cristo en un mundo pluralista y globalizado. Y llamo la atención sobre algo más. Esta defensa de la verdad es el primer tema y, además, se presenta en el programa con una nota aclaratoria que advierte que «es la base de nuestra semana de debates» puesto que, «todo depende de nuestra clara comprensión de Cristo, Eterno Hijo de Dios, Creador y único Salvador, en quien todas las cosas encuentran sentido».
Bueno, pero, se preguntarán ustedes, ¿por qué me detengo en estas consideraciones de orden, tema y lugar? Lo hago porque ese diseño refleja la intencionalidad pastoral y revela la metodología teológica de fondo que nos propone ahora el Movimiento de Lausana. Es una apreciación personal que expongo al respetuoso y necesario debate (a propósito, se ha convocado para mañana martes y para el viernes a dos conversatorios donde los participantes latinoamericanos podamos sentarnos junto a un café y mucha amistad ---más amistad que café--- para conversar acerca de estas crónicas e impresiones que me he permitido escribir durante estos días. Gentileza que agradezco a Enrique Pinedo y a Juan Pablo Bongarra).
Y bien sabemos que la metodología juega un importante papel en la construcción de todo sistema teológico o propuesta pastoral. ¿No se originaron, acaso, los más ardorosos debates acerca de la teología latinoamericana de la liberación porque proponía un nuevo método que implicaba, en opinión de todos, una nueva manera de hacer teología?[1] De allí que, cuando decidimos hacer un ejercicio pastoral o teológico, no sea igual partir de la lectura de la realidad a la luz de la fe, que partir de la reafirmación de una confesión doctrinal, o partir, como en nuestro caso, de un presupuesto apologético. Y, en especial, cuando el asunto es la misión la Iglesia, si que se cumple el dicho aquel de dime de dónde partes y te diré a dónde llegas.
Bueno, si por las declaraciones finales juzgáramos, diríamos, entonces, que mientras Lausana I partió de la intencionalidad misionera del Dios Creador y Señor del mundo (el primer capítulo del Pacto de Lausana es «El propósito de Dios»), Lausana II partió de una serie de afirmaciones claves de la fe evangélica (el Manifiesto de Manila, antes de su primer apartado que es «Todo el Evangelio», presenta 21 afirmaciones, en su mayoría de índole doctrinal), Lausana III, decidió partir de la defensa de la verdad, ante un diagnóstico axiomático que declara que el pluralismo, las secularización y el mundo globalizado son los males ante los cuales debemos responder. La defensa de la verdad. Al parecer esta es la brújula pastoral que intentará orientar nuestra travesía misionera. Bueno, eso si en las mesas no se dice algo diferente, o en las sistematizaciones de los diálogos grupales no se reclama algo diferente.
Como ven, la esperanza no la he perdido. «Mantener los sueños y la esperanza», como enseñaba el viejo Mario Benedetti
[1] Cf. C. René Padilla, Una nueva manera de hacer teología, en: Revista Iglesia y Misión, # 1, Buenos Aires, Kairós.
Sobre el autor:
El pastor y teólogo Harold Segura es colombiano, radicado en Costa Rica. Director de Fe y Desarrollo de World Vision en América Latina y El Caribe y autor de varios libros. Anteriormente fue Rector del Seminario Teológico Bautista Internacional de Colombia.
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