Lana pesa ocho kilos: El hambre como arma y el silencio como complicidad | Por Bernabé - El Blog de Bernabé

Breaking

Home Top Ad

jueves, 7 de agosto de 2025

Lana pesa ocho kilos: El hambre como arma y el silencio como complicidad | Por Bernabé

¿Y si Lana fuese tu hija?

Cinco años. Ocho kilos. Un cuerpo diminuto que no debería cargar el peso de una guerra. Su nombre es Lana, y su rostro ya es símbolo de la catástrofe humanitaria en Gaza. La imagen fue tomada el 28 de julio, cuando su familia, desplazada del barrio de Shuja'iyya por los bombardeos, logró llegar al centro de Gaza. La niña, visiblemente desnutrida, no alcanza el peso promedio de un bebé de un año.


Esta imagen fue portada del
Guardian Weekly, y no por sensacionalismo, sino porque el horror necesita rostro, carne, nombre. Porque mientras hablamos de cifras —más de 60.000 muertos y 2,2 millones de personas en estado de hambruna—, olvidamos que detrás hay vidas únicas, como la de Lana. Y su historia nos interpela: ¿Qué harías si fuera tu hija?

El hambre como arma de guerra
 
La situación en Gaza no es una simple crisis humanitaria: es una hambruna inducida, provocada por decisiones políticas que restringen deliberadamente el acceso a alimentos, agua y medicinas. Así lo denuncian organismos como Save the Children, Médicos Sin Fronteras y el propio relator especial de la ONU sobre el derecho a la alimentación, Michael Fakhri, quien declaró:

“Israel está matando de hambre a Gaza. Esto constituye un genocidio, crimen de lesa humanidad y crimen de guerra.”


Estas no son palabras usadas a la ligera. Son categorías jurídicas internacionales definidas por la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio (1948), cuyo artículo II dice:

“Se entiende por genocidio cualquiera de los actos perpetrados con la intención de destruir, total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico, racial o religioso como tal”, incluyendo: “Infligir deliberadamente al grupo condiciones de existencia que hayan de acarrear su destrucción física, total o parcial.”


El uso del hambre como arma de guerra encaja, tristemente, en esta definición. Cuando se impide deliberadamente el ingreso de alimentos, cuando se destruyen las panaderías, los molinos, los sistemas de agua potable; cuando se deja morir de inanición a niños y niñas como Lana mientras los camiones con ayuda esperan en la frontera… no es un “daño colateral”. Es una política de exterminio.

El silencio también mata

Muchos preferirían que no escribiéramos esto. Que no lo digamos en voz alta. Que no incomodemos. Pero desde la fe, guardar silencio frente al sufrimiento también es una forma de complicidad. No podemos callar ante un genocidio en tiempo real, transmitido en vivo, como espectáculo globalizado ante una audiencia paralizada, distraída o indiferente.

Jesús nos dijo que veríamos su rostro en los hambrientos, los sedientos, los desnudos, los encarcelados (Mateo 25:35-40). Hoy, ese rostro tiene nombre: Lana. Y nos pregunta: ¿Dónde estabas cuando tuve hambre? ¿Dónde estabas cuando me moría de sed?

Nuestra fe no es neutral

El Evangelio no nos deja espacio para la neutralidad. Como afirmó Dietrich Bonhoeffer durante el nazismo:

“No hablar es hablar. No actuar es actuar.”


Desde El Blog de Bernabé insistimos: la fe cristiana auténtica siempre toma partido por la vida, por la justicia, por los niños y niñas, por las víctimas. No para alinearse con banderas políticas, sino para encarnar la compasión de un Dios que “escucha el clamor de su pueblo” (Éxodo 3:7).

El ayuno que Dios quiere

El profeta Isaías denunció a un pueblo que practicaba ayunos religiosos mientras oprimía a los pobres. Y lo dijo sin ambigüedades:

“¿No es más bien este el ayuno que yo escogí: desatar las ligaduras de impiedad, soltar las cargas de opresión, dejar libres a los quebrantados… y que partas tu pan con el hambriento?” (Isaías 58:6-7)


Hoy, las calles bombardeadas de Gaza son ese altar donde se ofrece el pan negado. Donde el ayuno real es forzado por la guerra. Donde una niña pesa ocho kilos y todavía respira, apenas.

¿Y si Lana fuese tu hija? 

El Evangelio nos confronta. Nos pregunta si podemos seguir comiendo tranquilos mientras otros mueren por falta de pan. Nos recuerda que “el que sabe hacer lo bueno y no lo hace, comete pecado” (Santiago 4:17).

Por eso escribimos este artículo. Para incomodar. Para denunciar. Para suplicar:
No te acostumbres. No te calles. No dejes de orar, de hablar, de actuar.
Porque el hambre que mata a Lana es también el hambre de justicia que debe arder en nosotros.

¿Qué puedes hacer?

  • Infórmate y comparte este artículo con otros.
  • Exige a tus representantes políticos una postura clara y una acción humanitaria urgente.
  • Apoya a organizaciones confiables que trabajan en Gaza.
  • Ora con insistencia, con dolor, con esperanza.

Lana aún vive. Y mientras respire, aún hay algo que podemos hacer.

ÚNETE A NUESTROS CANALES EN:

Telegram WhatsApp
Sobre el autor: 

¡Hola! Soy Bernabé, tu anfitrión en "El Blog de Bernabé", un espacio dedicado a profundizar en teología, fe, misión integral y espiritualidad. Aquí, junto a un grupo de amigos y amigas, compartimos reflexiones, inspiración y diálogo espiritual. Te invito a ser parte de nuestra comunidad, donde exploramos y reflexionamos juntos. Mi propósito es difundir ideas y perspectivas cristianas, espirituales y teológicas originadas en Latinoamérica y el Caribe.

¿ALGO QUE DECIR? COMENTA ESTE ARTÍCULO MÁS ABAJO CON FACEBOOK, BLOGGER O DISQUS

No hay comentarios.:

Publicar un comentario