Zygmunt Bauman y la “vida líquida”
Zygmunt Bauman, premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades en 2010 (junto a Alain Touraine), nació en 1925 en Poznan, Polonia, y falleció el 9 de enero de 2017 en Reino Unido. Sociólogo, filósofo y ensayista, centró gran parte de su investigación en la modernidad. De allí surgió uno de sus conceptos más célebres: la “vida líquida”, con el que definió la forma en que habitualmente vivimos en nuestras sociedades contemporáneas.
Una vida líquida se caracteriza por la ausencia de rumbo fijo: al no tener forma estable, fluye, se adapta y cambia constantemente. Esto hace que nuestras existencias estén marcadas por la precariedad y la incertidumbre. La gran preocupación es no quedar fuera del tren de la actualización, en medio de los vertiginosos cambios que nos rodean, y evitar ser considerados obsoletos.
En su libro La vida líquida, Bauman ofrece un diagnóstico sobre la sociedad de consumo que resulta demoledor por su exactitud y, al mismo tiempo, conmovedor.

El mito de la caverna como espejo de nuestra sociedad
Al escribir estas líneas, no pude evitar recordar el mito de la caverna de Platón. Esa imagen ha seguido resonando en mi mente con una fuerza que me provoca angustia, pues quizás me descubro más encadenado de lo que pensaba. Soy consciente de la perversidad del sistema consumista y de sus maquiavélicos mecanismos, pero también reconozco que somos nosotros mismos quienes tenemos las llaves de muchas de las cadenas que nos atan.
¿Pensamos, decimos y actuamos en coherencia? ¿Nos conocemos realmente? ¿Estamos viviendo la vida que deseamos? ¿Luchamos de verdad por nuestros sueños? ¿Somos conscientes de que pertenecemos a una gran familia llamada humanidad?
La certeza de la incertidumbre
Tal vez la falta de respuestas a estas preguntas es lo que nos hace navegar sin rumbo. Vivimos —como expresó Bauman en su discurso al recibir el Premio Príncipe de Asturias— en “un mundo donde la única certeza es la certeza de la incertidumbre, en el que estamos destinados a intentar, una y otra vez y siempre de forma inconclusa, comprendernos a nosotros mismos y a los demás; destinados a comunicar, con y para el otro”.
Los velos de la modernidad líquida
En La vida líquida, Bauman nos ayuda a descubrir los velos que ocultan el mundo que habitamos y que tratamos de comprender. Velos que no son más que sombras y ecos, semejantes a los que ven y escuchan los prisioneros de la caverna platónica, convencidos de que representan la realidad. En realidad, son distorsiones cuidadosamente producidas para mantenernos encadenados frente al muro, incapaces de ver más allá.
La clave está en reunir el coraje suficiente para girarnos y comprobar que esas formas grotescas son solo deformaciones. Entonces podremos contemplar la luz clara que proviene de fuera, la que señala la dirección hacia la verdadera realidad.
Consecuencias de la liquidez en la vida personal
Bauman define la sociedad moderna líquida como aquella en la que las condiciones de actuación cambian más rápido de lo que las formas pueden consolidarse en hábitos y rutinas estables. La consecuencia es clara: los logros individuales no alcanzan a solidificarse en algo duradero; los activos se convierten en pasivos y las capacidades en discapacidades en cuestión de un instante.
En este escenario, los triunfadores son quienes logran ser ágiles, ligeros y volátiles, como el propio comercio y las finanzas. Se trata de personas hedonistas y egoístas, que ven en la novedad una buena noticia, en la precariedad un valor, en la inestabilidad un impulso y en lo híbrido una riqueza.
El nuevo modelo de héroe y el hombre light
El nuevo modelo de héroe es aquel que busca fama, poder y dinero por encima de todo, sin importar a quién arrastra en el camino.
Esta descripción coincide con el “hombre light” de Enrique Rojas, definido por cuatro rasgos: hedonismo, que entroniza el placer; consumismo, donde el ser se mide por lo que se tiene y no por lo que se es; permisividad, que proclama que todo vale; y relativismo, donde nada es intrínsecamente bueno o malo y, en última instancia, todo depende de la opinión individual.