Jesús quiere volver a su barrio

Esta Navidad, regala lectura. Regala un libro hoy. Esta Navidad, regala lectura. Regala un libro hoy.

Artículo publicado originalmente en MISSION TALK. Reproducido con autorización.

“El Verbo se hizo carne y sangre, y se mudó al barrio. Vimos la gloria con nuestros propios ojos, la gloria única, tal como el Padre, así el Hijo, generosa por dentro y por fuera, real y verdadera de principio a fin, de los pies a la cabeza.”
Juan 1.14,16 (Paráfrasis)

Muchas veces sueño con volver a vivir en mi barrio. En el centro de Santiago de Cuba, la ciudad más caribeña de la gran isla del Caribe. Santiago, la cuna del son y del bolero, y donde yo nací, a cuatro cuadras de la Casa de la Trova. Digo sueño, porque en realidad ya eso no es posible. Todo lo que le daba importancia a ese espacio para mí ha cambiado. Allí yo era Rubencito, o Tito, el hijo de Rubén y Anays, el hermano de Darina y Dania, que vivían en la casa donde había un piano frente al parquecito Serrano.

Portada del libro

La misión cristiana en el mundo

La misión cristiana en el mundo moderno, de John Stott y Christopher J. H. Wright, replantea la misión como una tarea integral que une anuncio, servicio y discernimiento frente a los desafíos del presente. A través de conceptos como evangelización, diálogo y salvación, los autores ofrecen una visión bíblica y profundamente práctica que evita reduccionismos. Es una obra que ayuda a las iglesias y a quienes sirven en ellas a comprender qué significa participar hoy en la obra reconciliadora de Dios.

Digo que sueño con volver porque, en realidad, ya eso no es posible. Todo ha cambiado allí para mí. Pasó el tiempo y yo salí, como uno de los millones de cubanos. Mi recorrido de estudios y vida me convirtió en uno de los tantos migrantes de este siglo.

Jesús una vez también vivió en un barrio, llamado Nazaret. Cada vez que leo este pasaje de Juan 1, imagino a Jesús regresando a su propio barrio, al lugar donde lo conocían como “el hijo de José y María”. Allí, delante de su gente, declaró cuál era su misión en la vida, en medio de un servicio religioso. No habló de doctrinas complicadas ni de rituales sagrados. Esa primera vez aprovechó para explicar su programa de rescate del barrio, con buenas noticias para la gente pobre, salud para los que tenían corazones rotos, libertad a los apresados y justicia a los oprimidos. En otras palabras, habló de su plan de trabajo, de dónde estaba su corazón y de cómo esto era una plataforma de cambio para su barrio. Y, claro, eso causó tensión. Tanto así que querían matarlo cuando ofreció que eso se empezaba a cumplir a partir de ese mismo día.

Llevo años sintiendo esa misma tensión porque, siendo casi un niño, también declaré que quería dedicarme a servir en mi barrio. Y lo hice en mi propia iglesia. Ha pasado el tiempo y todavía me siento preso de esas palabras. Y aunque a mí no han intentado lincharme —o eso creo—, sí siento constantemente que la gente me dice: mejor habla de otra cosa, de lo que pasa en el cielo más que de lo que ocurre en este barrio donde ahora vives. Igual que le pasó a Jesús.

Sé que hoy, en mi barrio de Santiago, se va mucho la luz, no alcanza para comer, falta el agua y los jóvenes ya no tienen opciones. Sé que la gente está perdiendo la esperanza y solo quiere irse del país, igual que yo un día me fui. Y cuando pienso nuevamente en Jesús y su barrio, me imagino que él y yo estamos igual. No tenemos espacio. Ni Santiago funciona, ni en Belén se puede vivir. Aunque tampoco anda muy bien mi otro barrio de la Florida, en los Estados Unidos, donde violentamente nos arrebatamos la vida y las esperanzas los unos a los otros.

Jesús y yo nos quedamos oficialmente sin barrio de nacimiento. Y aunque yo no pienso volver a Santiago, por mucho que me duela, no estoy tan seguro de que Jesús no quiera volver a Belén. Porque él sí prometió que regresaría. Él está interesado en hacer habitable su barrio. No le importa que se haya quedado vacío; que le hayan caído bombas a un par de templos cercanos; que esté siendo ocupado por el ejército de otra autoridad o que tenga más de 70 vallas o muros que atravesar, con retenes llenos de guardias armados; que el comercio, el turismo y el empleo hayan bajado más de un 40 % en Belén; que tenga que presentar muestras de su nacionalidad cada vez que tiene que entrar y responder las mismas preguntas odiosas de los oficiales. Jesús insiste en habitar en su barrio; él quiere a la gente de su barrio: a los pobres, a los quebrantados, a los cautivos, a los enfermos y a los oprimidos.

“Y él quiere que tú y yo amemos como él ama, que no nos cansemos de servir a esos vecinos que tienen conflictos, a los pobres, a los solos, a los extranjeros, a los enfermos, a los tristes y a los presos.”
Que expliquemos una y otra vez su plataforma de cambio, su plan de trabajo; que abramos nuestro corazón para hacer nuestros barrios habitables y sanos. Jesús quiere que adelantemos su segunda mudanza, volviendo al sueño que él tiene para su barrio.

¡Ven, Señor Jesús!

¿Tienes algo que decir?

Acerca de:

Suscríbete y mantente informado

Suscríbete y recibe nuevas reflexiones que ponen en diálogo la fe, el cristianismo y la misión.

Unete a nuestros canales

Te puede interesar