El libro de Jueces describe la actuación de 12 «jueces» que habría tenido el pueblo de Israel durante los siglos posteriores a la muerte de Josué y anteriores a la monarquía. El libro cubre más o menos un período de 350 años; desde la muerte de Josué hasta el final del período de los jueces, el cual culmina con la vida de Samuel.
Israel no pudo derrotar y expulsar a todos los otros pueblos de la tierra de Canaán. La narración de todo el libro es como una secuencia de hechos cíclicos y reiterativos donde el pueblo se aleja de Jehová, los enemigos vencen, el pueblo se vuelve a Jehová, y el pueblo vence.
Un sistema fácil de recordar esto son 4 pasos relacionados con la letra R:
Recaída – Retribución - Renacer - Rescate
El tema general del libro es que cuando el pueblo de Dios obedece sus mandamientos y su guía, el trabajo prospera y ellos experimentan paz y gozo. Sin embargo, cuando siguen sus propias inclinaciones y actúan como si fueran la autoridad suprema, la pobreza, el conflicto y toda clase de males les causan aflicción y sufrimiento.
Cada vez que el Señor levantaba un juez sobre Israel, él estaba con ese juez y rescataba al pueblo de sus enemigos durante toda la vida del juez. Pues el Señor tenía compasión de su pueblo, que estaba sobrecargado de opresión y sufrimiento. Pero al morir el juez, la gente no solo volvía a sus prácticas corruptas, sino que se comportaba peor que sus antepasados. Seguía a otros dioses: los servía y les rendía culto. Además, se negaba a abandonar sus prácticas malvadas y sus tercos caminos. (Jueces 2.16-19)
El libro concluye con estas palabras:
En aquella época no había rey en Israel; cada uno hacía lo que le parecía mejor. (17.2)
No tenemos tiempo de tratar uno por uno a cada uno de los Jueces con sus virtudes y sus debilidades. Casi todos aprendimos de niños las historias de Gedeón y de Sansón.
Quizá un hecho a destacar en todo el libro es una mujer líder, juez y profetisa en Israel. Débora se comunica con Dios y lidera al pueblo en tiempos patriarcales y fue jueza durante 23 años (cap. 4-5). Se puede notar su don de comunicación al resolver desde pequeños problemas del pueblo hasta los más extremos (liderando batallas), y también su don de cantante. El texto no dice si ella o quién compuso el gran cántico del cap. 5 pero quizá ella lo hizo.
Débora celebró el triunfo de Israel con un canto sublime y apasionado. En él, le dio a Dios toda la gloria por su liberación, y llamó al pueblo a alabarlo por sus maravillosas obras. Alertó a los reyes y príncipes de las naciones vecinas acerca de lo que había hecho Dios por su pueblo, y los previno de no intentar dañarlos. Mostró que el honor y el poder pertenecen a Dios, y no a los hombres o a sus ídolos. Recordó las majestuosas manifestaciones del poder divino en el Sinaí. Con un lenguaje exuberante, comparó la indefensa y angustiante condición de Israel bajo la opresión de sus enemigos, con la gloriosa historia de su liberación.
No quisiera simplemente terminar aquí. En estos tiempos en nuestro mundo y también en nuestro país o ciudad también pueden ser tiempos de alejamiento de Dios, tiempos donde existe algunas veces el caos de la anarquía, donde es peligroso aún salir a la calle, donde la violencia y el desorden están por doquier. Pienso que políticamente, no es deseable en ningún lugar la anarquía, pero tampoco la dictadura. En mi país (Paraguay), muchas personas desean la vuelta de la dictadura y la “mano dura”, pero no creo que sea la solución. La mano dura de los reyes de Israel tampoco sirvió de mucho.
Lo importante es que nosotros como creyentes y como iglesia del Señor no caigamos en el círculo vicioso que vivió Israel en tiempo de los Jueces. Es vital mantener una comunicación constante con el Señor, buscando luz en las Escrituras y la dirección del Espíritu Santo. Estoy pensando en este momento en la anarquía que hay en Haití en este momento, y en las dictaduras de otros 3 países hermanos nuestros. Pienso, desde mi punto de vista orar por gobiernos democráticos, donde se pueda construir ciudadanía; aunque esto tampoco trae solución a todos los problemas.
Sugiero que usted siga leyendo y subrayando los actos de comunicación del libro de Jueces, haciendo abundantes preguntas al texto, y buscando en espíritu de discernimiento aplicaciones para su vida, la de su familia y la de su iglesia en la actualidad. ¡Bendiciones!
Estudio Complementario:
Estudio Inductivo de Jueces
Sobre el autor:
Wolfgang A. Streich es paraguayo, y está casado con Ruth. Tiene un bachiller en Teología y una Lic. en periodismo. Es miembro de la iglesia menonita Concordia y coordinador de Anabautista Digital 500 y corresponsal de Anabaptist World. Dirige también la página Buenas Noticias Ilimitadas.
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