- Reconozco que los estudios teológicos de nada me han servido ante el nuevo mover que Dios está trayendo a nuestra congregación…
La declaración arrancó algunos aplausos en medio de la multitud, pero también muchas interrogantes para otros que estábamos tratando de discernir las palabras de este líder. Luego agregó:
-Dios ha visitado mi congregación de manera sorprendente…
Este hombre en algo tiene razón; por supuesto que Dios obra de manera sorprendente en medio de su pueblo. La historia tiene registros de preciosos despertares de la iglesia en diferentes tiempos específicos; tales como en Europa, Norteamérica y nuestra América Latina. Sin embargo, no comprendo ¿por qué en algunos medios se percibe la teología como un instrumento seco, estéril y arcaico que tiende a estorbar el accionar de Dios?
Es importante recordar que la teología bíblica centrada en Dios y su Palabra; no se opone a los actos portentosos de Dios, más bien, como lo diría el gran teólogo brasileño Valdir Stuernagel. (2006), “busca percibir la acción de Dios en la historia, el pasado, el presente y el futuro” (Pág. 34).
Cuando no entendemos cómo esta disciplina se conjuga y articula con el diario ser y quehacer de la iglesia, terminamos levantando barreras que nos distancian de esta. Por supuesto, algunos han hecho un mal manejo de la misma y así se han encargado de convertirla en sierva de algunos fines. Por esta razón, me gustaría hacer algunos aportes con el fin de precisar lo que debería ser y hacer la teología rumbo hacia la práctica en América Latina.
La teología debe proporcionar reflexión rumbo a la acción
No es concebible una dicotomía entre la reflexión teológica y la acción. Esto produce un distanciamiento entre nuestro discurso y nuestros hechos. Entre nuestra ortodoxia (tener la creencia correctas) y nuestra ortopraxis (realizar las acciones correctas).
Se dice que los evangelistas, misioneros, pastores, ¡esos si son los hombres y mujeres de acción! Mientras los teólogos (as) y escritores (as), son los “pensadores abstractos”. Se critica a los teólogos (as), quienes se quedan en la reflexión, pero no aterrizan. Pero por el otro lado, algunos líderes han sido reconocidos por su activismo. Lo claro es que necesitamos ambas acciones, porque en Cristo funcionamos como un solo cuerpo que se complementa, porque la iglesia requiere de líderes que disciernan los tiempos que vivimos en vías de cumplir las demandas del reino de Dios. Se hace imperativo ante las grandes falencias bíblicas y teológicas que hoy es común encontrar en nuestros contextos eclesiásticos inmediatos.
La teología es compromiso y servicio
Una vez un pastor me manifestaba su preocupación. Cuando un líder manifestaba el llamado para el servicio, este pastor le recomendaba prepararse académicamente en un seminario. No obstante, al poco tiempo notaba como algunos de estos lejos de utilizar lo aprendido para servir con mayor compromiso y pasión, se volvían engreídos, arrogantes y creían que por manejar algunos conceptos y conocimientos, estaban por “encima” de los demás cristianos. Por supuesto, jamás será el fin que esperan obtener las instituciones teológicas de sus estudiantes. Adquirir una formación teológica debería producir en nuestras vidas la suficiente humildad para reconocer los neófitos e ignorante que somos y lo mucho que necesitamos de la iluminación e intervención del Señor. Por lo que en vez de idealizar teorías; requerimos más personas con experiencia de campo y que sufran “penalidades como obreros”. Solo así tendremos una mayor comprensión y sensibilidad para amar, entender, trabajar por y para la iglesia del Señor y para trabajar hombro a hombro con los hombres y las mujeres en su búsqueda de la esperanza.
La teología es para todos
La teología no es un ejercicio para algunos intelectuales o una elite de líderes. Si bien no todos han sido llamados a adquirir una vocación teológica formal, lo cierto es que como creyentes tenemos un serio compromiso de sustentar nuestras reflexiones en las Escrituras para: “presentar defensa a todo aquel que nos demande razón de la esperanza que hay en nosotros” (1 Pedro 3:15). Lamentablemente en algunos círculos la teología es vista como algo que podría estorbar la vida cristiana si se toma muy en serio. Sin embargo, todos los ministerios eclesiásticos se nutren y sustentan de ella, seamos o no seamos conscientes.
No olvidemos las palabras de Stuernagel.: “la teología es cosa de la iglesia, cosa de este pueblo de Dios que se sabe tan desfigurado y complicado, pero tan amado e involucrado por Dios. Es cosa de esa iglesia que ha experimentado la acción de Dios en su vida, en el curso de la historia, y se sabe canal privilegiado de la vivencia y del anuncio de la gracia de Dios en Cristo Jesús (Pág. 34).
Hoy día tal parece que muchos se conforman con el mensaje ya digerido y elaborado desde un púlpito u otro escenario, que esforzarse por confirmar si lo que se predica y enseña tiene sus bases y principios bíblicos. Me pregunto ¿Será que de esta disyuntiva algunos han aprovechado para introducir ideas y pensamientos, cuyas conclusiones provienen de lideres irresponsables e inescrupulosos que, de los principios que se desprenden de las Escrituras?
La teología como filtro social
La teología debería ayudarnos a encontrar luz para aquellas grandes interrogantes que surgen de muchas problemáticas sociales, éticas, políticas y culturales, entre otras. Es pues la teología un valioso instrumento como filtro para la interpretación de nuestro contexto. Aunque la teología se refuerza en otras disciplinas, no por ello debemos olvidar que nuestro punto primordial de partida seguirá siendo, el mensaje revelado de Dios.
Si un mover no produce un genuino arrepentimiento, vidas transformadas, un compromiso radical entre sus miembros y la comunidad que ministra; entonces dicho mover es como las “olas producidas por el mar que cuando chocan con la playa se disipan tan rápido como se formaron”. Es allí donde la teología debería llevarnos a “evaluar lo que se está haciendo y a evaluar a la luz de la Palabra para ver si en efecto está contribuyendo a los objetivos permanentes del reino de Dios y su justicia” (Padilla: 2006: 22).
Por supuesto, asumir una posición profética, no necesariamente nos hará populares en algunas escenarios. Pero es el único camino que tenemos si en verdad estamos dispuestos a asumir un compromiso con el reino para proveer guía, dirección y exhortación al rebaño del Señor.
Seamos fieles a Dios y busquemos su aprobación, ante que la de los seres humanos. Emilio Antonio Núñez (1996), con mucha precisión decía: “
Mientras otros van tras el aplauso de las multitudes, él (cristiano), se consagra a su labor silenciosa de pensador cristiano. Sabe que cuando los aplausos no se escuchen más, las ideas seguirán triunfantes, porque la Palabra del Señor permanece para siempre 1 Pedro 1:25” (Pág. 149).
Bibliografía:
Núñez, A. Emilio. Teología y Misión Perspectivas desde América Latina. Publicado por la Oficina Regional para America Latina y el Caribe de Visión Mundial Internacional. 1996.
Padilla, Rene, ¿Qué es la Misión Integral?, serie El Camino. Editorial Kariós. Buenos Aires, Argentina. 2006.
Stuernagel, Valdir. Hacer Teología Junto a María. Colección FTL, número 26. Editorial Cairos. Buenos Aires, Argentina 2006.
Stott, John. El Cristianismo Contemporáneo. Grand Rapis, Michigan. Nueva Creación, 1995.
Sobre el autor:
Alexander Cabezas Mora es costarricense, master en Liderazgo Cristiano y en Teología. Se ha desempeñado como conferencista, pastor adjunto, profesor de varios seminarios teológicos y consultor en materia de niñez y adolescencia para varias organizaciones internacionales. A participado como escritor y coescritor en varios libros entre ellos, Huellas, Spiro, Entre los Límites y los Derechos, Disciplina de la Niñez, En sus manos y nuestras manos, la co-participación de la niñez y la adolescencia en la misión de Dios y Oración con los ojos abiertos.
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