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lunes, 2 de abril de 2018

Consejos pastorales desde Tiatira

Por Juan Stam, Costa Rica

Imagen: Pixabay
Cuando "business is business" significa idolatría

La congregación de Tiatira se encontraba ante un poderoso dúo amenazante: el interés económico, secundado por la falsa profecía.  Quizá nada descubre más incriminadoramente las idolatrías veladas del corazón que las actitudes económicas de los cristianos y las instituciones religiosas.  Todos llevamos la billetera y la cuenta bancaria muy cerca del corazón.  El pecado más extendido y menos reconocido en la iglesia hoy es la "avaricia, la cual es idolatría" (Col 3.5).

William Barclay (1957:71s) ha comentado que "La situación en Tiatira es curiosamente moderna".  La tentación idolátrica de los gremios industriales y comerciales de Tiatira, por ejemplo, puede verse hoy en las cámaras de comercio que han engendrado los escuadrones de la muerte en varios países, o en sindicatos corruptos y violentos en otros casos.  Lo "normal" es que se pone el interés económico por encima de la voluntad del Señor, "el reino de Dios y su justicia".

Hay muchas maneras de "fornicar" con el sistema idolátrico, sacrificando la fidelidad al Señor sobre el altar del beneficio material.  En muchos países, la única forma de sobrevivir es sobornar a las autoridades corruptas, muchas veces los mismos militares que masacran al pueblo.  En el Salvador, bajo el gobierno "demo-cristiano" de Napoleón Duarte, un evangélico que no estaba dispuesto a ser partícipe de tal juego, se deshizo de su negocio en vez de negar al Nombre.  Como cristiano, no estaba dispuesto a "fornicar" con el sistema corrupto e injusto.

Otras veces el "sacrificio" que pide el sistema económico es sexual, en sentido literal.  Es conocido que muchas de las más grandes empresas ofrecen "servicios sexuales" en diferentes formas para sus grandes clientes.  En muchas industrias y oficinas, el mismo sistema prevalece en escala menor.  Más de una creyente fiel ha sacrificado posibilidades de promociones y mejores sueldos porque se ha negado a ofrecer "favores sexuales" al gerente o a su superior inmediato.  Otras hacen pequeñas concesiones (como era comer cosas sacrificadas), dejándose manosear o tolerando acoso sexual sin mostrar su protesta.  Igualmente en muchas universidades y colegios, las alumnas (y hasta alumnos) están seducidas/os por sus profesores.  Si no ceden, saben que podrían perder el curso.

El mismo sistema de "cosas ofrecidas a ídolos" y "fornicación" (tanto sexual como ideológica) predomina hoy en muchos de nuestros países, y obligan a los creyentes a tomar opciones muy difíciles.  Algunos "nicolaítas" se las arreglan de una u otra manera con tal de no perjudicar sus intereses económicos.  Otros, dispuestos a perder todo si es necesario, rechazan tal idolatría y como Antipas confiesan el Nombre hasta las últimas consecuencias.

¡Cuidado con las falsas profecías!

El conflicto en Tiatira era una confrontación de profetas: Juan de Patmos, que escribe directamente en nombre del Señor (¡cosa atrevida!) y Jezabel, que también pretende hablar una palabra de autoridad divina.  En la carta a Pérgamo la alusión a Balaam (2.14) se ubica también en el terreno del profetismo antiguo.[1]

En nuestra época hemos presenciado un renacer de los dones carismáticos, y muy especialmente en América Latina.  A Dios gracias por eso, pero que el Espíritu nos oriente también para el buen uso de los mismos, para la sana edificación del cuerpo de Cristo.  Específicamente, han florecido profecías, pero no siempre conforme a las escrituras y a veces en flagrante contradicción con la Palabra.

¿Qué pensar, por ejemplo, cuando un pastor costarricense cae en adulterio pero asegura que fue por órdenes proféticas del Espíritu Santo, y ese pastor funda una nueva denominación a base del amor libre carismático?  ¿Podría el Espíritu Santo de las escrituras estar inspirando tales "revelaciones" de libertinaje sexual?  ¿O qué pensar cuando otra denominación, por cierto muy numerosa y pujante, recibe profecías de que sólo ellos son "la esposa del Cordero", y los demás evangélicos simples "acompañantes de la novia"?  La misma denominación recibió otra profecía de que al morir Jesús, su deidad le abandonó (antigua herejía gnóstica) y su cuerpo se puso negro (mezcla de racismo y versión protestante de los muchos cristos negros católicos).  Podrían multiplicarse los casos de profecías dudosas en las iglesias evangélicas latinoamericanas.

San Pablo reconoce el valor del don de la profecía pero da instrucciones para su buen uso (1Co 14.29ss): que uno que está profetizando ceda a otro que reciba una revelación, que profeticen dos o tres "y que los demás examinen con cuidado lo dicho".  A diferencia de la palabra profética inspirada, la profecía congregacional es falible y debe ser evaluada críticamente por toda la comunidad.  En nuestros días abundan por todos lados las pretendidas profecías, pero muchas veces brilla por su ausencia el don de discernimiento entre profecías falsas y profecías que vienen de Dios.

Prácticamente desde sus inicios, el profetismo bíblico venía confrontado con su contraparte, la profecía falsa.[2]  Y ésta muchas veces convencía más, con mayor facilidad, a Israel.  El profeta verdadero solía ir contra la corriente y contra el consenso de la opinión pública.  Cuestionaba lo que los demás daban por sentado; estaba en medio del pueblo como su conciencia intranquila, un "examinador" de su vida (von Rad 1973:103).  Por eso los profetas vivían en luchas continuas, rechazados por el pueblo, y a menudo morían violentamente (Mt 23.31,35,37).

En cambio, el falso profeta decía al pueblo lo que ellos querían escuchar, no lo que Dios le mandaba decir.  La falsa profecía se acomoda, tranquiliza.  En las palabras elocuentes de Luis Alonso Schökel,
El falso profeta no proclama la voluntad del Señor en términos apropiados al momento histórico.  Anuncia los consabidos dogmas, a menudo falsificados, de un dios bonachón...propenso a fáciles misericordias (1980:55).
González Ruiz describe el "dios" de la falsa profecía hoy como "un Dios vergonzante, que mendiga su inserción en la modernidad y para ello tiene que demostrar su `utilidad'".  En cambio, el verdadero Dios es "un Dios gratuito y prejudicial, un Dios que puede presentarse como ‘escándalo’ y como ‘estulticia’ a la vez (1Co 1.23)" (en Floristán 1983:839).

Ambos, profeta verdadero y profeta falso, afirman con igual confianza que proclaman la Palabra del Señor.  Oudenrijn (citado por Alonso Schökel 1980:55) señala acertadamente que no puede haber "pruebas" externas para discernir al profeta verdadero.  Los profetas nada valen si la doctrina del profeta es falsa (Dt 13.1-3).  La mayor parte de los cumplimientos venía después de la muerte del profeta y sus oyentes; a corto plazo, si la profecía no se cumplía, el profeta era falso, pero aun si se cumpliera no era por eso necesariamente un profeta verdadero (13.2).  El criterio definitivo, más bien, es la analgia fidei que examina al profeta por su fidelidad con la Palabra de Dios ya conocida.[3]

En unos párrafos muy hermosos, González Ruiz dice que el profeta verdadero tiene que ser "un hombre de Dios" y de oración, pero también tiene que escudriñar las señales del tiempo (Floristán 1983:839).  El verdadero profeta se caracteriza por su comportamiento a favor de "aquellos ciegos, cojos, mudos y pobres a los que va siempre dirigido el auténtico oráculo profético" (840).  El verdadero profeta profetiza en función del reino de Dios y su justicia, no de otros intereses.  En contraste, hoy también hay los que dicen "Señor, señor...hemos profetizado en tu nombre", pero el Señor les despedirá con un severo "apartaos de mí, hacedores de maldad" (Mt 7.21-23).

Hoy, dentro del seno de la iglesia, "profetizan" más de un Balaam y una Jezabel.  Sus profecías agradan a todos y no hieren a nadie.  Como Jezabel decía, "Yahvé sí, pero Baal también", éstos dicen, "Cristo sí, pero Mamón también".  Pero frente a Jezabel había un Elías que decía, "O Yahvé o Baal, uno o el otro porque no se puede servir a ambos".  Hoy la voz de Elías nos llama desde el monte Carmelo a definir sin ambages nuestros compromisos y no seguir a las voces seductoras de la falsa profecía.

Revisado marzo 2008

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Notas:

[1] Sobre el profetismo ver Alonso Schökel 1980 1:2-89; NIDOTT 4:1067-1078; Coenen 3:413-420; Floristán 1983:830-840; von Rad l973 Vol 2.  Sobre falsa profecía, NIDOTT 4:1076-1078; Alonso Schökel 1:49-56; Floristán 836.  Sobre "La Profecía Hoy", Floristán 839s.

[2] Dt 13.1ss; 18.15ss; Jer 14.14; 27.15; 9.9,21; Is 28.10-15.

[3] Es en efecto lo mismo que ordena Pablo en 1Co 14, y es lo que expusieron los reformadores bajo el tema "el Espíritu y la Palabra".

Sobre el autor:
Juan Stam se nacionalizó costarricense como parte de un proceso de identificación con América Latina.  Es Dr. en Teología por la Universidad de Basilea.  Docente y escritor de libros, artículos y del Comentario Bíblico Iberoamericano del Apocalipsis de Editorial Kairós.

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