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miércoles, 4 de octubre de 2017

100 años del nacimiento y 50 de la muerte de Violeta Parra | Por Víctor Rey

Violeta Parra, 1917 - 1967
Eran las seis menos diez de la tarde, exactamente, hora chilena del domingo 5 de febrero de 1967. Violeta Parra llevaba ya algún tiempo con la obsesión de irse de este mundo por voluntad propia. Así es que tomó un revólver de su propiedad, lo situó sobre la frente, en su sien derecha y apretó el gatillo. Murió instantáneamente. Había nacido en San Carlos una pequeña ciudad del sur de Chile un 4 de octubre de 1917.

Recuerdo claramente ese día, yo era un niño y estaba en la playa de Llo Lleo con unos primos disfrutando del verano, cuando escuchamos la noticia por la radio. A todos nos impactó y nos quedamos mirando el mar.  Creo que para mí fue la primera vez en que reflexioné sobre el misterio de la vida y la muerte.

Estaba considerada una de las mejores folcloristas de todos los tiempos. No dejó de resultar un trágico sarcasmo que decidiera quitarse la vida quien precisamente había creado un himno tan hermoso, tan emotivo… como "Gracias a la vida".

¿Por qué Violeta Parra optó por tan trágica medida? Había estrenado "Gracias a la vida" hacía poco más de un año y hay quien asegura que, víctima de una profunda depresión, eligió despedirse a tiempo con aquella bellísima, profunda pieza. Como una premonitoria elegía. ¿Qué había llevado a esta mujer a suicidarse? Desde luego la pobreza, una dura existencia desde muy niña, la salud quebradiza, el desdén de sus compatriotas en sus últimos tiempos pese a ser reconocida su obra en ambientes culturales, y, finalmente por sus desdichas amorosas.

Hay todavía controversias sobre el lugar donde realmente vino al mundo, pero la mayoría de los estudiosos de su vida y obra señalan la población de San Carlos, provincia chilena de Nuble, el 4 de octubre de 1917. Sus padres (un maestro rural de ideas avanzadas y una modista) la bautizaron como Violeta del Carmen Parra Sandoval. De ellos aprendió a amar la cultura, llegando a destacar por las letras de sus canciones, las partituras propias, pero asimismo con sus cuadros, cerámicas, esculturas, bordados que ella fue exhibiendo con el paso de los años. Era una familia numerosa, con cinco hermanos de los que Nicolás Parra resultó ser un prestigioso poeta. Violeta tuvo una niñez difícil, aquejada de varias enfermedades, creciendo con una débil constitución física.

En algunas de sus canciones reflejó las penurias familiares y los males que hubo de vencer en su infancia. Guiada por su citado hermano estudió Magisterio en Santiago de Chile, pero se ganó el pan merced a infinidad de modestos trabajos: "No existe empleo ni oficio / que yo no lo haya 'ensayao'"…" reza la estrofa de una de sus canciones. Las primeras, a la edad de doce años. Llegó a dominar varios instrumentos como la guitarra, el charango, el cuatro, el arpa, la quena, también otros de percusión… De cantar boleros y canciones populares españolas y mexicanas pasó a concentrarse en el estudio, búsqueda e interpretación de antiguas piezas folclóricas andinas, al punto de recopilar más de tres mil, aparecidas en el volumen "Cantos folclóricos chilenos".

Es sin duda su primer matrimonio con el obrero ferroviario Luis Cereceda, en 1938, lo que marcaría buena parte de la línea ideológica de su repertorio y el comienzo de una atormentada vida. Era su marido un militante comunista quien la aleccionó en sus ideas hasta que ella misma se introdujo en ambientes políticos de izquierda. Si bien hay parte de su repertorio musical de mero contenido folclórico no puede eludirse otra donde expresa historias y problemas de la clase trabajadora bajo la óptica de su ideario. El fracaso de su matrimonio se debió a que pasaba muchos días lejos de su hogar por sus compromisos artísticos, lo que no comprendía su esposo. Tuvieron dos hijos, Ángel e Isabel, luego también cantantes. El primogénito recordaría la dura existencia que padecieron en su desprotegido hogar: "Vivíamos con mamá en una pieza de madera, con piso de tierra. En invierno hacía un frío de morirse. Nos tapábamos hasta con el estuche de la guitarra. A las cuatro de la mañana ella me despertaba para que fuera a robar agua a una acequia que quedaba muy lejos".

Violeta Parra volvió a casarse, esta vez con un carpintero, Luis Arce, con quien tuvo una hija, Carmen Luisa, que murió a los dos años. Una nueva decepción sentimental. Ya había disfrutado de experiencias artísticas notables. En 1952 recibía el premio Caupolicán "a la mejor folclorista de Chile"; Pablo Neruda la recibió en su casa y para el gran poeta ella desgranó lo mejor de su repertorio: versos como "A lo humano", "A lo divino". El premio Nóbel escribió para Violeta un sentido poema. En 1955 realizó el más importante de sus viajes, a Varsovia, tomando parte en el Festival Mundial de la Juventud. También pasó por Moscú y París. De 1957 es su canción más comprometida, "La lechera". También lo sería después "La carta".

Es en 1960, en un segundo viaje a la capital francesa, donde vivió tres apasionantes años, cuando conoció a su verdadero amor, un suizo de nombre Gilbert Fabre, antropólogo y musicólogo. Convivió un largo tiempo con él en Ginebra, dedicándole entre otras las canciones "Corazón maldito", "Qué he sacado con quererte", "El gavilán, gavilán"… Lideraba por entonces la nueva canción chilena con textos de su autoría cargados de fuerte contenido social. En 1964 expuso una colección de tapices de su creación en el Museo del Louvre. Regresó a Chile en 1966 tras su ruptura con Gilbert Favre, quien ese año se instaló en Bolivia. Fue a verlo y resultó que se había casado. Aquello le produjo una depresión que nunca superaría, aunque trató de rehacerse sentimentalmente al lado de un músico uruguayo, Alberto Zapicán.

El año mencionado es cuando se instala en una carpa, "La Reina", donde busca un rincón donde vivir, sin ninguna clase de comodidad. Allí reanuda la confección de tapices y allí es donde canta para quien quiera escucharla. Pero acude muy poca gente y ella malvive, apenas sin ingresos. Es cuando llega el fatídico 5 de febrero de 1967 y en la más completa soledad toma la decisión de suicidarse. Nos dejó, aparte de "Gracias a la vida" (de la que hizo una versión insuperable Mercedes Sosa), "Volver a los 17" (que grabaría Joan Manuel Serrat), "Casamiento de negros", "La jardinera"… Gran parte de su obra también se conocería gracias a Los Calchakis, Víctor Jara, Quilapayún, Inti Illimani, Patricio Manns, María Dolores Pradera, Miguel Bosé, Joaquín Sabina… y sus propios hijos, Ángel e Isabel Parra.

Sobre el autor:
Víctor Rey es chileno, radicado en Ecuador. Coordinador de Relaciones Inter institucionales de la Fundación Nueva Vida en Quito. Egresado del Seminario Teológico Bautista de Santiago de Chile, posteriormente se recibió de Profesor de Filosofía en la Universidad de Concepción. En 1989 obtuvo la Licenciatura en Ciencias Sociales en la Universidad Alberto Hurtado (ILADES), Chile, y en 1993 el Master en Comunicación Social en la Universidad Católica de Lovaina, Bélgica.


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