VOCES DE FE: Magazine dominical
El sábado: Un día de reposo judío
El concepto del día de reposo tiene sus orígenes en la tradición judía. Según la Biblia, Dios descansó el séptimo día después de la creación (Génesis 2:2-3) y este día de descanso, conocido como el sábado (Shabat), fue incorporado en los Diez Mandamientos (Éxodo 20:8-11; Deuteronomio 5:12-15). El sábado, que comienza al atardecer del viernes y termina al atardecer del sábado, es un día sagrado dedicado al descanso y la adoración de Dios.
El primer día de la semana: La resurrección de Jesús
Evidencias en el Nuevo Testamento
El decreto de Constantino
El domingo como día de descanso recibió un impulso significativo con el emperador Constantino el Grande. El 7 de marzo de 321 d.C., Constantino emitió un edicto declarando que el domingo sería un día de descanso: «En el venerable día del Sol, los magistrados y las personas que residen en las ciudades deben descansar, y todos los comercios deben estar cerrados» (Codex Justinianus lib. 3, tit. 12, 3). Este decreto oficializó lo que ya era una práctica común entre los cristianos.
Aunque Constantino promovió el cristianismo y fue el primer emperador romano en profesar esta fe, también estaba asociado con el culto del Sol Invicto, un dios popular en el Imperio Romano. La elección del domingo, «día del Sol», como día de descanso, reflejaba un equilibrio entre las nuevas tradiciones cristianas y las prácticas paganas prevalentes.
Un nuevo término: El día del Señor
El cambio de celebración del sábado al domingo también trajo consigo un nuevo término: «El día del Señor» o Dies Dominicus, de ahí la palabra «domingo». Este término enfatizaba la centralidad de la resurrección de Jesús y la nueva creación que simbolizaba. El domingo no solo se convirtió en un día de descanso sino en un día de adoración y celebración de la victoria de Cristo sobre la muerte.
La persistencia de la semana de siete días
La semana de siete días tiene una historia mucho más antigua que el cristianismo. Se cree que fue concebida hace unos 4.000 años por los mesopotamios, quienes la ligaron a la rotación de la Luna alrededor de la Tierra, redondeando el mes lunar a 28 días y dividiéndolo en cuatro períodos de siete días. Esta estructura fue adoptada por la cultura babilónica y, posteriormente, por otras civilizaciones, incluyendo la romana.
Los romanos, por su parte, nombraron los días de la semana en honor a sus dioses y a los planetas clásicos, creando un sistema que ha perdurado hasta nuestros días. En idiomas basados en el latín, los nombres de los días aún revelan esta conexión: lunes (día de la Luna), martes (día de Marte), miércoles (día de Mercurio), jueves (día de Júpiter), viernes (día de Venus), sábado (día de Saturno) y domingo (día del Sol).
Un día de nueva creación
La elección del domingo como día de adoración refleja una evolución tanto teológica como cultural dentro del cristianismo primitivo. Mientras que el sábado simboliza la culminación de la creación y el descanso de Dios, el domingo celebra la nueva creación y la victoria de Cristo sobre la muerte. Esta práctica, consolidada por el decreto de Constantino, ha perdurado a través de los siglos, estableciendo el domingo como el día del Señor en la tradición cristiana.
Así, el domingo se ha convertido en un día no solo de descanso sino de celebración, un recordatorio semanal de la resurrección de Jesús y de la esperanza de la nueva vida en Él.
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