Por Harold Segura, Colombia y Costa Rica
Adviento, Esperanza que transforma
Dibujo de Cerezo Barredo, Pintor de la Liberaciòn |
El mensaje de la Navidad tiene como protagonista central a un niño. Un niño común y corriente al que hay que envolver en pañales y al que los visitantes van a encontrar acostado en un pesebre. En el centro no están los adultos; estos vendrán para cuidarlo, admirarlo y adorarlo.
La redención no resultará de una gesta militar dirigida por los adultos, ni de la genialidad técnica de un adulto iluminado. Nos llegará por una vía más sencilla: un niño indefenso la traerá.
El niño del pesebre nos expone el lugar que ocupan «los débiles» en los complejos procesos de trasformación humana. Ellos siempre han sido vistos como objetos de trasformación (por los que debemos hacer algo), aunque, en la realidad de Dios, son sujetos de ella (pueden hacer algo por todos). Acerca de este principio, enseña el apóstol Pablo que «la locura de Dios es más sabia que la sabiduría humana, y la debilidad de Dios es más fuerte que la fuerza humana» (1Co 1.25).
Entre los enfermos, los niños y niñas, las personas con alguna privación física, los migrantes indocumentados, los indígenas y tantas personas más que son tratados como insignificantes, se revela la gracia salvadora de Dios. Se podrá soñar con otro mundo posible (Foro Social Mundial) a partir de estos «débiles» despojados de poder antes que con los fuertes del mundo… solo hábiles para consolidar sus estrategias del poder inútil.
Entre pañales y olor a establo reposa la esperanza del mundo.
– Pedro Casaldáliga (teólogo y escritor catalán-brasileño)

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