El sacerdocio universal de los y las creyentes
El sacerdocio universal de los y las creyentes es uno de los postulados de la Reforma, basado en 1 Pedro 2:9: “Pero ustedes son una familia escogida, un sacerdocio al servicio del Rey, una nación santa, un pueblo adquirido por Dios. Y esto es así para que anuncien las obras maravillosas de Dios, el cual los llamó a salir de la oscuridad para entrar en su luz maravillosa.” (Dios Habla Hoy)
Este versículo refiere que toda persona cristiana tiene un rol sacerdotal dentro de la iglesia, así como una vocación kerigmática. No hay diferencia entre la labor que hace un hombre o una mujer, porque su tarea es sacerdotal, incluyente e igualitaria. Esta labor es mostrar a Dios mismo y permitir a otros/as ver la luz maravillosa que proviene del cielo. Al respecto, Lutero escribió: “… Todos los cristianos son sacerdotes y todas las mujeres sacerdotisas, jóvenes o viejos, señores o siervos, mujeres o doncellas, letrados o laicos, sin diferencia alguna” (W.A.6:370; R. García-Villoslada, Martin Lutero, Tomo I, p. 467)[1].
En adición al rol sacerdotal y a la vocación kerigmática de todo creyente, se suma, como consecuencia, el carácter espiritual de la vida entera. Este trasciende los espacios ministeriales o eclesiásticos y permea toda la vida, donde cada acto es un ejercicio espiritual. La siguiente frase atribuida a Lutero, en este sentido, dice: “Cuando una ama de casa cocina y limpia y realiza otras tareas domésticas… tan pequeño trabajo debe ser alabado como un servicio a Dios que sobrepasa en mucho la santidad y ascetismo de todos los monjes y monjas”.
El valor y rol de la mujer en la Reforma
Al reflexionar en estos elementos y la evidente importancia e inclusión femenina en la vida y en la eclesiología, corresponde acercarse a los evangelios en un breve resumen de posicionamiento del valor y el rol femenino en el Nuevo Testamento. En Juan 4:5-43 y Lucas 10:38-42 se muestra a un Jesús en un relacionamiento cercano y muy familiar con la mujer samaritana y con sus amigas Marta y María, asunto que era una extrañeza para la cultura judía.
En otros relatos de Juan y Lucas existe un reconocimiento de la condición de discípulas de Jesús para Juana, Susana, María Magdalena y aun su propia madre, María. En otros textos neotestamentarios, donde constan relatos de la iglesia primitiva, encontramos que en Hechos 9:36, por primera vez, se usa el término discípula (discípulo en su forma femenina) para referirse a Tabita (Dorcas). En otros libros se reconoce y anima el liderazgo femenino: Junia, la apóstol, en Romanos 16:7; las hijas de Felipe, las profetisas, en Hechos 21:9; Evodia y Síntique, evangelistas, en Filipenses 4:2-3; Febe, la evangelista, en Romanos 16:1-2; y Priscila, la pastora/maestra, según 1 Corintios 16:19. Todos estos textos atestiguan que las mujeres fueron protagonistas activas en los inicios del cristianismo.
Regresando a la Reforma del siglo XVI, encontramos a Martín Lutero, quien redescubre en la Escritura estos elementos que se habían descuidado por más de diez siglos. La inquietud que levantó en Lutero estos textos tenía su razón de ser. El contexto cultural y religioso del siglo XVI tenía algunas características alarmantes en lo que al trato de la mujer se refiere. Vale la pena mencionar que en este momento se estaba llegando al apogeo del Renacimiento, y en estas circunstancias se posibilitaron los hechos de la Reforma y, coyunturalmente, el levantamiento de cuestionamientos sociales en varios sentidos.
La condición de las mujeres en este contexto medieval refiere que las mujeres no eran personas en sentido jurídico, no tenían derecho a juicio y eran representadas siempre por un hombre. Por lo tanto, su dignidad era reducida, hasta el punto de ser consideradas meros objetos de intercambio. En lo religioso, las mujeres no participaban del ministerio eclesial, a menos que fuera por el monacato, que implicaba retiro y celibato. Muchas mujeres fueron obligadas a recluirse en un convento, y no era necesariamente una opción voluntaria.
La mujer era religiosamente proscrita por la errónea lectura teológica de la debilidad espiritual por haber cedido a la tentación en la historia del Génesis. Además, la Iglesia católica suprimió la opción del divorcio con el supuesto de fortalecer el matrimonio, pero abrió opciones de compensaciones sexuales para el varón, que en muchos casos desembocaban en relaciones extramaritales o prostitución. Todo esto, alentado por el nivel de corrupción dentro de la Iglesia católica, que de manera velada justificaba el concubinato.
Dadas así las cosas, la Reforma luterana posibilitó la dignificación de la vida de las mujeres en el siglo XVI, pues rescató el valor de la familia y la posición femenina en ella, elevando notablemente el estatus de la mujer tanto en lo conyugal como en lo familiar. Se brindaron, además, nuevas opciones a la reclusión involuntaria en los conventos, de los cuales muchas mujeres huyeron y se unieron al movimiento luterano; varias de ellas contrajeron matrimonio. Una de ellas fue Margarita Von Bora, quien llegó a casarse con Martín Lutero. Este matrimonio fue un modelo para el movimiento luterano. Además, se abrieron espacios para la educación al crear colegios para mujeres, pues todos y todas debían recibir instrucción.
En este punto es claro el involucramiento de muchas mujeres en el proceso reformatorio. Las mismas provenían de diferentes lugares como Alemania, Italia, España, Francia e Inglaterra. Tenían diversos oficios: reinas, políticas, escritoras, teólogas, predicadoras, y sus aportes fueron variados, pues patrocinaron económicamente, influyeron en la corte o en los hombres cercanos a favor de la Reforma o de los reformadores, promulgaron leyes, escribieron promoviendo la Reforma y también predicaron. Ellas pertenecían a diferentes estratos sociales (nobles y plebeyos), y muchas fueron encarceladas, torturadas y quemadas en la hoguera por su lucha a favor de la Reforma.
Lamentablemente, a pesar de su papel activo en la Reforma, cuando se piensa en ella, solo vienen a la mente o a la reflexión los hechos protagonizados por hombres. Una forma de visibilizar el trabajo de las múltiples mujeres actoras del proceso fue listar los nombres de algunas de ellas. Esos nombres fueron: Argula von Grumbach, Ursula Múnstenberg, Elizabeth Cruciger, Elisabeth von Brandenburg, Olimpia Morata, Catherine Schütz Zell, Elizabeth de Brunswick, Margarita de Navarra, Juana de Albret, Renata de Ferrara, Marie Dentiére, entre otras.
Marie Dentiére
De todas ellas, revisaremos el nombre y la persona de Marie Dentiére. Exmonja de origen belga, su vida transcurrió entre 1495 y 1561. Considerada en la posteridad como una importante teóloga de la Reforma, fue una hábil predicadora, de la altura de Calvino. Mujer cuestionada por Calvino y otros reformadores por sus provocadoras críticas sobre la Reforma, además de ser una defensora del ministerio femenino y de pensamiento de avanzada en términos de posiciones feministas. Se mostró contraria a los criterios de ser esposa sumisa y abnegada, buena ama de casa y receptora pasiva de la doctrina. Por esto fue perseguida e incomprendida por la Iglesia católica, por los reformadores y por las propias mujeres de la época. Uno de sus escritos más conocidos fue La epistre, que junto a otros escritos suyos serían prohibidos.

Epístola Muito Útil: O Espelho da Alma Pecadora (Edición portuguesa)
Esta edición reúne dos obras fundamentales del Renacimiento escritas por mujeres que desafiaron su tiempo. En Epístola muy útil, Marie Dentière defiende con valentía el papel activo de las mujeres en la fe y la sociedad durante la Reforma. En El espejo del alma pecadora, Margarita de Navarra ofrece un profundo diálogo espiritual que cuestiona los estereotipos de género y afirma la voz femenina en la experiencia religiosa.
El nombre de Marie Dentiére fue inscrito en el Monumento Internacional de la Reforma, en Ginebra, apenas el 3 de noviembre de 2002. Por otro lado, resulta curioso que una de las primeras listas de mujeres de la Reforma aparezca recién en 1974. Estos dos eventos traen un cuestionamiento importante para la historia de la iglesia: ¿por qué razón estos nombres de mujeres no han sido divulgados con tanta energía como se ha hecho con sus pares masculinos? ¿Cuál es la condición social y religiosa de las mujeres cristianas de hoy, y cuáles son las reformas que se deben emprender hoy para recuperar la dignidad, el valor y el posicionamiento de la mujer en la iglesia, en el matrimonio y en la sociedad?
Otro postulado protestante se resume en la expresión Ecclesia reformata semper reformanda secundum Verbum Dei, que traducido sería “iglesia reformada, siempre reformándose”. La tarea de la Reforma luterana inscribió cambios importantes a favor de la mujer, pero no fueron sostenidos ni completos. Los historiadores señalan que movimientos radicales plantearon con más fuerza mayores cambios. La Reforma de la iglesia es un proceso en construcción continua y constante, teniendo como guía la lectura de la Palabra de Dios, que nos saca de la oscuridad y nos lleva a su luz admirable. A esa luz nos debe llevar el camino de la inclusión, de la equidad, del respeto, de la visibilización intencionada y del reconocimiento de todos y todas.
[1] W.A.6:370; R. García-Villoslada, Martin Lutero, Tomo I, p.467

