Por Harold Segura, Colombia y Costa Rica
Adviento, Esperanza que transforma
Dibujo de Cerezo Barredo, Pintor de la Liberación |
¡Dios, el experto en buscar lo que se ha perdido! Los evangelios así lo demuestran: es el padre que busca a su hijo pródigo, es la viuda que busca la moneda perdida y el buen pastor que va tras la oveja descarriada hasta traerla de nuevo al redil. Estas son imágenes tiernas (maternales y paternales) que revelan el verdadero rostro del Señor.
Aunque él posee toda la autoridad y el poder, prefiere usar esas competencias para acercarse a la gente con amor y compasión en lugar de usar la ira y el castigo. En nada se parece a los déspotas del mundo que ejercen su autoridad con tiranía. Él, por el contrario, a la oveja extraviada la busca hasta encontrarla; igual procede con el hijo disoluto y con la moneda perdida. Y cuando los encuentra, ¡hace fiesta! Es imperioso que incluyamos estos dos atributos de Dios, su empeño en la búsqueda y su alegría al hallar lo perdido, en la nueva educación religiosa de nuestra época. Al Dios de rostro sonriente se le ha excluido de la predicación cristiana. Se ha optado por el Dios castigador, de cara huraña, que sostiene con autoridad el látigo de su ley y profiere condenas a los descaminados.
Cuando Dios debe ser firme lo es; su carácter tierno no disimula su contrariedad ante los injustos y los violentos que se aprovechan de las personas en situaciones de vulnerabilidad. Pero afirmar que actúa de esta misma manera para con todas las personas no es más que distorsionar la naturaleza del Señor y, por ende, una teología engañosa.

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