Durante el período de los jueces, los hebreos no eran más que unas miserables tribus con liderazgos esporádicos de tipo caudillista, muy pobres, siempre a merced de los enemigos que los rodeaban. El libro de los Jueces relata, con frecuencia en un tono mitológico, las vivencias del pueblo y sus disputas con sus vecinos menores, enfatizando la solución vía un líder llamado por Dios que aglutina al pueblo, formando un ejército que por lo general somete al invasor. No hay citas de posibles conflictos con los grandes reinos de la época (Egipto, Mitani, los hititas, Asiria). No se cuentan los pasos del poderoso imperio egipcio en camino a combatir a los otros “grandes”, ni se menciona cuando el territorio palestino fue una especie de “área de seguridad” del territorio faraónico. No era necesario. No es el estilo de los anales antiguos.
Es seguro que Samuel se fastidió profundamente con la solicitud de un rey. Lo sintió como un rechazo personal, pero ese sentimiento era inevitable. ¿Es posible que Dios hubiera dado una respuesta negativa al petitorio del pueblo? Pienso que el fiat de Dios era algo absolutamente necesario. Sin un gobierno centralizado, Israel no prevalecería. El establecimiento de un reino era, por lo tanto, una cuestión de vida o muerte. Destaca brillantemente la limpia actitud de Samuel: no se aferró al poder, sino que fue dócil, y buscó un rey, obedeciendo el mandato divino. Su función política directa había terminado, y así hidalgamente lo reconoció. No fue estorbo, no predominaron posibles intereses subalternos. Cuánto nos falta aprender al respecto. Hoy todos se aferran al poder, sea pequeño o grande, adictos por completo a su influjo. Pocos voluntariamente lo dejan, la mayoría salen a la fuerza, cuando las cosas son inevitables, cuando la sangre ya puede haber llegado al río. En política nacional, regional, local, barrial, universitaria o eclesial se da este fenómeno. Si fuéramos un poco más como Samuel…
Sobre el autor:
Abel
García García, es peruano. Estudió Ingeniería Económica en la
Universidad Nacional de Ingeniería (UNI), Finanzas en ESAN y Misiología
en el Centro Evangélico de Misiología Andino-Amazónica (CEMAA). Fue
editor de la Revista Integralidad del CEMAA y enseña en varias
universidades en Lima