El aroma del tiempo – Byung-Chul Han

Entre los ensayos breves de Byung-Chul Han, El aroma del tiempo ocupa un lugar especial por su capacidad de iluminar un malestar que atraviesa nuestras rutinas: la sensación de que el tiempo se dispersa y pierde cohesión. Han escribe desde una intuición clara: el problema de nuestra época no es solo la aceleración, sino la dificultad para vivir el tiempo como una historia que se sostiene. El autor examina cómo la modernidad tardía ha fragmentado el ritmo vital en una sucesión de instantes que se consumen con rapidez, sin dejar profundidad ni dirección. En esa lógica, la biografía se quiebra en piezas sueltas y la identidad se vuelve una tarea agotadora.

Portada del libro

El aroma del tiempo

El aroma del tiempo es uno de los ensayos más claros y perspicaces de Byung-Chul Han para entender cómo la vida contemporánea ha vaciado nuestra experiencia del tiempo. El autor muestra cómo la prisa, la fragmentación y la lógica del rendimiento disuelven la posibilidad de una vida con profundidad. Frente a ello, propone recuperar el arte de demorarse como camino hacia una existencia más atenta y humana. Es una lectura breve pero incisiva que invita a revisar nuestros ritmos y recuperar sentido.

Han describe con precisión cómo la cultura del rendimiento contagia incluso los espacios íntimos. La agenda interminable, los saltos constantes entre tareas y la presión por mantener una presencia permanente en lo digital generan un tipo de existencia que ya no descansa ni contempla. Según el filósofo, la pérdida no es únicamente temporal: también es existencial. Si el tiempo no tiene estructura, tampoco la tiene la vida que intentamos construir en él. Quedamos atrapados en la sensación de estar siempre ocupados y, sin embargo, poco presentes.

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Frente a este diagnóstico, El aroma del tiempo propone algo que podría parecer pequeño, pero que implica una ruptura profunda con los hábitos contemporáneos: el arte de demorarse. Demorarse no significa detenerse sin más, sino recuperar la capacidad de prestar verdadera atención, de habitar la duración sin ansiedad por lo que viene después. En un entorno marcado por la prisa y la productividad, esta propuesta abre una posibilidad distinta: una vida que no se deja medir únicamente por el rendimiento ni por la acumulación de actividades.

Han recupera elementos de la tradición contemplativa y de la filosofía clásica para mostrar que demorarse es también comprender. Solo quien se detiene puede captar el espesor de una experiencia, el matiz de un encuentro o la hondura de una idea. Esa lentitud elegida —no impuesta— permite que el tiempo recupere textura, memoria y dirección. En otras palabras, devuelve a la existencia un suelo donde apoyarse.

El estilo aforístico de Han hace que la lectura fluya sin esfuerzo y, al mismo tiempo, invite a detenerse en frases que interpelan. El ensayo no pretende ofrecer recetas ni fórmulas. Más bien abre un espacio de reflexión que inquieta y orienta. En pocas páginas, el autor consigue cuestionar la forma en que vivimos, trabajamos, nos relacionamos y cuidamos de nosotros mismos.

Recomiendo El aroma del tiempo a los lectores de El Blog de Bernabé porque es un libro que acompaña procesos personales y colectivos. Sus páginas pueden ser especialmente valiosas para quienes buscan cultivar una vida interior más amplia, un trabajo más humano o una fe que no se deje arrastrar por la urgencia constante. Han no promete soluciones inmediatas; ofrece algo más sólido: una invitación a vivir con mayor profundidad. Y, en estos tiempos de dispersión, esa invitación puede transformar la manera en que habitamos nuestros días.

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