El Estante de Bernabé
Un diagnóstico de nuestra época: el cansancio como signo de los tiempos
Byung-Chul Han, filósofo y teólogo surcoreano radicado en Alemania, nos ofrece en La sociedad del cansancio una de las reflexiones más lúcidas sobre el malestar contemporáneo. Según Han, hemos pasado de una sociedad disciplinaria —basada en la obediencia y la prohibición— a una sociedad del rendimiento, en la que cada persona se siente libre, pero en realidad se autoexplota. Ya no hay un amo que ordena; somos nosotros mismos quienes nos imponemos el mandato de ser productivos, de rendir más, de “poder con todo”.
Han llama a esto el “exceso de positividad”: un mundo donde la consigna no es “debes”, sino “puedes”, y donde la libertad se confunde con la obligación de tener éxito. En esa dinámica, el ser humano se agota sin darse cuenta. El cansancio, la ansiedad y la depresión no son —dice Han— fallas personales, sino síntomas de una estructura que ha convertido la vida en un proyecto infinito de optimización.
Del cuerpo al alma: la fatiga invisible del rendimiento
El cansancio del que habla Han no es el del cuerpo que trabaja, sino el del alma que se siente insuficiente. En la sociedad del rendimiento, incluso el descanso se vuelve una tarea pendiente: hay que “desconectarse” para volver a producir mejor. Todo, incluso el ocio, se mide por su utilidad.
El filósofo describe con precisión la fatiga espiritual que domina nuestra época: una pérdida del sentido, del silencio y de la relación con el otro. Vivimos comunicando, mostrando y compartiendo, pero cada vez más aislados. En este contexto, el alma ya no descansa: está permanentemente en “modo activo”. La sociedad del cansancio es, en ese sentido, una advertencia sobre la pérdida de la contemplación, de la lentitud y de la capacidad de simplemente “ser”.
Una lectura espiritual y teológica del cansancio
Aunque Han escribe desde la filosofía, su reflexión tiene una profundidad teológica innegable. Su crítica al rendimiento toca el núcleo del cristianismo: la diferencia entre gracia y mérito. El sujeto del rendimiento, dice Han, vive bajo la lógica del mérito: debe justificar su existencia a través del éxito. Pero la espiritualidad bíblica nos invita al descanso sabático, al reconocimiento de la limitación, al gozo del “ya no hacer”.
En tiempos donde incluso las comunidades de fe corren el riesgo de medir su vitalidad por el número de actividades o resultados, La sociedad del cansancio es una lectura necesaria. Nos recuerda que el alma también necesita reposo, que la fe no se mide por productividad, y que el Reino de Dios no se construye desde la hiperactividad, sino desde la presencia, la contemplación y la gracia.
Por qué leer La sociedad del cansancio
Los lectores de El Blog de Bernabé encontrarán en este ensayo una herramienta para interpretar no solo la cultura, sino también la vida interior. En medio del ruido digital, Han propone volver a la lentitud y al silencio como formas de resistencia. Leer este libro es una manera de cuidar el alma: de detenerse, mirar alrededor y reconocer que la vida no se agota en producir.
Además, el estilo de Han —breve, poético y provocador— lo hace accesible incluso para quienes no son especialistas en filosofía. Es una obra para leer despacio, subrayar y meditar, como quien escucha una advertencia tierna y firme a la vez: “No todo lo que puedes hacer, debes hacerlo”.
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