El eco de una advertencia final
Recientemente, Israel bloqueó la carretera principal que conecta la ciudad de Gaza con el sur y advirtió que esa era la “última oportunidad” para evacuar la ciudad. Según el comunicado, quienes permanecieran serían considerados terroristas o simpatizantes.
De manera paralela, el Comité Internacional de la Cruz Roja (ICRC) anunció la suspensión temporal de sus operaciones en la ciudad de Gaza debido a la intensificación de hostilidades, trasladando su personal a oficinas en el sur.
Estas decisiones dejan en claro el colapso humanitario en Gaza: la población civil no solo está bajo fuego, sino que se le ha despojado de los últimos espacios de protección y auxilio.
Testimonios que revelan la crudeza de la crisis
- Mujeres explotadas a cambio de alimentos: un reporte de Associated Press recogió testimonios de mujeres en Gaza que denunciaron haber recibido ofertas de comida, dinero o trabajo a cambio de favores sexuales, en medio de la crisis humanitaria.
- Colapso hospitalario documentado: la enfermera estadounidense Andee Vaughan grabó en video el derrumbe de la capacidad hospitalaria en Gaza bajo intensos bombardeos, mostrando la escasez crítica de recursos y el miedo constante entre pacientes y personal médico.
- Hambre usada como arma: el cierre del corredor de ayuda de Zikim el 12 de septiembre, de acuerdo a Reuters, redujo drásticamente la llegada de alimentos al norte de Gaza, donde la población ya enfrentaba hambre severa.
- Hambruna declarada: Gaza fue oficialmente clasificada en estado de hambruna por el monitor global de seguridad alimentaria, siendo la primera vez que este nivel se declara fuera de África.
- Niños desnutridos: cada día, hospitales en Gaza reciben menores en condiciones de desnutrición severa, evidencia directa de la crisis alimentaria más extrema.
El reconocimiento internacional: llamar genocidio por su nombre
El 16 de septiembre de 2025, la Comisión Independiente de Investigación de la ONU concluyó que Israel ha cometido genocidio en la Franja de Gaza, encontrando evidencia de cuatro de los cinco actos genocidas definidos en la Convención de 1948: matar, causar daño grave, imponer condiciones de vida destructivas e impedir nacimientos.
La Comisión también señaló que las declaraciones de altos líderes israelíes, incluyendo al presidente Isaac Herzog, el primer ministro Benjamin Netanyahu y el ministro de defensa Yoav Gallant, corroboran la existencia de intención genocida.
Organizaciones como Amnistía Internacional urgieron a que este reporte se traduzca en acción internacional inmediata para frenar la destrucción. ONGs como Save the Children también respaldaron el informe y pidieron que la comunidad internacional actúe con urgencia.
De Herodes a Gaza
La Escritura ofrece lenguaje para describir lo indecible. Cuando Herodes ordenó la matanza de los inocentes en Belén, Mateo evocó a Jeremías:
“Se oye un grito en Ramá, llanto y gran lamentación. Es Raquel que llora por sus hijos y no quiere ser consolada. ¡Sus hijos ya no existen!.” (Mateo 2:18, NVI)
Hoy esa voz se escucha en Gaza: madres que no pueden consolarse porque sus hijos ya no están, padres que cargan pequeños cuerpos envueltos en sábanas, comunidades enteras hambrientas y desplazadas.
Nombrar esto como genocidio no es un exceso retórico: es llamar por su nombre lo que se ha probado con hechos y reconocido por instancias internacionales.
El deber de no callar
Dietrich Bonhoeffer escribió:
“El silencio frente al mal es ya un mal. Dios no nos tendrá por inocentes. No hablar es hablar. No actuar es actuar.”
Hoy, Gaza nos exige hablar. La fe y la dignidad humana nos llaman a dar testimonio. Ante las ruinas, el hambre y la voz de los niños que claman justicia, callar sería complicidad.
Dar testimonio en tiempos de genocidio significa escuchar esas voces bajo las ruinas y repetir con ellas una pregunta que resuena como denuncia contra el mundo entero:
¿Qué culpa tenían esos niños?