Para algunos, la respuesta podría ser un rotundo rechazo por considerar iglesia a una comunidad virtual. Sin embargo, cada vez más los jóvenes y sobre todo los nativos digitales, están influenciados por un pensamiento que se distancia de lo análogo, lo cual no está mal en si mismo, sino que es parte de la sociedad que les ha tocado vivir.
Internet se ha convertido en un espacio donde las personas interactúan, se educan, se forman, negocian y prácticamente viven. Por esta razón, se habla de una cultura digital en la que surge un estilo de vida y pensamientos moldeados por la tecnología.
Hebreos 10:26 nos exhorta a "no dejar de congregarnos". No obstante, ¿cómo vamos a decidir que reunirnos en el nombre del Señor debe limitarse exclusivamente a la presencialidad, cuando la red también puede ofrecer ese espacio?
Prueba de ello es que después de la pandemia muchas iglesias notaron la reducción de su membresía porque algunas personas determinaron quedarse en casa para ver el servicio dominical desde la comodidad de su hogar.
¿Es eso válido? Cada uno tendrá su punto de vista, sin embargo, ¿no sería reduccionista pensar que el poder de Dios se limita a un espacio físico? Esto nos lleva de nuevo a la pregunta inicial: ¿Es menos "iglesia" aquellas que lo hacen de forma virtualmente?
Reflexiones como estas son parte de la construcción de lo que el sacerdote Antonio Spadaro (2014), uno de los pioneros en acuñar el término “ciberteología”, ha propuesto. Este jesuita argumenta que la tecnología digital es omnipresente, pues está presente en todas partes y una gran parte de nuestras interacciones diarias, incluidas las relacionadas con la fe, ahora se realizan en línea. Las plataformas digitales han transformado la forma en que las personas se conectan con la religión y la espiritualidad, convirtiendo a la red no solo en un medio para la evangelización, sino también en un espacio donde la fe se expresa, se debate y se vive.
Personalmente, no me atrevería a utilizar el término “omnipresente”, reconociendo que aún hay muchos países en desarrollo que no tienen la misma conectividad que otros lugares. En estas regiones, el acceso a internet sigue siendo limitado y muchas personas viven por debajo del umbral de pobreza, sin participar plenamente en el mundo digital.
La ciberteología ofrece una reflexión crítica sobre cómo la Iglesia y los creyentes pueden participar de manera efectiva y auténtica en un mundo digital que crece a pasos agigantados, con sus propios códigos y símbolos típicos de una cultura, o más precisamente, una cultura virtual. La teología está llamada a dialogar con una sociedad caracterizada por la inmediatez, la interconexión y la pluralidad, ayudando a la Iglesia a mantenerse relevante y a responder a las inquietudes contemporáneas de manera significativa.
En el pasado, la teología logró encarnarse en la transmisión oral y escrita. Con la invención de la imprenta, se revolucionó el concepto de las publicaciones; posteriormente, surgieron la radio, la televisión, la multimedia, las redes sociales e internet. Aunque los medios de comunicación pueden cambiar constantemente, el mensaje eterno permanece inmutable.
Entonces, ¿qué es la ciberteología?
Según Spadaro (2014), la ciberteología se define como un campo de estudio que examina la interacción entre la teología y el entorno digital, específicamente el ciberespacio e Internet. Este campo investiga cómo la tecnología digital y las nuevas formas de comunicación influyen en la fe cristiana, la práctica religiosa y la vida espiritual. Además, se podría definir la ciberteología como una mediación pedagógica y teológica con el entorno digital contemporáneo, actuando como un puente entre la teología tradicional y el ámbito digital. Este enfoque no solo explora cómo la tecnología impacta la fe, sino que también analiza cómo estos cambios afectan la enseñanza y el aprendizaje de temas teológicos.
Relación entre la Ciberteología y la Teología Tradicional
La ciberteología se considera una extensión y adaptación de la teología a un nuevo contexto. A lo largo de la historia, la teología ha respondido a los cambios culturales y sociales de cada época. En el caso de la ciberteología, su desarrollo tiene lugar en el entorno digital que vivimos hoy. Este enfoque permite replantear y contextualizar nuevamente las preguntas teológicas tradicionales, teniendo en cuenta aspectos como la naturaleza de la comunidad cristiana en línea o el significado de la encarnación en un mundo donde las relaciones humanas se mediatizan digitalmente.
La ciberteología surge para integrar la teología con las realidades de la cultura digital. Su relevancia radica en su capacidad para abordar cuestiones clave sobre la fe en una era interconectada, facilitar el acceso a la reflexión teológica, promover nuevas formas de comunidad eclesial y revitalizar la misión evangelizadora de la Iglesia.
En la era digital, la ciberteología no solo enriquece la teología tradicional, sino que también asegura su relevancia y significancia en el siglo XXI. La cibercultura ofrece un ámbito teológico donde la teología no solo se comunica, sino que también se transforma, demostrando que la reflexión teológica y nuestra labor siguen siendo esenciales y dinámicos en el entorno digital.
Finalmente, la ciberteología nos invita a reconsiderar la misión en un mundo globalizado y digital. La evangelización en línea requiere un enfoque que no solo transmita el mensaje cristiano, sino que lo haga de una manera que se ajuste a esta ciber cultura.
Fuente
Spadaro, A. (2014). Ciberteología: Pensando el Cristianismo en la Era de Internet. Editorial Herder.
Sobre el autor:
Alexander Cabezas Mora es costarricense, master en Liderazgo Cristiano y en Teología. Se ha desempeñado como conferencista, pastor adjunto, profesor de varios seminarios teológicos y consultor en materia de niñez y adolescencia para varias organizaciones internacionales. A participado como escritor y coescritor en varios libros entre ellos, Huellas, Spiro, Entre los Límites y los Derechos, Disciplina de la Niñez, En sus manos y nuestras manos, la co-participación de la niñez y la adolescencia en la misión de Dios y Oración con los ojos abiertos.
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