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sábado, 24 de octubre de 2020

El otro Juan... El mártir de la China

Por Alexander Cabezas, Costa Rica

John Cornelius y Bett Stam

John Cornelius y Betty Stam (1907 - 1934)

 

La pasión es aquella fuerza que nos impulsa a luchar para alcanzar nuestras metas.  En el caso de Juan Cornelius, hijo de Pedro y tío de Juan Stam, su más ferviente anhelo era alcanzar a las naciones por medio de la evangelización.  El hogar y el modelo de sus padres fueron aspectos que Dios utilizó para despertar en Juan Cornelius esta pasión, sin embargo, perseguir ese sueño le llevaría al otro extremo del mundo y hasta las consecuencias finales.

Al concluir sus estudios básicos este joven de apariencia tímida, tez blanca, cara y anteojos redondos, ingresó al Instituto Bíblico Moody en Chicago.  Allí conoció a Betty Scott, también estudiante quien se preparaba para las misiones.  Ambos reconocieron que sus corazones ardían por el mismo amor a la China…así como el uno por el otro.  

Betty era hija de una pareja de misioneros presbiterianos que tenía años sirviendo en China. A sus diez años escribió un hermoso poema que nos permite conocer sus más íntimos pensamientos y luchas internas por comprender su diario caminar con el Señor:    

No puedo vivir como Jesús, a pesar de ser mi ejemplo.  
El era fuerte y desinteresado y yo estoy atada a mí.  
No puedo vivir como Jesús,  
mi alma nunca estará libre,
mi voluntad es fuerte y tenaz, mientras mi amor es débil.
Pero he pedido a mi Jesús que viva su vida en mí.  
No puedo mirar como Jesús,
él es bello en su alma,
sus ojos y su estatura son más altos que la salida del sol sobre el mar.
He aquí su blanca perfección de pura deidad, sin embargo, Jesús ha prometido que llegaremos a ser como él.
 

Betty estaba por completar sus estudios mientras que a Juan le faltaba un año.  Acordaron que ella se iría adelante y él se le uniría en la China un año después. Esta actitud demostraba la relación madura y el serio compromiso de ambos de anteponer sus sentimientos personales en pro del desarrollo de su vocación y desarrollo ministerial.  Betty emprendió el viaje a finales de 1931 y Juan al año siguiente.

Antes de salir al campo le tocó dar un discurso de graduación alentando con vehemencia a sus compañeros a no escatimar recursos, la vida por la expansión de la obra misionera y, amor al Señor.  

Recordemos que la Gran Comisión no promete progreso cuando haya abundancia de fondos y ausencia de dificultades o sacrificios personales. Por el contrario, se nos dice que debemos esperar tribulaciones y aun persecuciones; pero también la victoria en Cristo (Tucker, 523)

Estas palabras representaban un gran desafío al estudiantado en medio del contexto de la Gran Depresión Económica que atravesaba los Estados Unidos en los años treinta.  También predecía las duras pruebas que este entusiasta joven iba a encontrar a su llegada a la China.

Al arribar a tierras de este continente nuevamente tuvieron que postergar sus planes matrimoniales.  La misión Interior a China que apoyaba a Juan le recomendó tomar un año para que aprendiera algo del idioma y se adaptara a la nueva cultura y luego se casaran.  El amor de ambos había sido forjado en medio del fuego.  Era una relación que aun “ni las muchas aguas podía apagar…”  

Un año después en el hogar de los padres de Betty esta pareja sellaba su compromiso de amor bajo el radiante sol de oriente.  

La tragedia

Los años 30 representaron una época sombría para China, muy inestable política y militarmente.  Esta realidad golpearía el matrimonio de los Stam pues a escasos dos años de radicar en esa nación la tragedia tocaría a sus puertas.

Una banda de rebeldes mercenarios atacó la casa de los misioneros. La intención de sus secuestradores era pedir 20 mil dólares por el rescate de ambos.  No hay registros claros o precisos si la misión o la familia recibieron las noticias a tiempo, como tampoco la forma milagrosa en que Elena Priscila la única hija de ambos y de tan sólo seis meses, logaría sobrevivir como veremos luego.   

Según Doris Stam (esposa de Juan Stam), se dice que cuando el matrimonio fue detenido los secuestradores tenían la firme intención de matar a la niña, esto pues representaba una carga extra tener que lidiar con la menor y sus llantos.  Ante la impotencia de sus padres un campesino se presentó e increpó a los bandoleros y ellos dejaron vivir a la niña.  A cambio asesinaron a este sencillo y valiente hombre quien ¡ofrendó su vida por una bebé desconocida!

Hasta en detalles como estos se ve la mano de Dios quien estuvo presente con sus hijos sufrientes.  Elena fue encontrada en una casa abandonada y en buen estado envuelta en una cobija con una carta escrita por Juan y cinco dólares, la carta decía:

Tsingteh, An.
6 de diciembre 1934
Misión al interior de China, Shanghai
Queridos Hermanos,

Mi esposa, la bebé y yo nos encontramos en manos de los comunistas en la ciudad de Tsingteh.   Ellos demandan 20.000 dólares por nuestra liberación.

Todas nuestras pertenencias están en manos de ellos, pero alabamos a Dios por la paz en nuestros corazones y la cena de esta noche. Que Dios les dé sabiduría en lo que hagan y a nosotros fortaleza, valentía y la paz en el corazón. Él es un maravilloso amigo en esta situación.
Las cosas sucedieron muy rápido esta mañana.  Ellos llegaron a la ciudad, a sólo unas pocas horas después que los  rumores  persistentes se volvieran realmente  alarmantes, por lo que no pudimos prepararnos para salir a tiempo. Nos demoramos mucho.

El Señor los bendiga y los guíe, y en cuanto a nosotros, que Dios sea glorificado sea en la vida o en la muerte.

En Él,
Juan C. Stam
 

Y efectivamente glorificarían a Dios con sus propias vidas… Juan y Betty fueron decapitados el 6 de diciembre de 1934 para ser recibidos en las moradas celestiales y encontrarse con los brazos de su Salvador que en vida tanto amaron.  Ellos se unirían a la lista de todos aquellos siervos y siervas de todos los tiempos que dejaron su sangre en el campo de las misiones por amor al Señor en la China.  

Elena fue llevada a un hospital y gracias a la misma nota que tenía su nombre, se pudo localizar a sus abuelos. Posteriormente fue adoptada por otros familiares y hasta la fecha reside en Pensilvania, Estados Unidos, donde decidió permanecer soltera según lo confirma Doris Stam.

Este hecho conmocionó a la iglesia del oriente, fue reseñado por los principales medios de comunicación entre ellos New York Times y en la Revista Time.  Incluso, se han escrito libros que narran estos acontecimientos.  El sacrificio fue un duro golpe para la misión, aunque también inspiró a no pocos a consagrarse a las misiones en diferentes partes del mundo. 

 

Sobre el autor:

Alexander Cabezas Mora es costarricense, master en Liderazgo Cristiano y en Teología. Se ha desempeñado como conferencista, pastor adjunto, profesor de varios seminarios teológicos y consultor en materia de niñez y adolescencia para varias organizaciones internacionales. A participado como escritor y coescritor en varios libros entre ellos, Huellas, Spiro, Entre los Límites y los Derechos, Disciplina de la Niñez, En sus manos y nuestras manos, la co-participación de la niñez y la adolescencia en la misión de Dios y Oración con los ojos abiertos.

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