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domingo, 28 de junio de 2020

Iglesias Evangélicas y el Coronavirus: ¿Es tiempo de reabrir los Templos?

Por Ricardo Corzo, Venezuela


"El prudente ve el peligro y lo evita; el inexperto sigue adelante y sufre las consecuencias." (Proverbios 22:3).

Quiero iniciar esta reflexión con el entendimiento teológico que la Iglesia nunca ha estado cerrada, sino los templos o santuarios. La Iglesia (Ecclesia – Ekklesia) es la asamblea de los que se reúnen en el nombre de Jesucristo y según narra el evangelio de Mateo el mismo Jesucristo dijo que: “donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos”. (Mateo 18:20).

Les invito a ponderar si es tiempo de regresar a los templos, tomando en consideración los siguientes puntos:

1.    No hay cura para el COVID-19, la única forma de protección es una vacuna y esta aun no existe. Hay varios prototipos de vacuna en fase experimental, los estimados más optimistas calculan que tomara de uno a dos años, tener lista una vacuna siguiendo todos los protocolos de la OMS.

2.    El COVID-19 es un virus altamente contagioso, y el uso de mascarillas y guantes no previene 100% la posibilidad de contagio. No todas las mascarillas nos protegen del virus, la que provee mayor protección es la N95 pero están destinadas principalmente para el personal médico en hospitales. La mejor forma de saber si uno está contagiado es haciéndose la prueba pero no está disponible para toda la población.

3.    Es un virus del cual aún se desconoce mucho, por ejemplo como explicar que hay personas que son positivas al virus, pero que no desarrollan síntomas, pero aun asintomáticos pueden contagiar a otros que si desarrollaran síntomas, o que para unos es mortal y otros se recuperan. En países como EEUU y España donde han flexibilizado la cuarentena, algunas iglesias decidieron reabrir sus templos, solo días después tuvieron que cerrar, porque fueron epicentros de contagio.

4.    Es un nuevo paradigma para la iglesia, debemos aprender a convivir con el virus, según expertos llego para quedarse, en algún momento se tendrán que reabrir escuelas, iglesias, etc. La iglesia debe repensarse, algunos anhelan regresar a la normalidad, los expertos señalan que sin una vacuna es imposible lograr la normalidad y aun con la vacuna, el mundo ha cambiado y no volverá a ser igual.

5.    Muchas iglesias no estaban preparadas para funcionar sin el culto dominical. Creo que se plantea un nuevo paradigma donde es necesario revisar el concepto Templo es igual a Iglesia. Las iglesias pequeñas tendrán que aceptar ser dirigidos por pastores bi-vocacionales, y las iglesias grandes revisar sus programas masivos y concentrase más en los grupos familiares o celulares.

6.    Muchas iglesias a pesar de enfrentar la limitación de no reunirse en el templo, ni celebrar cultos masivos, han continuado, como deber se los ministerios esenciales de diaconía  no se han detenido, como programas de alimentación y atención a ancianos vulnerables.  ¿Que hemos aprendido en estos meses?

7.    No se trata de que los gobiernos estén persiguiendo a la iglesia, como algunos han tratado de señalar, aupando un complejo de iglesia perseguida, estamos en el mundo occidental donde el cristianismo tanto católico como protestante  es parte de de la sociedad, la iglesia perseguida esta en países de Asia, el Medio Oriente y  África, en nuestro continente hay libertad de culto,  se trata de un asunto de prevención y salubridad.

8.    Las actividades comerciales de los países poco a poco se están activando, pero aquellos que se han apresurado a abandonar la cuarentena y a  reabrir sus economías, han registrado más altos índices de contagios. Me pregunto si detrás del llamado de algunos líderes y pastores a reabrir los templos, en el fondo priva más la preocupación económica que la del compañerismo y la confraternidad. Es humano, el COVID-19 ha afectado la economía no sólo de países sino de familias, y la pastoral no es inmune a eso.

9.    No es correcto alimentar las teorías de la conspiración que circulan en el internet, y las especulaciones apocalípticas y proféticas de predicadores en televisión, Youtube, Facebook y otras redes sociales. No se trata de no creer, sino de seguir el consejo de las escrituras: “Examinadlo todo, retened lo bueno.” (1 Tes. 5:21). Hay profetas que se molestan cuando alguien cuestiona sus profecías,  y quieren que aceptemos sus palabras como última autoridad, según las escrituras los profetas deben estar dispuestos a que sus profecías sean escudriñadas.

 “Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo”.   (1 Juan 4:1). “Entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada”. (2 Pedro 1:20). La ultima regla de autoridad y conducta para los evangélicos es el texto  sagrado, ese es el corazón de la reforma protestante, la autoridad suprema de la biblia, leída e interpretada en el contexto de la comunidad de fe.

Como líderes cristianos debemos ser sabios y prudentes y aprender de otras generaciones anteriores.

"El sabio teme y se aparta del mal, pero el necio es arrogante y descuidado." (Proverbios 14:6)
 
Los lideres debemos ser sabios, precavidos, el COVID-19 presenta un reto a nuestra generación, pero no somos la única generación que ha enfrentado algo similar, la peste negra o bubónica entre 1347 y 1351 causo la muerte a más de 200 millones de personas, solo en Europa desapareció un tercio de la población.

La gripe Española mato entre 50 a 60 millones de personas al final de la primera guerra mundial, su origen fue en Kansas, Estados Unidos en 1918, la llevaron a Europa las tropas estadounidenses que apoyaron a los aliados en la guerra, se extendió por el Reino Unido, Alemania, Italia y finalmente España.

Más recientemente, el VIH/SIDA, fue una pandemia que se descubrió en Estados Unidos en 1981. La teoría más aceptada actualmente sobre el origen del virus está relacionada con los simios y chimpancés que habrían entrado en contacto con el hombre en la década de 1920, en el centro de África. La prostitución africana lo habría propagado a Europa y Estados Unidos con el paso de los años. Actualmente un venezolano, denominado como el paciente de Londres, es la segunda persona curada de sida en la historia, lo cual abre un camino de esperanza para el mundo entero.

En el siglo XXI, el SARS en el sudeste asiático, el Ébola en África, el MERS en Medio Oriente y la gripe AH1N1 en todo el mundo, han sido epidemias y pandemias que han presentado retos a la comunidad científica internacional, sin embargo no hubo mayor reacción ni preocupación de las iglesias evangélicas porque durante estas epidemias o pandemias ningún gobierno instruyo o recomendó cerrar los templos.

Es interesante leer como los cristianos de otras épocas respondieron a las pandemias de sus tiempos. Las crónicas sobre epidemias en diversos siglos muestran cómo el peligro de contagio desataba episodios de ansiedad y preocupación en la población en general.

En la ciudad alemana de Wittenberg, durante la peste de 1539, Martin Lutero observo que se desarrollo una histeria colectiva, la gente huía despavorida. Según Lutero, entonces el miedo era un mal más terrible que la enfermedad.

Muchos cristianos durante la peste negra pensaron que esta constituía un castigo, expresión de la cólera de Dios ante los pecados de los hombres, y al sumársele a esta la guerra y el hambre muchos proclamaron que estos eran dos de los jinetes del apocalipsis. Otros cristianos de la época le echaron la culpa a los leprosos, a los extranjeros y hasta a los judíos.

Para muchos cristianos la fe se forma a partir del criterio de lo que se siente, muy poco de lo que se piensa, creo que en esta época de pandemia es necesario buscar un equilibrio entre lo que sentimos y lo que pensamos. Por respeto a nuestra Fe y a los miembros de nuestras iglesias, como líderes y pastores no debemos apresúranos a expresar  la primera cosa que se nos ocurre, muchas veces producto del desconocimiento, la desesperación o aun desde la frustración e impotencia, sin medir las consecuencias de nuestras palabras.

Debemos tratar de educar a nuestras congregaciones y utilizar esta situación para crecer juntos como iglesia.  Debemos tratar de cultivar entre los pastores y lideres una actitud de respeto, de consideración por el otro, sus razones, sus temores, sus preocupaciones, evitando caer en la desesperación y tratar de usar la inteligencia y sabiduría que nos ha dado Dios, pidiendo siempre la guía del Espíritu Santo y el consejo de otros colegas, junto al conocimiento científico, para tomar la acción más  adecuada y oportuna al tratar de responder la pregunta con la que inicie esta reflexión:

¿Es tiempo de reabrir los Templos?

Sobre el autor:

Ricardo Corzo es venezolano. Licenciado en teología por el Seminario Teológico
Latinoamericano en la ciudad de La Puente, California. Maestría en Divinidades por el Seminario Teológico de San Francisco, ahora Escuela Graduada de Teología de la Universidad de Reedlands en el sur de California. Diplomado en Ética y Políticas Públicas por la Escuela de Divinidades de la Universidad de Harvard.  Desde el 2018 se desempeña como conferencista y consultorindependiente en temas políticos, sociales, y religiosos, tanto nacionales comointernacionales. Actualmente es Director de Relaciones Institucionales de laFundación Todas las Cosas en Común ubicada en la ciudad de Barquisimeto, Venezuela

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1 comentario:

  1. Un equilibrado y sustentado análisis del problema relacionado con el retorno a los templos o el mantenimiento en los hogares de la comunidad de la iglesia. Aprecio lo ajustado al consejo bíblico proverbial, que llama a la prudencia y especialmente al hecho de que los pastores y demás autoridades eclesiásticas debemos tomar con seriedad, cautela y sindéresis el hecho de que pastoreamos gente ajena, a las que precisamente, se nos impone como responsabilidad, entre otras, el cuidarlas, no solo espiritualmente, sino también, físicamente. Estas personas tienen vida propia, tienen relaciones, responsabilidades, tienen familia, forman parte de comunidades, por lo que deben ser cuidadas para asegurarse de que lleven adelante sus vidas. La autoridad espiritual no me concede derechos que los pongan en riesgo, para demostrar posiciones o creencias que me son propias y muy personales, que en todo caso, siendo mías, sería más coherente que yo me arriesgara a probarlas ante los demás, pero no exponerlos por algo que creo yo y que no forma parte de las creencias debidas para todo cristiano. Entonces, si un gobierno me prohíbe el culto por persecución religiosa, es deber no solo del pastor, sino de los hermanos, resistirla congregándose, aunque sea en la clandestinidad. Pero si un gobierno me restringe el culto, como una medida extensiva a toda la sociedad ya que busca cuidarnos la salud y el pastor decide resistirla por considerar que atenta contra la libertad de culto y que siendo hijo del Dios todopoderoso, puede desafiar la pandemia con su fe en el para protegerlo, es derecho bíblico y constitucional de los hermanos elegir obedecerlo o desobedecerlo, en tanto que, la posición del mismo es personal, ya que la medida no viola la libertad de culto ni anula la fe en el poder de Dios, el cual no solo se manifiesta con portento, sino también con sabiduría.

    Muy buen análisis, amigo y consiervo.

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