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miércoles, 1 de noviembre de 2017

500 años, Reforma Protestante: Celebración y desafíos | Por Parrish Jácome

500 años de la Reforma Protestante, 1517 - 2017
Las celebraciones por los 500 años de la Reforma Protestante (31/10/1517) donde Martín Lutero clavó las 95 tesis en la puerta de la catedral de Wittenberg, Alemania, han proliferado por todas partes del mundo. La influencia de este movimiento que se diseminó en diversos países, provocando cambios estructurales que establecieron un nuevo rumbo de esas naciones, es innegable. Transformación es la mejor forma de definir el impacto de la reforma, generando un alcance que luego de casi 500 años lo observamos todavía en las leyes y normativas de diversos países europeos.

Celebrar es remembrar, trayendo al presente una historia que tuvo su propia historia, llena de alegrías y tristezas, afirmaciones y cuestionamientos, heroísmo y temores. Al final está siempre será la verdadera historia, aquella que no es popular, que no se narra, es necesario descubrirla, donde el triunfalismo cede espacio a la realidad, aquella que al conocerse estimula otros procesos que necesitan ser desafiados. La reforma protestante siempre brillará, iluminando el camino, fortaleciendo el espíritu, inspirando a quienes procuran desarrollar ese diálogo permanente de la fe con la vida, la fe con la ciencia, la fe con la tecnología, la fe con la política, en la actualidad olvidado o censurado.

Una mirada retrospectiva es determinante, aprendemos de los aciertos y errores, afirmamos principios, distinguimos valores, identificamos esas manifestaciones muy humanas que no pueden ser olvidadas. La mirada no puede centrarse de forma exclusiva en el ámbito teológico, tentación muy evangélica, dispuesta siempre a espiritualizar toda experiencia, oscureciendo verdades innegables que abarcan la totalidad de la vida. La riqueza de la reforma protestante en lo político, económico, traducido en leyes de bienestar para sus ciudadanos, debe confrontar las formas de participación de los miembros de iglesias evangélicas en la vida pública.

Lutero debió sufrir el precio de los reformadores, combatido, censurado, perseguido, pequeña síntesis de un cúmulo de experiencias que debió enfrentar, reafirmando que esta ruta no se puede obviar, es necesario transitarla. El reconocimiento como es frecuente, no llega de inmediato, es necesario el paso del tiempo para valorar la contribución que en el momento no se considera, sin embargo, la convicción de hacer lo bueno, terminará movilizando. Esta decisión muestra la sinergia que siempre se espera, reconociendo que en la lucha interna, no siempre logra alcanzarse de inmediato, provocándose ciertas conductas que muchos, sin haber vivido la experiencia, estarán dispuestos a reprochar o censurar en los reformadores. 

La actualidad no está lejos a los tiempos de Lutero, escenarios distintos, protagonistas nuevos, reglas de juego diversas, generan presión en un sistema que sacralizando la libertad de mercado, termina por esclavizar a quienes menos tienen.  La tiranía del poder se impone, sentando a la mesa a "negociar" con imposiciones, donde no hay consenso, el denominado ganar - ganar no existe, evidenciando que la voz de los pequeños, como siempre no cuenta. Un sistema que tiene el aval de ciertos sectores de la fe, donde la defensa del status quo es determinante, marca el rumbo de quienes se sienten llamados a guardar con celo todo lo establecido,

Reformas siguen siendo necesarias, indispensables, fundamentales,  para que esas contradicciones entre la fe y la vida, sean acopladas, mostrando que nuestro interés sigue siendo por la vida, abundante y plena en todas sus esferas. Limpiarnos de esa falsa piedad que denuncia el pecado personal, pero comulga con el pecado estructural, mostrando que los tentáculos del poder político, económico, social, tiene la capacidad de "convertir" es fundamental para generar esa incomodad, inconformidad, necesaria para considerar el cambio. La tragedia es que la iglesia, llamada a liderar estos procesos, esta entretenida atendiendo a sus fieles, asegurando su institucionalidad, dando la espalda a estos procesos donde los valores del reino están comprometidos.

Recordar a Lutero y la reforma protestante no puede quedarse en una lectura de la historia, olvidando que esa historia también nos compromete, nos hace partícipes, nos desafía. Reformas son indispensables, aquellas que afecten el todo y no solo unas pocas partes, reafirmando la llegada de un reino donde la justicia, paz y vida, no pueden quedar secuestraras o reducidas a una mera existencia. El legado de la reforma protestante está intacto, quienes nos precedieron hicieron su parte, asumir la nuestra es el compromiso, al levantar los grandes postulados de la reforma, Sola scriptura, Sola fide, Sola gratia, Solus Christus, Soli Deo Gloria.

Sobre el autor:

Parrish Jácome Hernández, ecuatoriano. Se desempeña como Director General de la Unión Bautista Latinoamericana, UBLA. Secretario Regional de la Baptist World Alliance, BWA. Decano académico del Seminario Teológico Bautista del Ecuador. Licenciado en Teología. Master en Estudios Teológicos. Doctor en Ministerio, por Fuller Theological Seminary, con énfasis en Misiones Urbanas. Economista. Pastor General de la Iglesia Bautista Israel en Guayaquil.

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