Si no es con Diezmos ¿Cómo podría una iglesia financiar sus gastos? | Por Osías Segura - El Blog de Bernabé

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jueves, 23 de febrero de 2017

Si no es con Diezmos ¿Cómo podría una iglesia financiar sus gastos? | Por Osías Segura

Imagen: Pixabay
Es una realidad que toda iglesia tiene sus gastos, y por tanto requiere de ingresos. Hay recibos que pagar, hay un local que rentar, hay personal que requiere de su salario, e impuestos que pagar. ¡Toda congregación necesita cubrir sus gastos! Quiero presentar unas nueve sugerencias que una iglesia podría seguir para mantener un presupuesto firme sin abusos espirituales.

Algunas iglesias logran financiar mucho de lo que tienen “a pura fe.” ¡Y así debe ser, pero sin abusar de la fe de las personas! Para mí ha sido triste ver templos a medio construir, o mal o baratamente construidos pues el pastor tenía mucho corazón y poco cerebro. Permítanme hacer una serie de sugerencias que ayudaría a algunas iglesias a mejorar sus finanzas sin pedir diezmo. Para ello utilizare el ejemplo que Pablo presenta en primera de Corintios 16 (vv.1-2): “En cuanto a la ofrenda para los santos, haced vosotros también de la manera que ordené en las iglesias de Galacia. Cada primer día de la semana, cada uno de vosotros ponga aparte algo, según haya prosperado, guardándolo, para que cuando yo llegue no se recojan entonces ofrendas.”

Es este pasaje, podríamos decir, que Pablo esta abogando para que las iglesias generen un presupuesto. En aquel entonces aquellos hermanos o hermanas de mucho dinero añadían un cuarto amplio a la casa para que la iglesia se reuniera allí. Algo sugeriría que el recoger ofrendas semanalmente no era necesario todo el tiempo. Aun así podríamos decir, veamos detrás de la recomendación de Pablo para enviar una ofrenda a los pobres en Jerusalén, hay un principio para rescatar, según Pablo: “cada uno de vosotros ponga aparte algo, según haya prosperado.” Esto es lo que quiero rescatar, y utilizar como base para este escrito.


Partiendo de este principio de libertad personal, no el principio de coacción comúnmente encontrado en la forma de pedir el diezmo por parte de algunas iglesias. Empecemos con la primera sugerencia: Cultive una congregación con altas expectativas en dar para la misión de Dios. La misión de Dios es la expansión del reino de Cristo en la tierra, no la construcción de templos. Es cierto que la construcción de un templo puede ayudarnos en el participar en la misión Dios. Para algunas congregaciones la construcción de un templo y su mantenimiento, se entienden como si fuera el único propósito de Dios para la iglesia. Y esto es un supuesto falso. Templos, o edificios, no son un requisito para cumplir la misión de Dios. ¿De qué manera podríamos hacer que toda nuestra membresía dé para el Reino, al servicio de aquellos y aquellas en el mundo? Hay que tener un propósito de servicio, para que las personas se comprometan a dar. Altas expectativas en la membresía generan personas comprometidas con Dios y su Reino.

Segundo, es común encontrar aquellos que no apoyan financieramente en la iglesia, pues entienden el proyecto como algo del pastor, y no de la iglesia como un todo. Es cierto que las personas tienen muchas razones para dar y para no dar, pero eso no significa que dejemos de pedir. Algunos no dan pues creen que el liderazgo de la iglesia no les ha comunicado qué diferencia hará su dinero al servicio del Reino. Otros no dan pues no ven el dar como una buena inversión. Algunos otros no dan pues no saben que su apoyo, aunque sea poco, puede hacer la diferencia. Hay pastores que invierten mucho de su tiempo generando amistad con personas de mucho dinero en la congregación, y se olvidan de aquellos que aunque dan poco, son muchos, y pueden dar. Es importante enseñar a las personas en cuanto a la mayordomía cristiana, y aun más reconocer la realidad que hay personas a quienes algunos proyectos no les van a gustar y no los van a apoyar.

Tercero, recuerde que son los que toman las decisiones en la iglesia, y no todos los que apoyan monetariamente en la congregación, los que hacen bien o mal las cosas en cuanto a proyectos de construcción. Hay que entender el alto nivel de confianza que personas tienen para apoyar financieramente para la obra de Dios, a través de una congregación local. He experimentado de cerca el ver que algunos pastores parecen tener el poder de manipular el presupuesto y pasar fondos de un lado a otro a discreción propia. Es decir, manejan la iglesia local como si fuera un negocio personal. ¡Esto es un error! Decisiones presupuestarias deben tomarse en equipo. Por ello busque generar un ministerio de personas con carácter probado, y buen liderazgo, para que junto al pastor o la pastora se encarguen de administrar las finanzas de la congregación. Estos líderes deben entender que no se trata de administrar un negocio, sino de una práctica importante en la contribución para el Reino. Se trata de administrar la mayordomía de las personas, cual es últimamente la riqueza de Dios, no de administrar simplemente dinero.

Cuarto, para motivar a las personas a dar, el mejor método y el cual no debe ser abusado, es tocar sus sentimientos. Sin embargo, es importante permitirles a que sus sentimientos se conecten con su razón, y eso puede tomar unos días. Por eso es común encontrar personas que se comprometen a dar, y luego dejan de dar. Algo que frustra a mucho pastor. Ahora, es muy común encontrar iglesias donde la congregación da un 2% o 3% de sus ingresos, y nos gustarían que den más. Esto demuestra no la necesidad de hacerles sentir mal, sino de la importancia de enseñar sobre mayordomía. ¿Cómo podemos esperar que personas den dinero y su tiempo al servicio del Reino, si no disponen de estos? El tener y manejar correctamente un presupuesto, el ser austeros con los gastos, y el aprender a decir sí o no son hábitos que toda familia debe de disponer. Es increíble notar de cerca cuando familias de buenos ingresos comparten sobre sus deudas, y muchos de esos gastos no eran de necesidad inmediata para la familia. Puede haber familias en nuestra congregación que necesitan aprender a tener y respetar un presupuesto familiar. Es seguro, que una vez que estas familias logran balancear sus gastos con sus ingresos, y logran ahorrar al menos 6 meses de salario, son personas que aprenden a dar porque ahora disponen de la disciplina de tener. Por ello es importante discipular a la congregación en temas de mayordomía familiar. Pues es totalmente incorrecto invitar a familias a caer en deuda, para dar a la iglesia. Por tanto, nuestras familias deben aprender a balancear sus gastos con sus ingresos, y sus emociones con su razón antes de comprometerse a dar para la obra de Cristo. Y la iglesia tiene la responsabilidad de proveer este discipulado.

Una vez que las familias han sido discipuladas en la mayordomía cristiana para que aprendan a contemplar las necesidades de su familia primeramente, lo siguiente sería pedirles que se comprometan a una donación anual a la iglesia en pagos trimestrales. Esto hay que pedirlo en varias ocasiones, recordándoles cuando será el domingo para el compromiso financiero. Por ejemplo, digamos que una familia se compromete a dar para el presupuesto del próximo año, y deciden dar según el Señor les haya prosperado, unos $1000. Esto entra en el presupuesto de la iglesia para el próximo año.

Esto puede ser para el presupuesto general, pero puede haber otros presupuestos. Igualmente, cada familia conforme haya sido prosperada durante el año podrá discernir si dará más y cuánto a otros presupuestos de ministerios específicos. Por ejemplo, el compromiso a participar en ciertos ministerios se fortalece cuando se cobra una cuota por participante; como lo es el caso de padres con niños, adolescentes, y otros programas de capacitación. Las personas dan cuando saben que lo que reciben tiene un valor significativo para sus vidas.

Quinto, no fundamente su presupuesto en los números de membrecía de la congregación, sino en el promedio de la asistencia semanal a las actividades de la iglesia. ¿Por qué es esto importante? Los recursos siempre son escasos y deben orientarse a aquellos que los utilizan. Si su congregación tiene un ministerio grande de niños o de jóvenes, por encima que el número de adultos, tenga por seguro que el financiamiento de este ministerio va a ser todo un reto. Esto pues, niños y jóvenes no disponen de sus propios ingresos para dar. Recordemos que la mayoría de las personas que vienen a Cristo lo hacen entre las edades de 4 a 14 años. Si el propósito de su presupuesto es para servir al Reino, el Señor proveerá. Si el propósito de su presupuesto es buscar maneras para hacer más y más dinero, como si la iglesia fuera un negocio, Ud. podría encontrarse en un dilema ético en cuanto al propósito de una iglesia en el reino de Dios. He conocido de iglesias donde los ministerios para la niñez sufren de cortes presupuestarios, para inyectarlos a ministerios para los adultos, pues ven los adultos como una inversión pues son aquellos que dan. Hay que pedir, y hay que generar fondos, no con el propósito de hacer dinero, sino de servir al Reino.

Sexto, utilice una forma de comunicación con su membrecía para informarles de las necesidades de la iglesia. No lo haga como recibos por pagar, sino presente la necesidad como una carta pastoral. Fíjese que la carta este bien impresa y con buen papel. Igualmente, toda persona en una iglesia debe ser informada en detalle de los gastos de la congregación, inclusive del salario del pastor, y todos los empleados. La razón algunas personas no apoyan financieramente es porque no confían en la manera como se manejan los gastos en la iglesia, o bien, porque no son informadas de esos gastos y necesidades. Es más efectivo que las cartas de información y de solicitud sean enviadas por un líder que no sea el pastor. Las personas deben ser invitadas a dar, y nunca hacerlas sentir mal si no lo hacen. A nuevos creyentes, o nuevos miembros, les toma un tiempo comprender la importancia de dar. A estos hay que tenerles paciencia para que el Espíritu los guíe a dar. Recordemos, que la iglesia no solo necesita dinero, sino también el tiempo de voluntarios para el servicio. ¡Así que si necesita, pida, y no se canse de pedirles! Sin manipulaciones, o promesas de prosperidad y de vida eterna. Es decir, cuando solicite dinero, explique para qué y cuánto se necesita; para ello hágalo trimestralmente, y permita un par de semanas para que las personas consideren el apoyar en él.

Séptimo, esto nos lleva a la realidad de lo necesario de tener un presupuesto y respetarlo, aun mejor varios presupuestos para sufragar los múltiples gastos de la congregación. La iglesia debe tener sus presupuestos, como modelo para enseñar a las familias a manejar los suyos. Es muy común notar que cada vez que una congregación entra en construcción, algo que sucede aproximadamente cada cinco años en algunas iglesias, el presupuesto para misiones, evangelismo, y discipulado terminan en la compra de materiales de construcción. Aun peor, es triste ver que estas decisiones de vaciar presupuestos salen de la decisión de unos pocos líderes o del pastor solamente. En algunas congregaciones esto se ha convertido en tema de muchos conflictos. De pronto el pastor se cree en el dueño del negocio y decide a voluntad el uso o desuso de fondos. Si la congregación va a construir, que lo haga de un fondo designado para ello. Si es necesario no se empieza a construir hasta que haya suficientes fondos. Pues en algunos casos mucho de las construcciones sale del corazón del pastor, y no de la razón de la congregación, y es la congregación la que últimamente financia los gastos.

Octavo, la razón por la que algunas megaiglesias están en constante déficit es por querer mantener un caro real state. El mantenimiento de propiedades las ahoga. A veces veo esas grandes propiedades, y la falta de cuidado pastoral y formación bíblica de sus asistentes y me digo: “Hubiera sido mejor que estas personas pertenecieran a iglesias pequeñas.” Estas megaiglesias siempre están en construcción y compitiendo con la otra megaiglesia que parece más grande y más lujosa. Pareciera que el “somos más grandes, por tanto estamos en lo correcto” se ha tornado en una moda, lo cual es una falacia, por cierto.

Noveno, la gran pregunta siempre es: ¿Cuánto debe ganar el pastor? Es común notar que 50% del presupuesto se va en el salario del pastor, un 30% en el local o edificio, y un 20% en la inversión de equipo e instrumentos musicales. Esto deja que la financiación de ministerios quede en las ventas de comida después del culto. Sí hay que reconocer que los pastores de megaiglesias se consideran a sí mismos dueños del negocio y CEO’s por ser quienes plantaron la iglesia. Y aun más, toda la familia pastoral se considera parte del negocio familiar. No es un secreto que en algunas de estas iglesias toda la familia pastoral es contratada para trabajar en el ministerio, y que estos últimamente se coman hasta el 55% del presupuesto millonario de una megaiglesia. Así la contratación de personal no se saca a competir con otros profesionales, sino que el pastor general es quien contrata y despide a juicio personal; y tiende a contratar a aquellos que sepa que le obedecerán en todo. Por ello es común en algunas congregaciones encontrar personas no adecuadas para sus puestos, pero ahí están ganando su salario y haciendo su trabajo de forma mediocre.

Lo ideal en cuanto a salarios es que el pastor reconozca que no se entro a esta profesión para hacer dinero, sino como un llamado a una vida de simplicidad. El pastor debe ganar de acuerdo a sus estudios, sus horas de trabajo semanales, y sus años de servicio. Hay pastores de megaiglesias que con apenas un titulo de secundaria ganan igual que un ministro de gobierno. Otras iglesias pagan muy bien a sus pastores y les exigen más de 50 horas de trabajo semanal. El pastor debe ser ejemplo de trabajo, aunque no de adicción al trabajo. Una buena regla a seguir es que el pastor debe de ganar un promedio de los ingresos de las personas de su congregación. ¡Y si desea ganar más, que estudie o trabaje más horas!

¡Esto es vivir por fe! Sabiendo que las personas que se han comprometido lo han hecho porque fueron discipuladas en la mayordomía cristiana, y han discernido de Dios dar ese dinero de acuerdo a como han sido prosperadas. Si más dinero es necesario, se solicitara más, pues será necesario balancear las necesidades de la congregación con lo recibido por la congregación. Luego, ligado a esto, y algo muy importante es el siempre respetar las donaciones. Si algo fue dado para un rubro, se debe respetar ese rubro. De lo contrario, si se desea utilizar ese dinero para otros gastos, serian las personas que dieron para ese rubro las que deben de decidir si están de acuerdo en reubicar el dinero para otro presupuesto. Así, motive a su iglesia a que sea creativa para generar fondos, como la venta de productos, comida, etc. Por último, constantemente comunique su visión a la congregación. Implemente un plan educativo sobre la mayordomía familiar, y luego la eclesial. Tenga comunicación constante con su congregación sobre el avance de los proyectos. Pida, pida, y pida con campañas para generar fondos para proyectos específicos; pero permita que el corazón y la razón se conecten, y las personas aprendan a dar según el Señor les haya prosperado.

Sobre el autor:
El Dr. Osías Segura es un misionólogo costarricense. Osías, después de cinco años de enseñanza en el Seminario ESEPA en Costa Rica, se trasladó a California donde fue profesor del Seminario Teológico Fuller. En la actualidad está radicado en Nicaragua como misionero de la General Board of Global Ministries.



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