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lunes, 8 de abril de 2013

En memoria | Entrevista realizada al Pastor Emilio Castro por Víctor Rey en 1996

El pastor Emilio Castro acaba de partir a la presencia del Señor. Tuve la oportunidad de conocerlo en la Conferencia sobre Misión y Evangelización del Consejo Mundial de Iglesias (CMI), realizada en Salvador, Bahía, Brasil en 1996. En torno a un café este pastor metodista nacido en Uruguay, compartió acerca de la Iglesia, la misión, la evangelización, el ecumenismo en América Latina. También recordó su tiempo de Secretario General del CMI y el apoyo que esta nstitución brindó a la lucha por la justicia, la paz y la democracia en Chile en los tiempos de la dictadura militar de Pinochet.
Emilio Castro, 1927 - 2013
¿Nos podría contar brevemente algo de su vida?

Bueno, es la vida de un pecador normal que vive o trata de vivir de la gracia de Dios y de la amistad de los hermanos después de haber trabajado en los movimientos ecuménicos, en la formación de CLAI, la conferencia de Iglesias de América Latina y luego de haber dado algunos años al trabajo del Consejo Mundial de Iglesias a partir de Ginebra. Ahora estamos de vuelta en Montevideo donde a Dios gracias podemos servir en una pequeña congregación muy viva y muy activa, con mucho espíritu de cariño entre hermanos y abiertos a las necesidades imperantes de nuestra situación latinoamericana, buscando junto con la comunidad participar el evangelio y los frutos del evangelio con la sociedad más grande que nos rodea y desde allí desde Montevideo, viajando un poco tratando de aprender y de compartir experiencias vívidas y las bendiciones que dios nos ha dado a lo largo de la vida.

¿Cómo ve usted al movimiento evangélico en América Latina en este tiempo?

Es una pregunta muy general porque puede contestarse en forma diferente en cada país, pero en términos generales el movimiento evangélico vive el gran problema de su crecimiento numérico, lo que hace que dediquemos mucho mas atención a la formación de la comunidad cristiana. Un líder pentecostal brasileño afirma que nuestro problema no es la evangelización porque las iglesias se llenan casi solas. Nuestro problema es la formación de ciudadanos cristianos, de que significa participar de una iglesia. Lo pondría de esta manera. Si se puede calcular que los evangélicos en América Latina somos quizá un 20% habría un 20% menos de violencia, de miseria de injusticia, de desempleo de inmoralidad en América Latina. O no ha cambiado nada substancialmente en las condiciones totales del continente. Si nuestro problema es redescubrir la vocación de ser la manada pequeña que es llamada a ser sal de la tierra y luz del mundo y preguntarnos con seriedad y humildad porque Dios esta levantando un pueblo evangélico entre las camadas de pobres de América Latina o no ha cambiado nada substancialmente en las condiciones totales del continente. Si nuestro problema es redescubrir la vocación de ser la manada pequeña que es llamada a ser sal de la tierra y luz del mundo y preguntarnos con seriedad y humildad porque Dios esta levantando un pueblo evangélico entre las camadas pobres de América Latina. Para que misión, para que bendición, para que tipo de presencia servicial nos está llamando? Este es el gran desafío, el crecimiento es notable, y aquí mismo puede estar la tentación de querer ser nosotros también la Iglesia del poder con privilegios y demás. Pero también hay la gran oportunidad de querer ser nosotros también la Iglesia del poder con privilegios y demás oportunidad que Dios nos da de ayudar a la redención de todo el Continente y afrontar señales del reino que viene en medio de nuestra comunidad humana.

¿Cuál es su impresión de la situación que viven nuestros pueblos en América Latina hoy?

Bueno, a Dios gracias en general con la gran excepción de Colombia estamos viviendo una situación de paz en el sentido de que no hay una violencia armada, que no hay una lucha de guerra civil, etc. Gracias a Dios por la Paz que se ha firmado después de muchos años y con la intervención del Consejo Mundial de Iglesias y otra iglesia entre el gobierno guatemalteco y los movimientos guerrilleros lo cual da una nueva esperanza también de justicia, de fruto del pueblo guatemalteco. En este sentido debemos estar muy agradecidos. Prácticamente en todos los países de América Latina los gobiernos civiles han vuelto a una expresión de un sistema democrático de elección de los gobiernos. Hay gobiernos y problemas que no me gustan pero eso es opinable para todo el mundo el tema fundamental es que la sociedad ha encontrado la normalidad en mecanismos para elegir y cambiar sus representantes y de esto debemos dar gracias a Dios ya que ha cambiado mucho los últimos 10 años y muy positivamente.

Lamentablemente no podemos ser tan optimistas en cuanto a los modelos económicos imperantes en América Latina que si escuchamos a los grandes economistas nos dice que las cosas van muy bien, porque en general pareciera que los presupuestos nacionales están bajo control, pero si escuchamos al pueblo nos damos cuenta que su situación es muy precaria y crece la marginalidad y es gente que no puede encontrar un lugar en el proceso de consumo y producción del día de hoy. Encontramos que la distancia entre los más ricos y los más pobres en nuestros países se esta ampliando y que el desempleo es una realidad que golpea fuerte en países con 50% desempleo esto no puede ser más que anticipos a una insurrección popular. En consecuencia veo la situación de América Latina con luces y sombras y nosotros los cristianos debiéramos recuperar nuestra dimensión profética no ya desde afuera de la situación, sino desde adentro para enfrentar las injusticias y colocarnos al lado de los pobres para juntos con ellos intentar transformar estas situaciones no podemos aceptar que la ausencia de un complejo militar y la existencia de mecanismos democráticos de gobierno sean suficientes si no hay justicia si siguen los índices de mortalidad infantil, si sigue la falta de posibilidades educacionales, si sigue el desempleo imperante en nuestro continente por allí hay un enorme desafío para todos los cristianos y no cristianos. Ya que juntos nos plantiemos este problema y busquemos soluciones nacionales y algunas tendrán que ser de carácter continental.

¿Cuáles cree usted que son los puntos fuertes y los puntos débiles de las iglesias Evangélicas, en este tiempo?

Yo creo que el punto fuerte sigue siendo la referencia Jesucristo y la convicción de que el espíritu santo esta vivo y actuando en medio nuestro. No podemos perder de vista que esto es realmente lo único con lo que contribuimos, como Juan el bautista nosotros no estamos para predicarnos nosotros mismos sino para señalar hacia aquel que vienen en el nombre de Dios. En consecuencia, todo lo que se haga para la distribución de las escrituras, para invitar a la gente a conocer la historia, la vida de Jesucristo todo esto es una contribución formidable sobre la situación latinoamericana. El punto fuerte de las Iglesias Evangélicas es el llamado a la conversión, la personalización. La gente llega a nuestras iglesias y se encuentran con que son invitados por Dios mismo a tomar una decisión, que son alguien, que son personas, que son importantes como hijos e hijas de Dios.

También es importante que nuestras iglesias desarrollen una vida interior organizada, donde la gente esta haciendo una experiencia de democracia mucho más participativa que la democracia política, donde en general se nos invita a que se apoye a un carismático y que voten sin pensar mucho mientras que en las iglesias vamos aprendiendo la formación de convicciones, la formación de grupos de trabajo, el llevar la vida administrativa que nos capacitará luego para ser ciudadanos en el sentido más amplio del ser. Creo que las iglesias evangélicas en general tienden a responsabilizar a la gente por su destino, se les llama a dar frutos, a ser una nueva criatura y esto es lo que necesita la sociedad Latinoamericana. No esperar ser asistida sino ver que Dios nos coloca sobre nuestros pies para transformar nuestra situación.

La debilidad de las Iglesias Latinoamericanas es una excesiva preocupación por su crecimiento institucional, un excesivo uso funcional del evangelio. Es decir que estamos prometiendo: tiene desempleo? Venga a la iglesia. Quiere que le suban el sueldo? Venga a la Iglesia?. Esta enfermo? Venga a la Iglesia, Le pegó su señora? venga a la Iglesia. Cuidado, en el evangelio hay poder para enfrentar todas esas situaciones pero el evangelio no es una varita mágica del hada madrina de la Cenicienta que soluciona todos nuestros problemas. Esta tentación a un culto de la prosperidad esta presente. La realidad es que Dios da bendición, pero es una realidad también que Dios nos invita a tomar la cruz y a seguir a Jesucristo. Y todo evangelio que referirse a la cruz no solo como lugar de mi salvación sino como el estilo de vida al cual estamos todos llamados con Jesucristo, al servicio de nuestro prójimo es un evangelio falso. La tentación esta allí para ser vencida no para que nos ganen. Pero siendo conscientes de que existen podemos pedir fuerza en el espíritu para resistir.

¿Qué opinión le merece la participación de tantos evangélicos en política en estos últimos tiempos?

En términos generales me parece positivo que los evangélicos asumamos responsabilidad por toda la comunidad como cualquier otro ciudadano. Era un error que compartíamos antes de pensar que el evangelio, o que el cristiano no se mete en política. Eso vino ya que los misioneros siendo en su mayoría norteamericanos, ingleses, ellos como extranjeros no se metían en política acá. En sus países eran republicanos, demócratas y peleaban con todo el mundo pero acá era una irresponsabilidad porque dejábamos todo en área de decisiones importantes que afectan a la vida de todo el mundo sin la potencial influencia del evangelio. De manera que en principio me parece importante útil, hay que estar en todos los aspectos de la sociedad hay que arriesgarse a ser sal y luz allí. Habiendo dicho esto hay que decir que hay que tener cuidado de pensar que los evangélicos vamos a la política para conseguir ventajas para las iglesias. Debemos estar conscientes de que si estoy allí es para servir a todo el pueblo, para buscar el bien de la comunidad en su conjunto y no para buscar el bien de los nuestros en particular.

La segunda gran tentación es pensar que nosotros por ser evangélicos sabemos más que los demás, por ser evangélicos debemos ser más responsables y estudiar mas y mejor junto con los demás. La política es un arte y una ciencia hay que prepararse no basta la buena voluntad. Esta es explotada por aquellos que saben como utilizarla. Los que llegamos nuevos al mundo político tenemos que reconocer con humildad que tenemos que aprender las reglas del juego para poder ser inteligentes. Recordamos aquello de Jesús que seamos mansos como palomas pero astutos, sabios. Al entrar en camino nuevo debemos conocer bien las reglas del jugo para evitar ser sorprendidos en nuestra buena fe. Me parece que es una cosa perfectamente normal y lógica y los cristianos nos sumamos como cualquier otro ciudadano con responsabilidad por el bien de la comunidad.

¿Cuál es la misión de la Iglesia hoy en América Latina?

La misión de la Iglesia es ser una señal del Reino de Dios, que en si viva intercediendo por todos los demás que la Iglesia no sea un grupo de egoístas que tienen su salvación asegurada como una especie de visa o pasaporte para irse al cielo, sino que sea un grupo en el cual la bendición recibida los coloca al servicio del Señor, al servicio de los demás. En consecuencia, un pueblo servidor un pueblo que este al servicio a la expresión del amor, un pueblo profético, un pueblo que anuncia el llamado de Dios al arrepentimiento y a las buenas nuevas del evangelio. Si recuperamos nuestra visión de un pueblo sacerdotal, de un servicial, de un pueblo profético ya tenemos una linda misión para América Latina.

Sobre el autor:
Víctor Rey es chileno, radicado en Argentina.  Coordinador de Diplomatura de CETI (Centro de Estudios Teológicos Interdisciplinarios) de la Fundación Kairós  en Buenos Aires. Egresado del Seminario Teológico Bautista de Santiago de Chile, posteriormente se recibió de Profesor de Filosofía en la Universidad de Concepción.  En 1989 obtuvo la Licenciatura en Ciencias Sociales en la Universidad Alberto Hurtado (ILADES), Chile, y en 1993 el Master en Comunicación Social en la Universidad Católica de Lovaina, Bélgica.
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