Hoy caminaba hacia mi casa por Avenida Alemania cuando sentí gritos e insultos de un tipo a una mujer que se resistía a ir con él; apuré el paso para ver que pasaba y claro, el susodicho lo más suave que me dijo fue: “Que mirai sapa reculia”…Como buena chora del puerto le repliqué: “A vo poco hombre, abusador, ¿Creí qué te tengo miedo? Voy a llamar a los pacos pa que te lleven preso”. A pesar de que en realidad sí estaba aterrada, la fortuna quiso que me mantuviera incólume mirando fijo al golpeador y pudiera marcar mi celular en espera de “ayuda policial”, además de incorporar involuntariamente nuevas procolalias en mi disco duro, las que el sujeto no dejaba de procurarme, mientras “hacia” como que venía pegarme y la mujer lo tironeaba para que no hiciera tal. Finalmente se fueron y yo partí veloz a un par de cuadras al retén de la calle Mena, con la esperanza de que carabineros atrapara al abusador que claro, podía identificar sin problemas.
Después del incidente recordé eso de que cada día se aprende algo nuevo...hoy por ejemplo yo me nutrí con la experiencia y recordando otros incidentes, ahora se que:
- “No esperes ayuda policial en estos momentos”, para el funcionario medio de carabineros su cordialidad es proporcional a su ineptitud, el que me atendió hoy, era extraordinariamente amable…no resolvió nada por supuesto.
- “No esperes dialogar”, acá si no te muestras agresiva estás liquidada, las buenas maneras no permean los conflictos cotidianos y la conversación civilizada parece un recurso carente de valor en esos momentos.
- “No esperes mucho de otras personas”, nos han enseñado a no involucrarnos, que no es nuestro problema, que para que te vas a arriesgar…otros pasaron en el ínter tanto y nadie se paró a ayudar a la mujer o eventualmente a mí.
- “No esperes que una mujer deje fácilmente a un hombre abusador”, a la mujer -que seguramente hoy se llevó una tanda más violenta que las habituales porque el macho ese tenía que sacarse la bronca de la vieja intrusa-, el tipo le pega porque ella se deja, tal cual. Es increíble como el patriarcado nos ha domesticado tan bien que tenemos una capacidad casi infinita de soportar los abusos.
A pesar de que me parecen razonables mis aprendizajes de hoy, los quiero DESECHAR, ¡Hay que buscar nuevas formas de convivencia!, carabineros tiene que actuar con celeridad en los casos de violencia domestica, las ciudadanas y ciudadanos NO podemos mirar para el lado, tenemos que involucrarnos; lo que hoy pasa con algunas/os, mañana pasará con otras personas, probablemente de algunas que sí quisiéramos proteger… El compromiso y la solidaridad colectivas son la mejor garantía de nuevas relaciones y convivencias. Tenemos que educar y educarnos en el diálogo, en el debate, la discusión si se quiere, pero que permita mediar los conflictos y minimice nuestras respuestas violentas. Tenemos que PARAR LA VIOLENCIA A LAS MUJERES, no podemos aceptar que las mujeres no tengamos seguridad, máxime a manos de quienes tendrían que ser nuestros compañeros, nuestros cómplices, aquellos con quienes deberíamos generar lazos de respeto y reciprocidad.
Quiero creer que tenemos que desaprender mucho de lo aprendido y buscar juntas y juntos, en el día a día otra forma de estar en el mundo y de convivir entre nosotras/os, las/os otras/os y la naturaleza…Quiero creer que las hijas de nuestras hijas no tendrán que violentarse para defender a una compañera anónima que todavía no descubre que ella es tan valiosa que nadie nunca tendría que humillarla jamás.
Sobre la autora:
Loreto Fernández es chilena. Teóloga e investigadora del Centro Ecuménico Diego de Medellín. Estudió Ciencias Religiosas en la Universidad Católica de Valparaíso. Postulando al Magíster en Filosofía Contemporánea en U. Alberto Hurtado; Vinculada a los temas ecuménicos y al trabajo con mujeres. Miembra del Grupo Tal Como Eres..
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