Harold Segura C. | Crónicas e impresiones desde Lausana III (6)
Ciudad del Cabo, Octubre 20 de 2010No les había dicho antes nada acerca del orden impecable del lugar donde nos estamos reuniendo (a propósito, fue el mismo salón dónde se hizo el sorteo de series para el pasado Campeonato Mundial de Fútbol), el cumplimiento estricto del programa (todo se inicia y se termina a la hora exacta) y la logística extraordinaria dispuesta para este Lausana III (alimentación, registros, información, sala de prensa, limpieza, orden, en fin). Hasta el momento nunca he demorado más de diez minutos para recibir el almuerzo, nunca más de cinco para encontrar mi asiento, nunca más de tres para ocupar el baño. Esto último, en especial, se agradece mucho.
Ese orden se refleja también en la intencionalidad teológica y pastoral del evento: cada persona que participa ha entregado el texto escrito de su ponencia muchos días antes; el enfoque de su presentación se ciñe a las indicaciones exactas de los organizadores; la forma de vestir cumple las normas establecidas (espero que no hayan incluido el peinado, aunque a veces me parece que algunos caballeros anglosajones parecieran haberse peinado con la ayuda de un editor de fotografía. ¡Qué perfección!). En fin, y los temas, desde la primera canción que entonamos a las 8:30 a.m., hasta la última oración a las 9:00 p.m. encajan como piezas de rompecabezas en un diseño pensado previamente. Sencillamente, impresionante.
Pero digamos algo más serio. ¿Recuerdan que escribí argumentando acerca de la importancia del orden en que se están presentando los temas? Dije que el orden implica una metodología y que ésta, a su vez, expresa un sentido teológico. El primer día fue la verdad; el segundo la reconciliación y, el tercero, el de hoy miércoles, las falsas creencias. La lógica es clara: tenemos algo (la verdad) que está siendo atacado (las falsas religiones), por lo tanto, hay que actuar. Falta sólo la estrategia; esa vendrá en los días siguientes: las prioridades (el qué), la integridad (el cómo) y las asociaciones (con quiénes). Y esto no tendría nada de discutible si no implicara un esquema defensivo-ofensivo de misión. Y claro, hay muchas más opciones para hacer el planteamiento teológico de la misión. El evangelio de Lucas, por ejemplo, propone otro esquema diferente.
Si el catolicismo continental en la Conferencia Episcopal de Aparecida ha sido criticada por su esquema misionero de retorno (que los alejados regresen), nosotros, en Ciudad del Cabo, hemos optado por otro igualmente dudoso (que los perdidos se conviertan). Dudosos ambos por reducir la Misión a una tarea de rescate. La Misión de Dios (Missio Dei), bien sabemos, es mucho más.
La exposición de John Piper, el conocido pastor de la Iglesia Bautista Bethlehem, de Minneapolis, Minnesota (recuerden que yo también soy bautista) fue un modelo de oratoria, claridad y fina retórica. En cuanto a la homilética la calificación es diez sobre diez; en cuanto a los énfasis teológicos, nota reservada. Eso de que debemos dar hasta nuestra propia vida para que las almas se salven de la ira del infierno y escapen de las manos de un Dios que está furioso, me sonó muy furioso. Pero, bueno, no quiero cansarlos hoy con mis elucubraciones pastorales de media noche. Digamos algo más interesante.
Cada día se cierra con un programa especial asignado a una región del mundo. El primer día le correspondió a Asia, el segundo al Oriente Medio y hoy a América Latina y el Caribe. Después de una poesía leída por mi buen amigo y hermano Lissander Dias (Brasil), luego de un video sobre la situación religiosa del continente y, antes del final, lo mejor, un diálogo muy breve y dramatizado entre el Dr. Samuel Escobar y el Dr. C. René Padilla.
Samuel preguntaba, René respondía y Samuel complementaba. Comenzaron hablando de la historia y el significado de los anteriores Congresos de Lausana y de los Congresos Latinoamericanos de Evangelización (CLADE). Hicieron recuerdos de sus participaciones, hasta cuando Samuel, con inteligente malicia latinoamericana le preguntó a René, así no más, sin prevenciones: «Y, René, ¿qué te preocupa de este Lausana III?», a lo que René respondió, palabras más, palabras menos, y sin tomar más de tres minutos: Me preocupa, primero, el discipulado, porque el Señor nos mandó a algo más que a hacer convertidos; segundo, la Globalización, que si de ella vamos a hablar que se mencionen los efectos sobre los miles de pobres y, tercero, el sistema económico y su destrucción sobre el medio ambiente. Y con gesto natural terminó preguntando: Así, ¿a dónde vamos a llegar?
René, dijiste en tres minutos lo que hasta ahora no habíamos oído en treinta horas. Yo creo, que esta noche, después del poema de Lissander, del diálogo extraordinario de nuestros dos viejos y siempre nuevos maestros, y del tango Tenemos esperanza, del otro también maestro nuestro, el obispo metodista argentino Federico Pagura, entonada por un coro de latinoamericanos, yo creo, repito, acaba de iniciarse el V Congreso Latinoamericano de Evangelización, CLADE V (Costa Rica, 2012). ¡Desde ya, bienvenidos!
Sobre el autor:
El pastor y teólogo Harold Segura es colombiano, radicado en Costa Rica. Director de Fe y Desarrollo de World Vision en América Latina y El Caribe y autor de varios libros. Anteriormente fue Rector del Seminario Teológico Bautista Internacional de Colombia.
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