Constantino, poder e Iglesia: ¿Una bendición o una traición? | Por Bernabé - El Blog de Bernabé

Breaking

Home Top Ad

lunes, 30 de junio de 2025

Constantino, poder e Iglesia: ¿Una bendición o una traición? | Por Bernabé

Cuando recordamos el Concilio de Nicea, muchas veces nos olvidamos de mencionar al personaje que hizo posible esa reunión: el emperador Constantino. No era obispo, ni teólogo, ni siquiera estaba bautizado en ese momento. Y sin embargo, convocó a los líderes cristianos, los alojó en su palacio, presidió las sesiones, y celebró la unidad alcanzada como si de un triunfo político se tratara. ¿Qué implicaciones tuvo ese gesto? ¿Fue una bendición para la Iglesia… o el inicio de una traición?

Este artículo es la séptima entrega de la serie conmemorativa "El eco de Nicea: una serie para nuestro tiempo". En esta ocasión exploramos críticamente el rol de Constantino, y las tensiones entre la fe cristiana y el poder imperial.

De perseguida a protegida

Hasta inicios del siglo IV, el cristianismo había sido una fe marginada, perseguida y, en muchos casos, clandestina. Pero todo cambió con la conversión (o más bien, la simpatía estratégica) de Constantino. El Edicto de Milán en 313 legalizó la fe cristiana. Doce años después, el Concilio de Nicea inauguró una nueva era: la del cristianismo como religión favorecida del imperio.

Según Robert Louis Wilken, Constantino no convirtió el cristianismo en religión oficial, pero sí lo colocó en una posición de poder y privilegio que marcaría la historia de Occidente (1)

LEE LA SERIE DE ARTÍCULOS "EL ECO DE NICEA: UNA SERIE PARA NUESTRO TIEMPO" 

El precio del favor imperial

Pero… ¿a qué costo? ¿Qué se pierde cuando la fe deja de ser contracultural y se acomoda al trono?

CONSIGUE ESTE LIBRO
AQUÍ


La historiografía crítica ha puesto en evidencia cómo la Iglesia comenzó a adoptar estructuras, lenguajes y actitudes propias del Imperio. El martirio fue reemplazado por la diplomacia. La cruz por el cetro. La koinonía por el protocolo.


G.E.M. de Ste. Croix, en su análisis sobre el cristianismo y el Imperio Romano, sugiere que la institucionalización de la fe debilitó su carácter profético (2). La Iglesia comenzó a parecerse demasiado a Roma.

La historiadora chilena Catalina Balmaceda, en su artículo Constantino Emperador Cristiano – Emperador Romano, profundiza en esta transformación: “Muchas de las medidas que tomó Constantino durante su reinado relacionadas con la religión cristiana, aunque no exista un reconocimiento explícito, corresponden a las que podría haber realizado el emperador con la potestad específica que le otorgaba su cargo de pontifex maximus(3). La Iglesia, una institución de resistencia y testimonio, empezaba a adoptar funciones religiosas típicas del poder imperial.

El debate sigue abierto

Algunos ven en Constantino una figura usada por Dios para proteger y expandir el evangelio. Otros lo ven como el principio de la corrupción de la Iglesia, que dejó de seguir al Cristo pobre y crucificado para servir al emperador.

Tal vez ambas visiones contengan parte de verdad. El problema no fue tanto Constantino, sino la incapacidad de la Iglesia de mantener una distancia crítica frente al poder. Aceptó los favores sin discernir sus consecuencias.

¿Qué nos dice esto hoy?

Hoy también hay “Constantinos”: políticos que usan símbolos cristianos para ganar legitimidad. Iglesias que buscan protección estatal. Predicadores que bendicen al César con demasiada facilidad. Nicea nos recuerda que no todo lo que brilla con luz imperial es luz del Evangelio.

La Iglesia está llamada a ser luz del mundo, no adorno del palacio. Su credibilidad depende de su capacidad de hablar verdad al poder, no de adornarse con él.

Entre la traición y la bendición

Constantino fue una figura ambigua. Facilitó la expansión del cristianismo, pero también sembró semillas de complicidad que aún hoy cosechamos.

Confesar a Cristo como Señor, como se hizo en Nicea, implica también decir que el César no lo es. Y eso, entonces como ahora, tiene consecuencias políticas.

Referencias:

(1) Robert Louis Wilken, The First Thousand Years: A Global History of Christianity. Yale University Press, 2012.

(2) G.E.M. de Ste. Croix, Christian Persecution, Martyrdom, and Orthodoxy. Oxford University Press, 2006.

(3) Catalina Balmaceda, Constantino Emperador Cristiano – Emperador Romano. Revista de Teología UC, 2020. 

Este artículo forma parte de la serie conmemorativa por los 1700 años del Concilio de Nicea publicada por El Blog de Bernabé.

ÚNETE A NUESTROS CANALES EN:

Telegram WhatsApp
Sobre el autor: 

¡Hola! Soy Bernabé, tu anfitrión en "El Blog de Bernabé", un espacio dedicado a profundizar en teología, fe, misión integral y espiritualidad. Aquí, junto a un grupo de amigos y amigas, compartimos reflexiones, inspiración y diálogo espiritual. Te invito a ser parte de nuestra comunidad, donde exploramos y reflexionamos juntos. Mi propósito es difundir ideas y perspectivas cristianas, espirituales y teológicas originadas en Latinoamérica y el Caribe.

¿ALGO QUE DECIR? COMENTA ESTE ARTÍCULO MÁS ABAJO CON FACEBOOK, BLOGGER O DISQUS

No hay comentarios.:

Publicar un comentario