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miércoles, 3 de noviembre de 2010

Juan Stam: “Quién entra al mundo del Apocalipsis tiene que estar preparado para muchas sorpresas” | Entrevista de Noticia Cristiana

Entrevista publicada el 6 de Marzo de 2008, en NoticiaCristiana.com
Publicada bajo la  licencia de Creative Commons señalada en NoticiaCristiana.com para esta entrevista

(NoticiaCristiana.com). Juan Stam (78), oriundo de Paterson, Nueva Jersey, es uno de los teólogos evangélicos «latinoamericanos» más pertinentes de la actualidad. Aunque es estadounidense de nacimiento, se nacionalizó costarricense como parte de un proceso de identificación con América Latina que lleva más de cincuenta años. Está casado con Doris y tienen 3 hijos y 5 nietos.

Juan es Dr. en teología, por la Universidad de Basilea, Suiza. Es docente y escritor de libros, artículos y del Comentario Biblico Iberoamericano de Apocalipsis.

¿Cómo se inició su ministerio en Latinoamérica?

Luego de estudiar en Wheaton y Fuller estudiamos castellano, y aunque hacían falta profesores en el Seminario Bíblico de San José, nuestra misión muy sabiamente decidió enviarnos a realizar un pastorado rural en el noreste de Costa Rica, en el pueblo de Santa Cruz, esto ya hace más de 50 años. Esta experiencia fue extraordinariamente formativa para nosotros. En realidad, lo fue mucho más que los años de estudio en el aula. Allí aprendimos los dichos, disfrutamos los chistes y escuchamos las historias de los campesinos, nos enamoramos de la gente y de todo lo latinoamericano, y con eso también más de Jesucristo y de su evangelio. Desde entonces siento que llevo adentro un pastor campesino, mucho más que sólo un profesor académico.
¿Qué métodos de estudio de la Biblia Ud. recomienda a los pastores Latinoamericanos?

Me gusta recomendar tres herramientas para el estudio bíblico, porque he visto a través de muchos años lo valiosas que son.

La primera de mis herramientas para estudiar bien la Biblia es una lupa. La lupa nos servirá para examinar cada pasaje con el debido cuidado, o sea, “escudriñar las escrituras” como lo hacían los Bereanos. Eso nos ayudará a ver mucho mejor lo que realmente está en el texto que el Espíritu Santo inspiró y lo que no está, porque no aparece bajo la lupa. Y sin duda, habrá sorpresas.

Una segunda herramienta indispensable para el bueno estudio bíblico es un borrador (de pizarra y lo más grande posible). Un problema mayor en el estudio bíblico es que no queremos que la Biblia cambie nuestras ideas y nuestra vida. Es demasiado incómodo, y nos pone nerviosos. Claro, esos cambios tienen que estar sujetos a la Palabra; la lupa tiene que ir antes del borrador.

Finalmente, la tercera herramienta es un par de audífonos, para sintonizar la voz de Dios. No estudiamos las escrituras sólo para ser expertos en conocimiento bíblico, sino para escuchar al Señor, ser discípulos fieles y obedecer su voluntad. No bastan la lupa y el borrador; necesitamos también audífonos espirituales.

¿Cómo debería ser estudiado el libro de Apocalipsis?

¡Quién entra al mundo del Apocalipsis tiene que estar preparado para muchas sorpresas! El Apocalipsis es un libro realmente único dentro del canon bíblico y aún en la literatura universal.

En primer lugar los lectores modernos del Apocalipsis deben tratar de comprender el mensaje que el libro tenía para los creyentes del Asia Menor, en tiempos de Juan. Estudiar el trasfondo histórico, las claves hermenéuticas y el mensaje del Apocalipsis es un trabajo de toda una vida.

A pesar de la dificultad del paso de casi dos milenios desde que el libro salió a la luz, abundan los datos que ayudan a entender el mensaje central de todos los pasajes e incluso la inmensa mayoría de los detalles. A veces, sin embargo, es necesario simplemente confesar nuestra actual ignorancia ante ciertas frases del texto. Para otros detalles hay una o más interpretaciones posibles pero ninguna segura.

A menudo el trabajo de averiguar las diversas alternativas de interpretación, los pro y los contra de cada una, es arduo y lento. El Apocalipsis es para los valientes que se animan a buscar en el texto con la lupa; pero también es para humildes, para los que desean escuchar con suficiente respeto lo que realmente dice el texto inspirado.

Muchos creen entender este libro y tienen sensacionales explicaciones para casi todos sus detalles. Eso puede impresionarnos y hasta deslumbrarnos, pero surge un pequeño problema; cuando examinamos cuidadosamente el texto del Apocalipsis, muchas veces resulta difícil o imposible corroborar las interpretaciones espectaculares que pretenden dársele al libro. Algunas “profecías” (Hitler como el anticristo, Moscú como Magog, la Naciones Unidas como el caballo blanco) han resultado claramente equivocadas.

¿Cómo inició Ud. sus estudios del Apocalipsis?

El libro del Apocalipsis me ha inspirado durante más de medio siglo. Tanto personalmente como en los cursos del Seminario fui enfocando mi visión en este maravilloso libro. Una congregación rural de Costa Rica, me rogó a fines de la década del sesenta que les diera un mes de estudios del Apocalipsis. Fue el primero de muchos centenares de sermones y clases sobre este libro y sobre escatología, en la mayoría de los países de América Latina.

He aprendido lecciones valiosas de los hermanos, los estudiantes de seminario con los cuales estudiamos este libro, y de mi esposa Doris, compañera fiel en nuestro peregrinaje compartido. Fue una aventura muy desafiante la de preparar el Comentario Bíblico Iberoamericano, editado por ediciones Kairos.

¿Es posible entender hoy en día el Apocalipsis, Dr. Stam?

En contraste con el libro de Daniel, Apocalipsis es un libro abierto. El Cordero desató los sellos. Los creyentes que tienen sabiduría pueden entender el mensaje de esta profecía. Pero en este libro no debemos buscar sentidos futuros que el mismo Juan no hubiera entendido. Es bastante distinto de la impresión que muchos tienen hoy en día, y de la forma en que muchos suelen leerlo, como si el libro fuera un rompecabezas esotérico y como si la bendición prometida se dirigiera a los que fuesen capaces de resolver el crucigrama futurista, y poner en orden cronológico todos los eventos venideros para hacer un cuadro gráfico de todo el porvenir.

Lamentablemente la mayoría de los lectores modernos se acercan al Apocalipsis con muchos presupuestos equivocados que obstaculizan el entendimiento fiel de su mensaje. Muchas veces le hacemos al libro preguntas que el autor y los lectores no planteaban. A menudo insistimos en ver cosas que no están en el texto y, por concentrarnos en esas cosas que creemos ver pero no están, no percibimos las enseñanzas que sí están escritas.

El Apocalipsis fue escrito para ser entendido precisamente por los fieles comunes y corrientes de Asia Menor. No fue escrito para especialistas ni eruditos, quienes tendrían que explicárselo a la iglesia. Su sitio original no era el escritorio del experto sino la congregación en su lectura comunitaria.

Muchos ven en el Apocalipsis solo catástrofes. ¿Cuál es el verdadero mensaje presentado por Juan?

Algo raro ha pasado con este libro. Fue escrito para quitarles el miedo a los cristianos de Asia Menor del siglo I, pero ahora tiene el efecto opuesto: llena de miedo a muchos lectores. Ellos, que vivían amenazados, lo recibían como esperanza; nosotros que vivimos tranquilos, lo recibimos a menudo como amenazante. Algunos hasta sufren pesadillas con las dantescas imágenes de Juan, y predicadores oportunistas las explotan para ejercitar un terrorismo apocalíptico. ¡Al contrario: el Apocalipsis es un mensaje de esperanza en Cristo que debe llenarnos de gozo!

Pero, ¿Tiene el Apocalipsis algo que decirnos referente al futuro?

Es cierto que el Apocalipsis anuncia muchas cosas venideras que se extienden hasta el mismo fin del mundo. Habla de algunas cosas futuras que Juan no parece concebir como de su propia época, como por ejemplo una confrontación final que se llama Armagedón, la vendida del Hijo del hombre, el juicio final y la nueva creación. Negar todos estos elementos de escatología futura sería negar el claro mensaje bíblico del libro.

Pero también es cierto que esas enseñanzas futuras, por muy importantes que sean, no agotan el mensaje del Apocalipsis. De hecho, ni siquiera constituyen el mensaje central del libro. Si analizamos el Apocalipsis cuidadosamente, sin presupuestos que no surgen del texto mismo, descubriremos que la principal concentración del libro se enfoca sobre la situación inmediata en que las congregaciones del Asia Menor se hallan inmersas. En ningún momento deja atrás la realidad sociohistoríca de su época.

Todo el libro de Apocalipsis es un mensaje directo para sus primeros lectores. Juan describe acontecimientos futuros, pero en términos comprensibles para los lectores de su época. Nunca les hace entender que está vaticinando cosas que ellos no podrían comprender, tales como aviones, bombas, cohetes, petróleo, explosiones atómicas, computadoras, códigos de barras o microchips. Les habla claramente de temas y objetos que entienden, aun cuando describe realidades venideras.

Por lo tanto interpretar el Apocalipsis en términos de cosas que ni Juan ni sus lectores hubieran entendido, y que tampoco señalan las palabras del texto, es caer en un error grave.

Algunas recomendaciones para interpretar el Apocalipsis:

- Interpretar el Apocalipsis exegéticamente: Ser fiel al texto, y a lo que está escrito. No quitar, ni añadir.

- Interpretar el Apocalipsis históricamente: Conocer el contexto histórico de lo que ocurría en la época de Juan.

- Interpretar el Apocalipsis Cristocéntricamente: El tema central de todo el Apocalipsis es Cristo, el Señor. No las bestias ni el anticristo.

- Interpretar el Apocalipsis imaginativamente: Utilizar los ojos de la imaginación y todos los sentidos físicos para entender la riqueza de su simbología.

- Interpretar el Apocalipsis pastoralmente: El mensaje debe ser para orientar y fortalecer a la congregación, especialmente para infundir gozo, y esperanza en medio de crisis.

- Interpretar el Apocalipsis prácticamente: Para orientar la conducta ética de la vida de la iglesia. El mensaje tiene mucho que decir también a la comunidad a través de la voz profética de la iglesia sobre la justicia social y económica.

Por Wolfgang Streich.
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