Seis días antes de la Pascua llegó Jesús a Betania, donde vivía Lázaro, a quien Jesús había resucitado. Allí se dio una cena en honor de Jesús. Marta servía, y Lázaro era uno de los que estaban a la mesa con él. María tomó entonces como medio litro de nardo puro, que era un perfume muy caro, y lo derramó sobre los pies de Jesús, secándoselos luego con sus cabellos. Y la casa se llenó de la fragancia del perfume.
Judas Iscariote, que era uno de sus discípulos y que más tarde lo traicionaría, objetó:
—¿Por qué no se vendió este perfume, que vale muchísimo dinero, para dárselo a los pobres?
Dijo esto, no porque se interesara por los pobres sino porque era un ladrón y, como tenía a su cargo la bolsa del dinero, acostumbraba robarse lo que echaban en ella.
—Déjala en paz —respondió Jesús—. Ella ha estado guardando este perfume para el día de mi sepultura. A los pobres siempre los tendrán con ustedes, pero a mí no siempre me tendrán.
Mientras tanto, muchos de los judíos se enteraron de que Jesús estaba allí, y fueron a ver no sólo a Jesús sino también a Lázaro, a quien Jesús había resucitado. Entonces los jefes de los sacerdotes resolvieron matar también a Lázaro, pues por su causa muchos se apartaban de los judíos y creían en Jesús.Una mesa compartida; una reunión con buenos amigos. Todos estos pueden ser momentos para expresar grandes verdades teológicas y experiencias de la fe. Son pequeños gestos que no solo transmiten algo (como “medios para…”) sino que en su mismo devenir dan sentido a lo que pretenden representar tanto como para quienes los ejecutan y para quienes los contemplan.
Esto, se podría decir, es lo que nos muestra el pasaje de Juan 12.1-11. Vemos distintos momentos y personajes: La fiesta de la Pascua como rememoración de una experiencia central de Israel y una mesa compartida por buenos amigos, como son Jesús, Lázaro, María, Marta y el resto de los discípulos. Vemos también gestos inesperados, como esa mujer acercándose a Jesús y ejerciendo una acción, para algunos, fuera de lugar.
Resurrección, liberación, mesa compartida, unción, servicio… ¡todos estos elementos en un mismo suceso! Más allá del fuerte tinte simbólico de las acciones en este pasaje (o tal vez, por ello mismo), y en concordancia con todos los Evangelios, las experiencias que emergen de él y que evocan la identificación con sus interlocutores, son experiencias que se viven en la simpleza del día a día y de las cuales emana el sentido.
Sin embargo, me animo a decir que tales experiencias no son escogidas como simples medios. Más bien, por sí mismas son el sentido, aunque su proyección siempre trasciende los objetos desde donde parten.
Por algo vemos rememoradas estas vivencias en el relato analizado. Ellas contienen una historia. También se gestan en un mundo simbólico particular (la Pascua), que les da un sentido concreto. El lugar de la mesa es un espacio de fraternidad simbolizando la esperanza de un devenir, que no es solo una espera sino la proyección de un momento real. Es en esa mesa donde despiertan una cascada de reacciones: odios, tristezas, competencias, amor, servicio, amistad. Todo esto habla de la fe. Todo esto se comparte en la mesa.
¿Qué nos dicen los gestos de la cotidianeidad sobre la fe? ¿Nos dejamos interpelar por ellos? ¿Vivimos la fe desde la espontaneidad de la vida y los gestos del cuerpo? Más aún, ¿consideramos que son importantes para la fe? Es en la vida cotidiana donde vivenciamos la profundidad del sentido de la fe. Es en la cotidianeidad que manifiesta este pasaje donde vemos la acción inclusiva y subversiva de Dios, la centralidad de la comunión fraterna desde la fe en Jesús, la esperanza en el lugar central de Dios en los tiempos de la historia, la realidad liberadora que posee la muerte en la cruz.
Nicolás Panotto es Licenciado en Teología por el Instituto Universitario ISEDET, Buenos Aires. Actualmente realiza su Maestría en Antropología Social en la FLACSO Argentina. Nicolás es Miembro del Núcleo de la FTL en Buenos Aires
Sigue a Nicolás Panotto en Twitter
Sitio web de Nicolás: Nomadismo Contingente
No hay comentarios.:
Publicar un comentario