¿Hallará fe el hijo del hombre cuando regrese? Cuando la piedra de tropiezo es la Iglesia | Por Alexander Cabezas - El Blog de Bernabé

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viernes, 10 de marzo de 2017

¿Hallará fe el hijo del hombre cuando regrese? Cuando la piedra de tropiezo es la Iglesia | Por Alexander Cabezas

Imagen: Pixabay
Las páginas de los evangelios son testigos de las muchas preguntas retóricas que en varias ocasiones Jesús formuló a sus seguidores. Quizás una de esas interrogantes, dura de roer, fuerte de asimilar, y tema que cala hasta lo más profundo de las entrañas, y que Jesús explotó en la cara de sus discípulos, la encontramos en Lucas 18:8: "Pero cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará fe en la tierra?".

Por otro lado, por siglos hemos leído Mateo 24:12, “y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará”, culpabilizando con esto a la sociedad secular, ese sector que se expresa ajeno a Dios y es caldo de cultivo para que la maldad se propague y el amor de muchos se enfríe.

¿Pero qué decir cuando nosotros somos la causa de ese enfriamiento?

Es bastante incomodo reconocer que así como hemos sido puente  para que el ser humano pueda acercarse a Dios,  también debemos reconocer que como  Iglesia hemos sido piedra de tropiezo en la sociedad.

Basta una muy breve revisión a la historia eclesiástica  para darnos cuenta que hay muchas páginas negras que se escribieron con sangre por parte de quienes decían representar a la Iglesia.

Y para muestra, las famosas Cruzadas que empezaron con una idea de liberar a Tierra Santa del dominio musulmán (algo que de por si fue atroz),  con el pasar del tiempo  se volvió una carnicería contra otros grupos  como los eslavos, los judíos, los cristianos ortodoxos griegos y rusos y otros sectores, en nombre de Jesús y de  la Cruz.

¡Matad a los campesinos!, no fue una expresión utilizada  por un asesino y sanguinario,  fueron las palabras que salieron de la boca del gran reformador Martín Lutero ante la insurrección de los campesinos alemanes. O ¿qué decir de la  Inquisición?  Recordemos que así como hubo una Inquisición de la Iglesia Católica de esos tiempos, también  existió una protestante.

¿Cuántas atrocidades históricas, se pudieron haber evitado si como iglesia se hubiesen tomado otras opciones, e inclusive haber dejado esa zona de confort que llamamos neutralidad, la cual es solo una excusa para no tomar partido por causas justas que violentan no solo los derechos humanos, sino la integridad de nuestro prójimo?

Hoy más que nunca pululan los famosos líderes que en nombre de Dios y de la iglesia aprovechan el púlpito para manipular y llenarse los bolsillos a no más poder y ¿cuál es nuestra posición? Quedarnos callados, guardar silencio, porque creemos que los seguidores de estos pseudo-líderes, -que no son pocos por cierto-, no nos oirán.  Quizás sea cierto, pero ¿acaso no era esa la función del profeta en el Antiguo Testamento cuyo fin fue denunciar pese a que el resto del pueblo iba en otra corriente?

Ante la pregunta de Jesús, ¿Hallará fe…? En lo personal me quedo desarmado, la esperanza se mezcla con mis dudas y lo único que puedo hacer es tratar de evadir  la respuesta usando las mismas palabras desconcertantes del profeta Ezequiel, quién ante un paisaje desolador como era la  visión de los huesos secos y Dios preguntando si los  huesos estériles y secos iban a vivir, el profeta sabiamente responde: ¡Señor  Dios solo  tú lo sabrás!

No obstante, me doy cuenta que la  pregunta de Jesús es también un llamado a rendir cuentas en lo personal y como su pueblo.  ¡No vaya a ser que el Señor encuentre menos fe en la humanidad por causa nuestra! Por causa de la misma Iglesia.

Bien haríamos en tomar el consejo del apóstol Pablo cuando escribe a los corintos: Examínense ustedes mismos, para ver si están firmes en la fe; pónganse a prueba… (2 Corintios 13:5).

Esta revisión debe ser constante y diaria, personal y colectiva, y guiada con la ayuda del Señor para que podamos actuar como la verdadera iglesia llámese católica, evangélica, protestante, luterana, presbiteriana, o como quiera llamarse, pues al fin de cuentas Dios solo tiene una sola iglesia.

Sobre el autor:

Alexander Cabezas Mora es costarricense, master en Liderazgo Cristiano y en Teología. Se ha desempeñado como conferencista, pastor adjunto, profesor de varios seminarios teológicos y consultor en materia de niñez y adolescencia para varias organizaciones internacionales. A participado como escritor y coescritor en varios libros entre ellos, Huellas, Spiro, Entre los Límites y los Derechos, Disciplina de la Niñez, En sus manos y nuestras manos, la co-participación de la niñez y la adolescencia en la misión de Dios y Oración con los ojos abiertos.

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